Mar 21.12.2010

EL PAíS  › OPINIóN

Como regalo de cumpleaños

› Por Silvia Graciela Fontana*

En apenas unas horas se dictará la sentencia a 17 genocidas del circuito ABO (Centros Clandestinos de Detención Club Atlético, Banco y Olimpo), más precisamente hoy, día en el que mi hermana Liliana Clelia Fontana cumpliría 54 años.

Seguramente, y en eso confío plenamente, tendremos una condena para quienes cometieron toda clase de torturas e hicieron desaparecer a miles de personas, escondiendo sus cuerpos, y digo así porque ellos no murieron, no lograron nunca que nosotros, sus familiares y todo un pueblo, los olvidara.

Debimos esperar muchos años para sentarnos frente a esos asesinos y con la frente alta hablamos de nuestros queridos desaparecidos como luchadores populares, con ideales, con compromiso y con un profundo orgullo. Así lo sentí cuando debí hablar de mi hermana y la enorme satisfacción de tenerlos allí, presos y sin que ninguno de ellos tuviera siquiera el coraje de mirarme a los ojos.

Seguramente nos falta mucho para llegar a esa “Justicia” con mayúsculas que venimos reclamando desde hace 34 años, pero sin duda, por la memoria de mi querida hermana, que tanto dolor me causa su ausencia, por Alicia, por Juan, por Pedro, por Gerardo y por cada uno de los compañeros desaparecidos, la condena a estos responsables de tanto daño es un paso adelante. Un paso adelante en este largo camino que venimos transitando todos los que, de una u otra manera, sufrimos las consecuencias de la Dictadura Cívico-Militar más sangrienta que vivió el pueblo argentino.

A los sobrevivientes que pasaron por estos terribles lugares de la muerte, a quienes pudieron ver, sentir, escuchar o tocar a mi hermana, y a quienes aquí y en otros juicios hablaron con valentía de lo ocurrido les digo Gracias; sin ellos no hubiésemos podido reconstruir el rompecabezas de su destino.

No existe un final en esta historia... ella seguirá siendo “la Flaca”, “Paty” o “Lili” en la memoria y en el corazón de todos. Ella vive en la imagen de cada jovencita que lucha por un derecho, y aún más, vive en la imagen de mi nieta que lleva su nombre y de quien algún día le hablaré para que orgullosamente diga me llamo Liliana por mi tía abuela desaparecida.

Muchos años al llegar tu cumpleaños te coloqué flores junto a tu retrato; hoy además festejaré con alegría el saber que esos “personeros de la muerte”, que en algún momento se cruzaron en tu vida y que tanto daño te hicieron, terminaron sus últimos años de vida en una cárcel común.

Es un pueblo el que pide Justicia, es la Verdad la que triunfa y es la Memoria por la que todos los días levantamos sus nombres.

¡Hasta la victoria siempre!

* Hermana de Liliana Fontana, secuestrada embarazada el 1º de julio de 1977, junto a su compañero Pedro Sandoval. Testigo en el juicio ABO.

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