Anoche, la presidenta Cristina Kirchner se subió al Tango 01 para iniciar su primer viaje del año al exterior con objetivos principalmente –aunque no únicamente– comerciales. Kuwait y Qatar son dos millonarios emiratos del Golfo Pérsico que desparraman petrodólares por el mundo pero poco y nada en la lejana Argentina. Hacia allá vamos. Con Turquía, en tanto, la relación tiene más historia pero el comercio viene en leve declive. Además de reunirse con los emires o presidentes y primeros ministros de cada país, Cristina Kirchner también mantendrá varios encuentros con empresarios y espera volver con anuncios de inversiones de varias cifras.

La Presidenta aterrizará el domingo alrededor del mediodía en Kuwait. Antes de eso, se habla de una escala turística mañana en Luxor, Egipto, una promesa de Cristina Kirchner a su hija Florencia, quien la acompañará en la gira. En Kuwait, en su calidad de invitados especiales del emir Sabah al Ahmad al Jabir al Sabah, los integrantes de la delegación quedarán alojados en el Palacio de Bayan, presentado como “una de las obras maestras arquitectónicas más finas” del país. Inaugurado en 1985 y con una superficie de casi un millón y medio de metros cuadrados, cuenta con todas las comodidades para que la Presidenta mantenga sus encuentros allí mismo.

El secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Luis María Kreckler, ya está desde el miércoles en Kuwait buscando darles las últimas puntadas a los acuerdos. La mira está puesta en el Fund for Economy Development, uno de los voluminosos fondos soberanos kuwaitíes, que busca oportunidades de negocios en los países en vías de desarrollo, principalmente en América latina. En Gobierno estimaban que habrá cerca de un centenar de empresarios argentinos acompañando la gira.

La agenda de la Presidenta en Kuwait contempla actividades el domingo y el lunes. Ese mismo lunes por la noche cumplirá la hora y veinte de vuelo hasta Doha, la capital de Qatar. Aquí no habrá palacios, pero dicen que el Four Seasons, con inmejorable vista al Golfo Pérsico, está bastante bien. Cuando el jeque Hamad Bin Khalifa al Thani visitó Buenos Aires, justo un año atrás, la Presidenta le propuso ser “socios, no clientes”, dado que ambos países presentan “economías altamente complementarias”.

El canciller Héctor Timerman adelantó que emprenderán la travesía llevando “veinticuatro proyectos privados con potencial de inversión”. Timerman recordaba por estos días una conversación reciente que mantuvo con el embajador del Líbano en Buenos Aires, quien le comentó que su país compraba más productos argentinos de lo que se pensaba, lo que ocurría era que lo hacía a través de Europa. “Vamos a buscar reemplazar esa triangulación a través de Europa y Estados Unidos”, subrayó Timerman antes de sumarse a la travesía.

Junto a la Presidenta viajan también el ministro de Planificación, Julio De Vido; el de Ciencia, Lino Barañao; el de Agricultura, Julián Domínguez; y la secretaria de Integración Regional, María del Carmen Alarcón. También el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y el de Entre Ríos, Sergio Urribarri, además de algunos legisladores, como la diputada misionera Julia Perie y el chubutense Juan País.

La pequeña pero millonaria Qatar, con fabulosas reservas de gas y de petróleo, importa casi la totalidad de los alimentos que consume, con lo que las perspectivas para Argentina son grandes, porque el año pasado apenas si le vendió por unos 20 millones de dólares. Ya en enero de 2010, la Presidenta y el jeque firmaron un acuerdo para incrementar el intercambio comercial. La expectativa estará puesta en los contactos con los fondos Investment Authority –con inversiones por todo el mundo– y el Hassad Food –dedicado específicamente a cuestiones de alimentos y agricultura–, ante los que hablará Cristina Kirchner.

En Cancillería marcaban también el costado político del viaje, teniendo en cuenta que Kuwait y Qatar suelen acompañar en los foros internacionales los reclamos argentinos por Malvinas. Por su parte, Argentina reconoció días pasados oficialmente al Estado Palestino, una preocupación del mundo árabe. Aunque Kuwait y Qatar funcionan en la órbita de los aliados norteamericanos, suelen dar signos de autonomía. De hecho, la cadena televisiva Al Jazeera –a través de la cual Al Qaida suele difundir sus mensajes– es creación del emir de Qatar.

Los últimos dos días de la gira, la Presidenta se trasladará a las dos principales ciudades de Turquía: la capital Ankara y la histórica y populosa Estambul. Con Turquía, Argentina tiene relaciones más fluidas que con los dos emiratos y suelen compartir posiciones en los foros en los que ambos participan, como el G-20 y el G-77, donde esta semana Argentina asumió la presidencia pro tempore. En la capital turca, CFK se reunirá con el presidente Abdullah Gul y, muy posiblemente, con el primer ministro Recep Erdogan. La relación entre ambos países tuvo un chispazo el año pasado, cuando Erdogan suspendió una visita a la Argentina porque el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, no permitió la inauguración de un busto de Kemal Ataturk, el padre de la Turquía moderna, para evitar el enojo de la comunidad armenia. En resarcimiento, la Presidenta llevará el jueves una ofrenda al mausoleo de Ataturk.

En Estambul, en tanto, está previsto que se realicen los encuentros con los empresarios. El intercambio entre ambos países bajó en el último tiempo y en el gobierno argentino plantean la visita como un “relanzamiento” de las relaciones bilaterales. “Es un país de cien millones de habitantes, es imposible no dialogar con ellos –explicó días atrás Timerman–. Es otro país con el que lamentablemente no hemos tenido la constancia de seguir trabajando.”