Dom 21.11.2010

EL PAíS  › LAS COMUNICACIONES INTERNAS DE LA FEDERAL DEL DIA QUE ASESINARON A MARIANO FERREYRA

Los uniformados bajo sospecha

Página/12 tuvo acceso a parte de los diálogos del Comando Radioeléctrico: la orden fue mantenerse “expectantes”. En base a ese material, la Justicia analiza el rol de la policía. También busca determinar si las grabaciones entregadas están editadas o si faltan partes.

› Por Irina Hauser

”Expectantes, llega el hidrante, en marcha, bajan los grupos de combate y (ustedes) se mantienen expectantes, no sea cosa que después las dos facciones antagónicas se unan para combatir contra nosotros.” Esa fue la directiva, no hacer nada “no sea cosa”, que recibieron por radio los agentes de la Policía Federal que se encontraban en Barracas en el momento que la patota de la Unión Ferroviaria (UF) ya se abalanzaba sobre los trabajadores tercerizados de la ex línea Roca y al instante mataba al militante del Partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra, que participaba de una protesta junto con otras agrupaciones. La pasividad fue acatada por los policías, no así la orden de “individualizar a los agresores para su detención” que llegó minutos después, ni la de identificar a los heridos, socorridos por una ambulancia privada. Todo esto surge, en principio, de las comunicaciones que mantenían los uniformados y que fueron registradas por el Comando Radioeléctrico, a las que accedió Página/12.

Según los audios, que constan en el expediente penal a cargo de la jueza Wilma López y la fiscal Cristina Caamaño, los policías no se habrían metido en la gresca por una indicación de “autoprotección”, aunque los investigadores no descartan la existencia de algún pacto entre el gremio ferroviario y cierto sector policial para dejar la zona liberada. De todos modos, la aparente negligencia o impericia que dejó actuar a los barrabrava y propició el peor desenlace, podría ser considerada como una conducta delictiva (por ejemplo, de incumplimiento de los deberes de funcionario), explicaron allegados a la causa.

Al disponer una pericia sobre las modulaciones policiales, la jueza puso en duda la grabación que entregó Asuntos Internos de la Policía Federal: pidió determinar si está editada y si hay algún faltante importante.

El registro de las comunicaciones policiales al que tuvo acceso este diario, que sería el mismo que se entregó al juzgado, abarcaría entre las 13.08 y las 14.00 de aquel 20 de octubre. En ese lapso, sobre el tramo final, se supone que se produjeron el ataque del grupo de choque, el homicidio y los heridos. Pero la grabación propiamente dicha –la que fue aportada a la causa– dura cerca de trece minutos y faltaría la hora posterior, importante para poder interpretar los acontecimientos en toda su complejidad.

La secuencia

Como describieron numerosos testigos, los ferroviarios tercerizados y varias agrupaciones como el PO, el Movimiento Teresa Rodríguez, Convergencia de Izquierda y Quebracho, entre otras, se habían juntado cerca de la estación Avellaneda con la idea de hacer un corte de vías en reclamo de los puestos de trabajo de planta. Después de recibir una primera intimidación, caminaron por la calle Pagola, bordeando las vías, en dirección al puente Bosch, por donde se cruza a Capital Federal. Desde el terraplén donde están las vías los seguían ya los matones de la UF. Al llegar al puente, lo cruzan y se produce un primer escarceo en el que se tiran piedras y que cesa con una primera intervención de la policía. La patota se queda en las vías. Los tercerizados y militantes van por la calle Luján y hacen una asamblea en Perdriel y Santa Elena.

Ahí es cuando comienzan las modulaciones policiales entregadas por la Federal para la investigación judicial. En el lugar había en teoría tres patrulleros de la comisaría 30, más agentes del Departamento de Control de Líneas de la Superintendencia de Transporte y de la División Roca, que a su vez tenía apoyo de otras divisiones, de la Guardia de Infantería y de dos helicópteros. La Bonaerense aparentemente limitó su participación al momento en que había manifestantes del lado de provincia. Todavía no estaría claro en el expediente cuántos efectivos hubo.

Los diálogos que registró el Comando Radioeléctrico pintan lo que iba ocurriendo:

–Control de líneas a Operaciones. Se observa que bajaron en la estación Yrigoyen en dirección a Avellaneda un grupo de cuarenta personas que vienen caminando por las vías, pero vamos a tratar de ver qué grupo son.

–Es gente de la Unión Ferroviaria señor –confirman desde la División Roca. Otra voz anuncia que la Infantería está en camino.

Control de líneas dice: –El grupo de tercerizados se encuentra a 200 metros de las vías del Roca y el puente Bosch y acá permanece gente de la Unión Ferroviaria y nosotros (...) ahí se está moviendo el grupo que estaba distante a 200 metros, que son los tercerizados.

El móvil 430 agrega: La gente del Polo Obrero se va retirando del ámbito ferroviario.

–Los seguimos eh, lo seguimos porque con el Polo Obrero nos dice una cosa y después hace otra –le indican al patrullero.

