EL PAíS › LA CANDIDATURA DE CFK EN EL FRENTE PARA LA VICTORIA
A tres meses de la muerte de Kirchner la candidatura de CFK emerge sin rivales en el Frente para la Victoria. Quedó desactivada la combinación propiciada por la AEA: Scioli-Urtubey por el FpV, Sanz-Michetti por la oposición, Gerardo Martínez a la CGT y Techint a la UIA, para negociar un pacto de contención salarial al estilo italiano. La disolución del Peornismo opositor, a insulto limpio.
› Por Horacio Verbitsky
Con pocos días de diferencia, los gobernadores de Buenos Aires y de Salta, Daniel Scioli y Juan Manuel Urtubey, anunciaron que buscarán revalidar sus respectivos mandatos, y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Maurizio Macrì, descartó la posibilidad de hacer otro tanto en su distrito, porque su proyecto es presidencial. Se perfilan de este modo las principales alternativas que el electorado tendrá por delante en octubre: CFK vs. Macrì y quien surja del proceso interno de la UCR, cada uno con sus respectivas alianzas. Además habrá diversos candidatos testimoniales reacios a cualquier combinación que contamine su pureza, como Elisa Carrió y Fernando Solanas, o los de aquellas microfracciones de la paleoizquierda que llegaran al número de afiliaciones requeridas y obtuvieran en las primarias obligatorias el porcentaje de votos que exige la ley.
Esto descarta la compleja ingeniería electoral que desde mediados del año pasado propone la primera línea de la Asociación Empresaria (AEA), que debería haber conducido a la conformación de las fórmulas Scioli-Urtubey y Ernesto Sanz-Gabriela Michetti. La proyección nacional de Urtubey fue impulsada por el descubridor de talentos Alberto Fernández. Las reuniones tendientes a este resultado comenzaron a realizarse a mediados del año 2010, a instancias del directivo de la transnacional italiana Techint, Luis Betnaza, en la sede de la Unión Obrera de la Construcción. Betnaza es uno de los vicepresidentes de la Unión Industrial. En la media docena de encuentros realizados hasta ahora también participaron Michetti, Sanz, Urtubey, Alfonso de Prat Gay y el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez. Dentro de las previsiones del grupo figura la ascensión de Martínez a la secretaría general de la CGT, en lugar de Hugo Moyano, y la de Betnaza a la presidencia de la UIA, por Héctor Méndez. En esas reuniones se discute la coyuntura económica, con proyección de filminas, y se postula un pacto político y económico del tipo del celebrado en La Moncloa al concluir la dictadura española, que implicó el trueque de democracia política por economía neoliberal. Un experimento similar realizó en la Argentina Carlos Menem, aunque sin la ceremonia y las formalidades del acuerdo europeo. En realidad, la inspiración más directa es el pacto social italiano, con sus capítulos de 1993 y 1996, dirigido a frenar el nivel de los salarios. Una nueva ronda, impulsada este año por la FIAT, insiste con el recorte de derechos laborales adquiridos y los sustituye por premios a la productividad. Los trabajadores de la FIAT lo plebiscitaron en Turín, bajo la amenaza de que la multinacional emblemática cerrara sus plantas en Italia. El plan económico del acuerdo argentino se basaría en las exportaciones agropecuarias, agroindustriales y de commodities industriales como los tubos sin costura, con un de-sarrollo de Pymes al estilo de las que incuba Techint para atenuar la pérdida de puestos de trabajo. Mientras el gobierno celebra que la Argentina haya batido el récord histórico de inversión, las transnacionales que realizan sus negocios a escala global bufan por tener que hundir capital en el país por exigencia de un gobierno populista que de otro modo los amenaza con la rescisión de sus contratos, como acaba de ocurrir con Edesur. Los últimos anuncios de Scioli, Urtubey y Macrì redujeron el proyecto de AEA a una mera expresión de deseos, aunque todavía falte una eternidad para el cotejo electoral. Scioli debe concentrarse ahora en la defensa de su posición bonaerense, que también le apetece al intendente de Tigre, Sergio Massa, cuyos niveles de conocimiento e instalación superan a los de Martín Sabbatella. Pero el ex intendente de Morón compartirá la boleta con CFK, imán con el que no puede soñar su ex jefe de gabinete, luego de su actuación estelar en el capítulo porno del WikiLeaks argentino. El plus que aporte Sabbatella puede implicar para Cristina la victoria en primera vuelta, pero es comprensible que no entusiasme a Scioli. Aunque no le impidiera retener el cargo, lo dejaría en clara inferioridad frente a la presidente. Sería la primera vez desde 1983 que un candidato presidencial obtuviera en Buenos Aires más votos que su candidato a la gobernación. (En 1983, Alfonsín atrajo 0,5 por ciento menos votos que Alejandro Armendáriz; en 1995 Menem quedó más de cinco puntos atrás de Duhalde en Buenos Aires; en 1999 Duhalde reunió 5,5 por ciento menos votos que Carlos Rückauf y en 2007, Cristina obtuvo el 2,1 por ciento menos que Scioli.) Los debates sobre la sucesión en 2015 asumirían otro color.
