EL PAíS › RECIBIó A VECINOS DE LUGANO Y SE QUEJó PORQUE LA POLICíA NO VA ARMADA
“Hoy le tocó al Club Albariño, ayer fue el Indoamericano, van a ir a la casa de cualquiera”, dijo el jefe de Gobierno, exacerbando así el temor de los vecinos. También le reprochó al gobierno nacional: “¿Por qué desarmamos a la policía?”.
El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, recibió ayer a los vecinos de Villa Lugano que reclaman contra la toma del predio del Club Albariño. Eligió para el encuentro la sede del Instituto Superior de Seguridad Pública, el predio de Villa Soldati donde recibe entrenamiento la Policía Metropolitana. Y luego del encuentro, lejos de poner paños fríos al conflicto, se quejó públicamente de la orden del Ejecutivo nacional que prohíbe, desde 2004, que las fuerzas federales porten armas de fuego al actuar ante una protesta o un desalojo. “Hoy le tocó al Club Albariño, ayer fue el Parque Indoamericano, ya están en Retiro, en cualquier lugar, van a ir la casa de cualquiera”, exageró Mauricio Macri en referencia a los ocupantes, y le pidió al gobierno nacional que “haga cumplir la ley” y desaloje la canchita de fútbol de Santander y avenida Argentina.
“Sin duda, años de crecimiento económico no han bajado la pobreza, hay que seguir trabajando para que no haya inflación, para que haya más inversión, para que haya buenos puestos de trabajo. Pero la forma no es dando lugar a la violencia, a la ilegalidad y a que la policía esté desarmada custodiando a los que cometen un delito y conteniendo a los vecinos. Esto no es así. Hay que proteger a los vecinos, hay que proteger la cultura del trabajo y el esfuerzo”, afirmó Macri durante una conferencia de prensa, rodeado de vecinos de Villa Lugano.
El jefe de Gobierno, que aseguró que conoce “lo que es la pobreza y la exclusión”, sostuvo que los ocupas resultan un “mal ejemplo” para quienes trabajaron para comprarse una vivienda o la alquilan. “No queremos caer en manos de las mafias y los violentos”, dijo Macri, que esta vez no mencionó la “inmigración descontrolada”, aunque insinuó sus prejuicios. Habló de “nuestros” abuelos inmigrantes que vinieron a “trabajar y trabajar”, pero “siempre dentro de la ley”. El jefe de Gobierno dedicó la mayor parte de sus declaraciones a rebatir el discurso que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner había dado al mediodía por cadena nacional.
“Quiero pedirle que aplique la ley, la Constitución Nacional, la ley penal –exigió Macri a la Presidenta–; ella tiene la capacidad de darle la orden a la policía. Estamos poniendo en juego la vida de los vecinos de Lugano, anoche (por el domingo) me describían los tiroteos, las agresiones, las bolitas que tiraban con las gomeras que pueden sacar un ojo. La situación está muy violenta, muy violenta.” Luego vinieron las preguntas retóricas: “¿Por qué desarmamos a la policía? Y mucho peor: ¿Por qué anunciamos que la desarmamos?”.
Para el jefe de Gobierno porteño, el mensaje del Ejecutivo nacional, centrado en una resolución pacífica y política del conflicto, es “muy malo”. “El mensaje es ‘acá se puede hacer cualquier cosa y no hay consecuencias’. Si la policía está desarmada no va a hacer nada. Tiene la orden de no hacer nada. Esto es la antítesis de la sociedad democrática, libre, en la que queremos vivir”, insistió Macri. Luego volvió a sus imperativos, mientras los vecinos detrás suyo movían la cabeza, como dando respaldo a los pedidos.
“Señora Presidenta, dé la orden de desalojar el Club Albariño y todos los predios que están tomados en la Argentina. Restablezca el orden y la seguridad”, reclamó. Y siguió: “Le pido que entienda la magnitud de la violencia que estamos viviendo. No creemos falsas antinomias: defender la vida es lo mismo que defender la seguridad y la ley”, pidió, aunque los hechos de violencia no habían partido de los ocupantes sino de quienes impulsaban su desalojo. “Queremos tener una Navidad en paz”, afirmó.
A un costado del escenario montado para la conferencia, Marcelo Pivato, uno de los portavoces de los vecinos de Villa Lugano, demandó “pacificar” la zona luego de los incidentes del domingo pasado. “Fue una noche triste, muy dura para los vecinos”, dijo el hombre, que aboga por una salida política al conflicto. Luego denunció “actos de vandalismo” durante el enfrentamiento, dos robos de autos en las inmediaciones del terreno. También aclaró que la solución al problema de la ocupación debe partir de los gobiernos nacional y porteño.
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