Pero el móvil enseguida avisa que el grupo de la UF “bajó de las vías”. “Necesitaría apoyo”, dice. Desde el comando sugieren: “Hablamos con los referentes para que vuelvan a subir al terraplén así esta gente desconcentra con total normalidad”. El 430 ratifica que los tercerizados y militantes intentan desconcentrarse. Pero “control de líneas” alerta: “Un grupo de la Unión Ferroviaria en un número de cuarenta está yendo por la calle Luján en dirección atrás de esta gente, que se está dispersando, avísele al 430”.

–A ver si hacemos desistir a esta gente de la Unión Ferroviaria – dice el agente que reparte instrucciones.

Todo hace pensar que ése es el momento en que los tercerizados y militantes ven venir a la patota, alertados por un grupo del MTR que había quedado atrás. El grupo del PO forma un doble cordón de seguridad para proteger a las mujeres y los más chicos. Ahí, según se deduce de los testimonios, es cuando comienzan los disparos.

–Señor, necesito ambulancia del SAME –pide el móvil 430.

–¿Qué fue lo que ocurrió, señor?

–Aparentemente hubo una persona herida de bala en la pierna.

–¿Se encontraron dos grupos antagónicos, señor?

–Afirmativo.

–Ya le estoy mandando una fuerza al lugar, ambulancia del SAME y móviles de apoyo.

–430, deme un panorama.

–El panorama ahora está calmo pero tengo los dos grupos a unos cien metros de distancia, voy separando con los móviles. Se encuentra ubicado –precisa–, a 150 metros de ellos.

Ahí, llega la insólita directiva:

–Expectantes, llega el hidrante, en marcha, bajan los grupos de combate y se mantienen expectantes, no sea cosa que después las dos facciones antagónicas se unan para combatir contra nosotros.

Algunos testigos hablan de la presencia de dos patrulleros. Otros no. Los policías, tras los sucesos, justificaron: “Nos pasaron por encima”.

Desde el Comando piden un reporte de heridos. “Personal policial ileso”, es la primera respuesta. “Hay una persona del Polo Obrero herida en la pierna”, reporta un policía. Es posible que se esté refiriendo a Ariel Pintos, que se acercó a un móvil para mostrar que le habían dado un balazo.

–A ver si con el personal de la brigada, señor podemos hacer la individualización de quiénes fueron agredidos y los agresores para su detención.

–Interpretado. La gente del Polo Obrero, ya en Perdriel y Luján, se están retirando.

–Bien, la fuerza por detrás, señor.

Las modulaciones siguen unos minutos, pero no surgen del audio “agresores” identificados. No hay detenidos. No se mencionan otros heridos. A Mariano (baleado en el hígado), Elsa Rodríguez (con un balazo en la cabeza) y Nelson Aguirre (con un proyectil en la rodilla) los levantó una ambulancia privada que pasaba cerca y los llevó al Hospital Argerich. Ariel Pintos, con un disparo en el muslo, fue más tarde por sus propios medios al Hospital Ramos Mejía. Los siete hombres que hasta el momento son sospechosos (tres de ellos de haber usado armas) fueron detenidos en los días posteriores, gracias al reconocimiento que fueron haciendo los testigos a través de las imágenes tomadas por C5N, las de cámaras de seguridad de la zona y otras tomadas con teléfonos celulares.

Para realizar el peritaje de las modulaciones, establecer si los policías se comunicaban con los matones y analizar con quiénes hablaban por teléfono o handy los imputados (antes, durante y después de los hechos) el juzgado designó al especialista Ariel Garbarz. Consultado por Página/12 Garbarz se negó a hablar del estudio en marcha.

Policías en apuros

Aunque podría estar incompleto, el material disponible hasta ahora es significativo al mostrar que:

- La instrucción de mantenerse “expectantes” se produce a pesar de que uno de los patrulleros había reportado por lo menos un herido de bala y una situación de enfrentamiento. Era evidente, entonces, que la patota tenía armas.

- Frente a los hechos consumados (la balacera que todo el mundo escuchó y que hirió a varias personas), llega una nueva directiva de identificar a los atacantes, para detenerlos, y a los heridos. Pero los federales se limitaron a escoltar al grupo del PO, que se estaba desconcentrando.

Dos policías que tuvieron un rol protagónico en el operativo hicieron ante la Justicia un relato que tendría un bache sugestivo sobre el momento que se producen los disparos. Por ejemplo, Luis Osvaldo Mansilla, jefe de Control de Líneas, describe un “primer enfrentamiento verbal” entre la patota ferroviaria y los tercerizados; luego dice que como el grupo de choque de la UF tiró piedras, “hicimos cesar sin violencia la incidencia”. “El grupo de izquierda” (sic), agrega, se alejó unos 300 metros y se quedaron hasta las 13.50. “En ese momento bajan por Luján y Santa Elena los ferroviarios”, relata, y ahí “veo a Pablo Díaz dando directivas y más tarde tomo conocimiento de los lamentables hechos”. El jefe de la División Roca Jorge Raúl Ferreyra dijo prácticamente lo mismo. Qué hicieron hasta enterarse “de los lamentables hechos”, es un misterio. O se sabe lo que no hicieron. El resto, tal vez esté camino a dilucidarse.

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