EL PAíS › PáGINA/12 REVELA LOS DOCUMENTOS FOTOGRáFICOS QUE MUESTRAN LA COORDINACIóN EN LA PATOTA QUE ATACA A LOS OCUPANTES
La nueva toma en Lugano fue repelida por un grupo que llegó desde el Indoamericano y actuó con igual modus operandi visto días anteriores. Un hombre coordinó las acciones y parecía responder a otro, que este diario identificó como Manzana Santoro. Su historial.
› Por Carlos Rodríguez
Un hombre joven, de remera verde con la inscripción “ACE” sobre el pecho, en letras doradas, parecía ser el que daba las órdenes durante el ataque con piedras y palos que unas cuarenta personas desplegaron durante cuarenta minutos contra los ocupantes del club Albariño, tomado ayer a la madrugada con el trasfondo del conflicto en Indoamericano. El club queda a unas 15 cuadras del parque de Soldati. Lo más sorprendente fue que esa persona, que dijo llamarse “Luis”, después de la agresión –que pareció organizada–, tuvo una charla de unos cuantos minutos con el chofer de un Volkswagen Bora gris metalizado, chapa patente FEF-013, el aparente “coordinador” de todo el operativo. El dueño del vehículo y en ese momento al volante del mismo, es Eduardo “Manzana” Santoro, hincha del club Nueva Chicago, y hermano de Miguel Angel “Manzanita” Santoro, barrabrava del club Boca Juniors asesinado de dos balazos a fines de diciembre de 2006. Página/12 revela los hechos y las fotografías que prueban el accionar de la patota que actuó en el club Albariño y que, según todo indica, es la misma que momentos antes se había mezclado con los vecinos de Escalada y Dellepiane, cerca del Parque Indoamericano, y había atemorizado la zona.
Como ya había adelantado este diario en ediciones anteriores, varios dirigentes de distintas organizaciones con presencia en la Villa 20 y en la zona de Los Piletones aseguraron que, entre los atacantes a tiros de los últimos días, había conocidos barrabravas de Boca Juniors, Deportivo Español, Huracán y Nueva Chicago. A los barras del “Torito” de Mataderos se los relaciona, desde antaño, con el actual jefe del Bloque del PRO en la Legislatura porteña, Cristian Ritondo, de filiación peronista y de buena llegada con el ex presidente Eduardo Duhalde y con el ex titular de la SIDE Miguel Angel Toma, a quien se considera su jefe político.
Ayer, fue el jefe de Gabinete quien denunció que la violencia estaba fogoneada por punteros políticos vinculados al PRO y al duhaldismo.
Eduardo “Manzana” Santoro, hincha de Nueva Chicago, es hoy presidente del club Nueva Estrella, que tiene su sede social en Santander al 4600. Esto queda a siete cuadras de la casa donde vive Santoro, en Santander 5389. Frente a ese domicilio fue asesinado “Manzanita” Santoro, en un hecho calificado como “robo y homicidio”. El hermano menor de “Manzana” Santoro había cumplido una pena de 20 años por el asesinato de dos hinchas de River Plate (ver aparte).
En los sucesos de ayer, “Manzana” parecía recibir un parte de guerra del hombre joven de la remera verde, que poco antes del ataque se había acercado al alambre perimetral del club Albariño y dándole a su mano la forma de un revólver, había hecho ese clásico gesto que en la jerga de los violentos significa: “Te vamos a matar”. Uno de los jóvenes seguidores del hombre de la remera había empuñado, en su momento, cerca del club Albariño, un arma de verdad (según ilustra una de las fotos de tapa de esta edición). Otro de los integrantes del grupo, previo al ataque, se había acercado a un agente raso de la Policía Federal, a quien le hizo una sugestiva propuesta: “Si me liberás la zona, en media hora te soluciono este problema”, en alusión a la toma.
Ese mismo joven armado, acompañado por muchos de los que luego apedrearon a los que tomaron el club, estuvo cortando el tránsito por la Riccheri, sobre el puente de la avenida Escalada. En un momento dado, mientras corría, al joven se le estuvo a punto de caer el revólver que llevaba en la cintura, mal sostenido por el elástico flojo de su pantalón deportivo. Esas mismas personas serían las que, en la noche del viernes, luego del ataque a tiros contra los vecinos que toman el Parque Indoamericano, hicieron varios cortes a lo largo de la Riccheri y amenazaron de muerte a varios fotógrafos de medios periodísticos que intentaron registrar las fogatas instaladas sobre la acera.
“Yo te vi en el Indoamericano”, le comentó al supuesto “Luis” una cronista de Radio Nacional, que tuvo que desistir del propósito de entrevistarlo porque el de remera verde se enojó bastante. La periodista insistió más tarde y tuvo un diálogo informal, sin grabador. Cuando otros periodistas le preguntaron sobre su nombre completo, “Luis” se limitó a decir: “El apellido no lo doy”.
“Luis” hizo una primera aproximación al club Albariño, dio unas vueltas, hizo el ademán con la mano como si fuera un revólver y luego se retiró a varias cuadras del lugar. Minutos después, para sorpresa de todos, aparecieron los cuarenta jinetes del apocalipsis y tiraron todas las piedras contra los que ocupan el club. Cuando terminó la demostración de tiro al blanco, el de la remera verde reapareció y fue entonces cuando llegó el coche de “Manzana” Santoro, hoy presidente del club barrial Nueva Estrella, donde se practica el Fut-Sal (Fútbol de Salón).
Allí fue cuando se produjo el diálogo entre el conductor y “Daniel”. Este diario constató que el auto pertenece a Santoro y que tiene impagas las patentes. Una curiosidad, porque los violentos habían coincidido con los vecinos del barrio –que dijeron cosas feas contra bolivianos y paraguayos pero nunca tiraron piedras– en que es necesario repudiar a los que “no pagan los impuestos y quieren casas gratis”.
Otra curiosidad fue que el de la remera verde, luego del ataque al club, trajo hasta un patrullero de la Federal a un joven de su grupo que supuestamente había sido herido en el rostro. Como lo llevaba tapado con una remera, fue imposible constatar la veracidad de la lesión, ya que no había sangre a la vista. Lo extraño fue que el joven, por decisión de “Daniel”, descansó unos minutos en el interior de un patrullero y luego se fue, ya recuperado en apariencia. Los agentes de la Federal aceptaron, con tenues reparos, que el supuesto herido se acostara en el asiento trasero del móvil policial.
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