Cuando el esposo de una mujer baleada en una salidera bancaria le reclamó acción contra la inseguridad, Scioli le dijo que tenía las manos atadas y el hombre lo hizo público. Una semana después, Kirchner lo instó en público a no tener miedo y revelar quién le ataba las manos para luchar contra la inseguridad. Scioli no respondió pero aprobó los preparativos de sus colaboradores para lanzarse como candidato presidencial. Imaginaba que si en marzo de este año las encuestas sobre intención de voto le daban los mejores resultados, Kirchner lo ungiría como sucesor. Si el ex presidente se resistiera, Scioli intentaría reagrupar a todas las fracciones del peronismo detrás de su escisión. Durante un encuentro en Olivos, Kirchner invitó a Scioli a presentarse como candidato en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias y le dijo que si le ganaba, él se encolumnaría detrás de su candidatura. Scioli se negó con protestas de lealtad. Esto es coherente con la imagen impoluta del gobernador que emerge de los cables de WikiLeaks (en uno de ellos consta que durante “el conflicto con el campo” Scioli se negó a “romper con los Kirchner” arguyendo que “si lo hago, se caen, y yo no soy golpista”). No es menos cierto que en caso de haber aceptado el reto, debía jugarse a todo o nada, lo cual no se ajusta a su personalidad. Esas eran las cavilaciones de Scioli la mañana del 27 de octubre, cuando una espontánea movilización tan doliente como combativa, que no cesó de crecer en las 72 horas siguientes, actuó como el chasquido que despierta a un hipnotizado. La ruta de la emoción recondujo a la racionalidad perdida en la espuma de los días y la trivialidad del debate mediático.
El primer día del verano, cuando Cristina expulsó de su gobierno al principal operador de la jugada de Scioli, nadie descifró mejor el mensaje que el gobernador. Una semana después, todavía, Scioli hizo público un almuerzo en Puerto Madero con la embajadora de Estados Unidos, un par de hombres de negocios y uno de los principales operadores de la CIA en el país. También había sido invitado un juez de la Corte Suprema de Justicia, que tuvo el buen tino de no asistir. Esta semana se cumplirán tres meses de la muerte de Néstor Kirchner. Algunos con alivio, otros con decepción han comprobado que pese a su dolor, Cristina desmintió con pulso firme e iniciativa política constante la imagen de dependencia respecto de Kirchner, construida para menoscabarla. El intento de presentar algunos pequeños contratiempos como signos del Apocalipsis chocó con el sentido común general. Nadie creyó que la ocupación de una manzana en Lugano por una pequeña banda de especuladores inmobiliarios, desbaratada en forma incruenta por un juez sobrio y activo; la escasez de billetes en los cajeros automáticos durante unos pocos días por déficits de gestión, los cortes de luz focalizados en algunos barrios por breve plazo, debidos a la falta de inversión privada en distribución como para cubrir los picos de verano e invierno; las dificultades para cargar combustible en algunas estaciones de servicio a raíz de un conflicto gremial y una disputa de intereses en la cadena de comercialización; y la detención en Barcelona de tres hijos de brigadieres vinculados con Duhalde, al llegar en un avión con una tonelada de cocaína, pudieran equiparse con los saqueos y el caos que acompañaron los últimos días de las dos últimas presidencias radicales, con el corralito, con el apagón general que paralizó el tránsito y la industria en el verano de 1989, con la condena judicial por lavado de dinero del narcotráfico al cajero de la campaña Menem-Duhalde en 1989, Mario Caserta, o con el aporte económico del Cartel de Juárez a la campaña de Eduardo Duhalde en 1999. Los esfuerzos por convertir estas farsas en una tragedia fueron inútiles. Más éxito tuvo la elección en Mar del Plata del mejor culo del verano.
