Dom 23.01.2011

EL PAíS  › SIETE CLAVES DE LA INVESTIGACION SOBRE EL AVION QUE LLEGO A BARCELONA CON CASI UNA TONELADA DE COCAINA

Las hipótesis del caso Juliá

El descargo del piloto Matías Miret y los datos que no cierran. Las hipótesis que maneja el juzgado. Por qué es posible que la droga se cargara en Morón y por qué se mantiene como opción Cabo Verde. Un anónimo sospechoso.

› Por Raúl Kollmann

En el atardecer del viernes, quienes rodean al juez en lo Penal Económico Alejandro Catania se mantenían firmes en el diagnóstico: “No sabemos si la droga se cargó en Morón o en Cabo Verde. Por más que hagan ruido, por ahora no hay elementos contundentes que confirmen una u otra hipótesis. Desde ya que Morón tiene pocos controles y se pudo cargar ahí, más aún teniendo en cuenta que se trata de hijos de brigadieres. Pero no tenemos ni un solo testigo que diga que vio algo que nos lleve a conclusiones consistentes. La respuesta nos la va a dar el juez español o la Guardia Civil. Mientras tanto seguimos avanzando en precisar quién es responsable de cada cosa en la que tuvo que ver el avión.” Como sostiene el juzgado, el caso de los 944 kilos de cocaína tiene, todavía, muchas preguntas sin respuestas, y otras que ya tienen alguna explicación.

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Matías Miret, a través de su esposa, dice que la droga se cargó en la Argentina y que él no supo nada. Lo llevaron como piloto, engañado. ¿Es así?

–La versión por supuesto beneficia a Miret, porque si la droga se cargó en la Argentina, él puede alegar que se subió a pilotear el avión y no vio nada raro. Pilotos experimentados en volar el Challenger, consultados por este diario, afirmaron que una tonelada de peso en esa aeronave no tiene por qué notarse: su potencia es tal, que no altera en nada los parámetros. En cambio, si se subió en Cabo Verde, no pudo dejar de notarlo, sobre todo porque una tonelada adicional no puede pasar inadvertida entre un vuelo y otro, después de una escala.

Lo que le juega en contra es que, además, Miret no sólo estuvo en el vuelo de los 944 kilos de cocaína, sino también en el vuelo Buenos Aires-Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia-Buenos Aires que hizo Medical Jet en abril. Esto fue verificado por Página/12 tanto en el listado que tiene la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) como en la Dirección Nacional de Migraciones. Miret aparece en el vuelo de ida, el 14 de abril, y en el de regreso, el 16 de abril. Los pasajeros fueron los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, dos ciudadanas bolivianas, Elian y Natalie López Cuellar, el colombiano John Wilson Díaz Vélez, y el argentino Daniel Amitrano. Estos dos últimos están siendo investigados por el juez Marcelo Aguinsky como proveedores de cocaína de la organización que supervisó en Buenos Aires la modelo colombiana Angie Sanclemente, con el alias de Diamante. Lo extraño es que la esposa de Miret, Agustina María Conil Paz negó en forma categórica que su marido haya estado en Bolivia en aquel vuelo. Tal vez ella no lo sabía, pero no queda claro.

Lo cierto es que Miret estuvo en dos vuelos relacionados con el narcotráfico, el de Barcelona y el del aeropuerto Viru Viru, en Santa Cruz de la Sierra.

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¿Hay otro dato extraño?

–Efectivamente. Y surge de la pesquisa. El Bombardier Challenger fue alquilado en Fort Lauderdale y lo trajeron a la Argentina el 6 de noviembre de 2010. Lo llamativo es que, según los registros oficiales de Ezeiza, en ese vuelo, con escala en Curazao, vinieron los hermanos Juliá, Matías Miret y su esposa, María Agustina Conil Paz. En sus diálogos con el diario La Nación, la esposa de Miret sostiene que la única relación del marido con los Juliá fue el viaje a Barcelona, desmintió lo de Viru Viru y ni habló de que estuvieron en el vuelo en que se trajo el Challenger a la Argentina. Este diario pudo chequear que en Migraciones figura que Miret y Conil Paz entraron al país ese día, en ese vuelo privado.

