EL PAíS › OPINION
› Por Luis Bruschtein
“Néstor, con tu partida nos dejaste huérfanos a los más humildes”, dice un cartelito pegado con scotch sobre las baldosas en la Plaza de Mayo. Lo firma una “viuda de estibador portuario”. Era como una especie de laguna de papelitos que fue creciendo detrás de la Pirámide. Y después se le pusieron velitas y después, algún hábil con el origami hizo cientos de pingüinitos de papel que se fueron pegando encima de los mensajes. Se multiplicaron y el círculo se amplió y creció y creció con frases como la que dejó esa mujer, una viuda de estibador portuario.
Y las historias se tejen detrás de esas frases como las historias de una ciudad, entrelazadas por un sentimiento donde a veces salta la bronca, otras el agradecimiento y en la mayoría, la tristeza. Hay una familia entera que pide “Aguante, Cristina” y le dicen: “Te amamos, Néstor, hasta la victoria siempre. Flia. López”. Un familia que está dolorida y saluda como el Che, con un grito de lucha y victoria. Las historias se entrelazan y cada quien tiene su propia interpretación de la vida donde la sociología se queda corta y no puede explicar casi nada.
Más al costado, un papelito dice por ejemplo: “Fuerza, Cristina. Néstor nos va a proteger. Dios necesita un ángel de izquierda. Los Soria”. Es otra familia que ha inventado una nueva figura sincrética en el pesebre de la globalización. Pero hay otros que son más directos: “Gracias, Néstor. El alma nos duele. Un trabajador”. Seco, concreto y con la fuerza de la dinamita.
Hay muchos que dicen “Fuerza, Cristina” y le agregan otras frases, como “Néstor: gracias por hacerme creer que las utopías son posibles” y la firma una madre: “Chela y mis hijos Santi y Paula, con vos”. Y otros que vuelven al contenido sencillo y directo: “La Etelvina que te ama, ultra K por siempre”.
Los miles de personas que han llenado la Plaza cuidan esa laguna de papelitos y mensajes, hacen un cordón a su alrededor para que no la pisen, pero el viento despega algunos de ellos y se los lleva en un remolino. Ya hay otros que están escribiendo. “Cristina 2011 en honor al cumpa Néstor”, escribió alguien pensando ya en la campaña y las elecciones del próximo año. Y Néstor ya es el cumpa, que es mucho más que ex presidente o el compañero. El cumpa es el compañero más cercano, el que te cuida la espalda.
Y otros que tratan de imaginar el destino del ex presidente: “Querido Néstor, estás al lado de Evita y el Che. No te olvidaremos”. Y otro más peronista que imagina: “Gracias, Néstor, ingresaste al lugar de los elegidos: Perón, Evita, Néstor”. Y la firma es de “una jubilada”. Y hay reflexiones que se apuntan: “Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo, como lo fue Néstor. Te vamos a extrañar”. Y otro que dice: “Néstor, gracias por dejarme crecer y creer nuevamente” pero no se puede leer la firma porque está tapada por un cuadro pintado sobre una madera. Es una bandera argentina con un texto que dice: “¡¡Gracias Néstor!! Ahora mi villa tiene calles” y está firmado por Danilo Rojpan.
Toda la Plaza está llena de gente muy joven, mezclada con militancia del peronismo histórico y con familias y grupos espontáneos que condensan el surgimiento de un nuevo perfil popular mixturado por todas esas pertenencias. En otro papelito alguien recordó una canción de León Gieco. “Búsquenme/ me encontrarán/ en el país/ de la libertad. Gracias Néstor.”
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