El lunes 10, desde su lugar de descanso en Punta del Este, el gerente de la UIA, Martín Echegoyen, envió un mail a los contertulios para informarles que la reunión de la tarde en la UOCRA se suspendía. No incluyó ninguna explicación, pero tampoco era necesaria. El jueves 13, en un reportaje con La Nación, Michetti blanqueó la relación con Sanz, De Prat Gay y Urtubey, pero los presentó como amigos del alma, sin explicar las coincidencias políticas y económicas sobre la próxima etapa del país y su proceso electoral en las que estaban trabajando. Por si alguien pudiera pensar que la guiaba un interés personal, Michetti repitió varias veces que su preferencia era que Macrì aspirara a la reelección en la Capital y no a la presidencia. Tanto Macrì como Sanz negaron el acuerdo, como si se hubiera tratado de una especulación estival y no de un proyecto concreto. Las pintadas a favor de la candidatura de Scioli para 2011 se volvieron más detallistas: ahora explicitan que su candidatura es a la gobernación, y el propio Scioli terminó por afirmar que su intención era acompañar desde Buenos Aires a Cristina. Luego de años de tirantez e incluso denuncias cruzadas, Urtubey recompuso la deteriorada relación con su vicegobernador Andrés Zottos, y juntos buscarán la reelección para gobernar Salta. Aceptó integrar la comitiva presidencial en el viaje a Medio Oriente y Turquía como ratificación de su resignado apoyo a Cristina. Las únicas esperanzas que aún expresan algunos políticos y medios de la oposición, es que ella decida no buscar un segundo mandato. Despejado de este modo el panorama, Sanz sigue en carrera presidencial dentro de la UCR, en disputa, por ahora, con Ricardo Alfonsín, y más adelante se verá si también con la estrella fugaz de Julio Cobos. Por el momento, se verifica una estampida de sus partidarios hacia el campo de Sanz, temerosos de quedar sin silla cuando se interrumpa la música. Las reyertas del Peornismo opositor suben de tono. Los hermanos Rodríguez Saa acordaron con el ex senador Duhalde escalonar comicios regionales a partir de abril, pero no han conseguido interesar a Mario Das Neves y Felipe Solá. El chubutense dice que le robaron la idea de las internas adelantadas pero sin consultarlo. El gauchito gil descubre con algún retardo que su ex protector es derechoso y recibe como única respuesta un sonoro calificativo de imbécil. Con estos niveles de exasperación, es difícil imaginar cómo podrían llegar a un acuerdo sostenible de convivencia. El único decidido a seguir sin calcular pros ni contras es Duhalde, porque su motivación es la venganza. Tanto Das Neves como Solá advierten que en estas condiciones de disolución del Peornismo opositor, Duhalde terminará apoyando a Macrì a cambio de un cargo legislativo que le garantice inmunidad. El giro que está imprimiendo a su campaña provocó pánico en sus propias filas. Salvo el acto de lanzamiento, el resto de sus presentaciones se realizan en pequeños salones, nunca colmados. Sus apelaciones en contra de los derechos humanos y laborales y en favor de la internación de chicos en cuarteles militares, sus estridentes propuestas de represión como principio ordenador de la sociedad tienen la ventaja de la nitidez sobre las formulaciones genéricas de otros postulantes, pero sólo son atractivas para una franja marginal. Su plana mayor se reduce al matrimonio Camaño-Barrionuevo, a Miguel Angel Tomanzano y al glamoroso sindicalista Gerónimo Venegas. Pero hasta Venegas comienza a expresar sus temores, al advertir la fragilidad del proyecto de Duhalde, que lo dejaría desprotegido. Varios ex funcionarios de su interinato presidencial están deliberando cómo hacerle entender que ya no es el que fue y que el conurbano se ha vuelto un yermo para él.
La inopia de la oposición y la marcha serena de los indicadores económicos, le confieren más interés a la competencia entre candidaturas dentro del oficialismo, en distritos donde se multiplican las alternativas, como la Capital y Santa Fe, en los que el Frente para la Victoria sólo obtuvo la adhesión de uno de cada diez electores en los últimos comicios. Ahora, en cambio, tres figuras fuertes se disputan la chance de destronar al macrismo en la Ciudad Autónoma, y dos aspiran a confrontar con el Frente Radical-Socialista en el Litoral. Un fenómeno que se observa en todo el país es que Cristina tracciona a los precandidatos locales de su fuerza, lo cual le permite esperar a que decanten las pugnas en cada distrito, sin ungir a ninguno. Cuatro de ellos son o fueron ministros de los gabinetes kirchneristas (Carlos Tomada, Amado Boudou, Daniel Filmus y Rafael Bielsa) y el restante preside el bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria (Agustín Rossi). A lo sumo, trascienden en sordina comentarios cálidos o reticentes hacia alguno de ellos, vertidos en privado por Cristina, y se sabe que al menos dos no clavaron la bandera antes de consultarla. Este es el panorama a siete meses de las primarias y a nueve de la elección presidencial. A medida que se definan las demás candidaturas, alguna podrá crecer hasta constituirse en una opción viable frente a la actual presidente. La dificultad surgirá cuando los interroguen sobre las políticas centrales del kirchnerismo, como la AUH: si las repudian, se aíslan de una sociedad que las apoya; si las asumen, aun con reparos, como ya hicieron Sanz y Duhalde, mellan la legitimidad de sus propios proyectos, basados en la diferenciación y la denuncia y se exponen al cotejo con la posición que asumieron cuando esas medidas se adoptaron.
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