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¿Se pudo haber cargado la droga en Morón?

–Es una posibilidad. Así lo consideran el juez Catania y su secretario letrado Martín Castellano. Durante las dos inspecciones que hicieron a la Base Aérea de Morón, que incluye el aeródromo, se llevaron una pésima impresión sobre las medidas de seguridad. En su declaración del viernes, el jefe civil del aeródromo, Ricardo Palazón, sostuvo que la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) sólo maneja –a través de la empresa de seguridad USS– una de las cuatro entradas de la Base. Las otras tres están en manos de la Fuerza Aérea. La estructura militar emitió un dictamen jurídico en abril según el cual no corresponde traspasarle a la ANAC el aeródromo de Morón, de manera que la Fuerza Aérea retuvo el control. Pilotos que han despegado y aterrizado allí le dijeron a este diario que, efectivamente, la Base y el aeródromo es manejado por la Fuerza Aérea. Por otra parte, todos los aviadores que se formaron como militares saben que los costos de Morón son muy inferiores a los de Ezeiza –900 dólares por día– o San Fernando –600 dólares–, por lo que utilizan ese aeródromo en forma preferencial. Todas las fuentes coinciden en que los hijos de los brigadieres tuvieron allí la posibilidad de “carnetear”, es decir hacer pesar su calidad de vástagos de José Juliá, ex jefe de la Fuerza Aérea, y en el otro de José Miret, jefe de Planeamiento de la fuerza durante la dictadura.

En el Ministerio de Defensa reiteran lo que dijo públicamente el titular de la cartera, Arturo Puricelli, esta semana: puede haber problemas de control e incluso personas de la Fuerza Aérea a los que se le pueda imputar un delito, pero no se puede adjudicar la responsabilidad a toda la institución.

Tal como adelantó este diario la semana que pasó, el Bombardier Challenger no estuvo en ningún hangar, sino en una plataforma que está muy a la vista en el aeródromo de Morón. La aeronave se ve desde la torre de control y desde los hangares de las escuelas de aviación. Por ahora no hay ningún testigo que haya pasado por el juzgado y que cuente que vio algo raro. Es muy posible entonces que la droga –si se cargó en Morón– se haya acondicionado de noche.

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¿Se pudo cargar la cocaína en Ezeiza o en Mar del Plata?

–Parece improbable. En el juzgado y en la PSA afirman que revisaron las grabaciones de las cámaras de seguridad que tuvieron enfocado al Challenger durante todo el tiempo que estuvo en la terminal y no se aprecia que se haya hecho ninguna carga. Mar del Plata también parece poco probable: el vuelo se hizo a principios de diciembre y no parece lógico que hayan tenido la cocaína en el avión durante tantos días. Siempre puede ocurrir algún imponderable, como por ejemplo que pase un perro entrenado para la detección de drogas. De manera que todo indica que la cocaína fue subida al avión –si es que la carga se hizo en la Argentina– en los días previos al despegue hacia Cabo Verde y Barcelona.

Todo esto no exime que el juzgado esté estudiando las responsabilidades en el control de Ezeiza. Por eso allanó las oficinas de la Aduana, la PSA y la ANAC en esa estación aérea. Los hermanos Juliá declararon que no llevaban carga, pero en el juzgado quieren saber si de todas maneras debió haber una inspección.

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¿Por qué sigue vigente la hipótesis de que la cocaína pudo haberse subido al avión en Cabo Verde?

–El ministro de Interior, Florencio Randazzo, no sostiene que para el Gobierno la droga se cargó en la isla africana, sino que esa hipótesis no está descartada. Y es lo que dicen también en el juzgado. Hay un documento oficial de Interpol Cabo Verde que informó al juzgado que el Bombardier Challenger sólo estuvo en Isla de Sal unos 50 minutos y que únicamente cargó combustible. Sin embargo, no se le da ciento por ciento de credibilidad. En primer lugar, porque Interpol Cabo Verde no es sino una dependencia de la policía de esas islas y en los informes de Europol se sostiene que Cabo Verde es un punto de importancia en las rutas del narcotráfico hacia España, lo que envuelve a la policía en ese delito. Pero, además, las cuentas no terminan de cerrar. Un informe español indica que el avión voló de Buenos Aires a Cabo Verde en 8,5 horas, es decir en ocho horas y media. Y que el vuelo Cabo Verde-Barcelona se hizo en 4,3 horas, es decir, cuatro horas y treinta minutos. Teniendo en cuenta que entre la Argentina y España hay tres horas de diferencia horaria, que el Challenger despegó de Ezeiza a las 20.44 y que tocó tierra, siempre según el informe español, a las 15.05, hay dos horas y media inexplicadas. Nuevamente el punto aquí es cómo estaba escondida la droga: si se subió camuflada como carga, es posible que se haya hecho en Cabo Verde, si estuvo embutida en el piso, en el fuselaje o en los tapizados, no pudo hacerse en esas dos horas y media. Lo único que llegó desde España, en forma oficial, es la frase “la droga estaba debajo de unos cajones”.

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¿Existe un anónimo de esposas de oficiales y suboficiales que trabajan en la Base de Morón?

–Sí, existe. No es verdad que lo hayan recibido en el juzgado que investiga el caso. Es más, el magistrado ya ha hecho saber que si llega a sus manos no lo tomará en cuenta. El texto sostiene que la droga fue traída hasta Morón en dos aviones de oficiales de la Fuerza Aérea y que se cargó en el Challenger con el visto bueno de otros jefes de la fuerza. En el anónimo se mencionan, con nombre y apellido, siete oficiales. Sin embargo, es posible que se trate de una operación de un sector de la Fuerza Aérea contra otro e incluso de alguien que está involucrado en el caso y se quiere sacar la responsabilidad de encima. El texto maneja mucha información en detalle, pero hay un error grosero para alguien que exhibe tanto conocimiento: señala que el avión estuvo dentro del hangar, clausurado, de CATA. En el juzgado ya probaron que eso no fue así. También dice que dos oficiales, dueños de aviones Cessna, utilizan los repuestos de la Fuerza Aérea. La realidad es que la Fuerza Aérea –según afirman sus responsables– sólo tiene un Cessna y los repuestos, por lo que se sabe, no están en Morón.

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¿Cuál es la clave de la causa judicial en la Argentina?

–Sin dudas, la información que venga de España. Este diario señaló desde el primer día que resultan fundamentales los datos que salgan de la computadora de a bordo, que registra –entre otras cosas– los pesos de cada despegue, los tiempos, las escalas. Según explicaron a este diario los pilotos que volaron el Bombardier Challenger, la computadora es inviolable, es decir que ni siquiera el juez español ni un mecánico puede acceder a los datos. La computadora debe ser chequeada por la fábrica del avión que es la que le tendrá que informar a la Justicia española. No es algo que se haga de un día para el otro, pero tampoco es un trámite que dura semanas. Más allá de esa información, parece obvio que la Guardia Civil viene investigando el caso desde hace rato, al menos de acuerdo con lo que dijo el número dos del gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba. Es posible que la operación antinarco haya tenido un agente encubierto, pero lo cierto es que poco sabe de los principales responsables. Es más, no ha trascendido en España que existan más detenidos. Los hijos de los brigadieres fueron apenas un eslabón de la organización: alguien proveyó la cocaína y, sobre todo, existe quien financió y quien iba a manejar la droga en el destino, o sea los distribuidores en el mercado español y europeo. Por ahora, de los peces grandes, se sabe poco y nada.

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