EL PAíS › EL FRENTE PARA LA VICTORIA ES LA FUERZA QUE MáS DIPUTADOS ARRIESGA EN LAS ELECCIONES
El Frente para la Victoria pone en juego 47 de las 87 bancas que tiene en Diputados y 15 de las 24 que estarán en disputa en el Senado. Para tener mayoría propia tendría que ganar con más del 50 por ciento de los votos.
› Por Miguel Jorquera
El próximo Presidente tampoco tendrá mayoría propia en el Congreso. Tal como están dadas las estrategias y alianzas electorales de los principales partidos políticos, ninguno de los precandidatos que por ahora aspiran a llegar a la Casa Rosada en las elecciones de octubre alcanzaría una supremacía parlamentaria para gobernar sin sobresaltos. Ni siquiera un hipotético triunfo en primera vuelta de Cristina Fernández le permitiría al kirchnerismo recuperar el control del Parlamento. El Frente para la Victoria pone en juego 47 de 87 bancas en Diputados y 15 de las 24 que estarán en disputa en el Senado. La UCR debe renovar el mandato de 20 de sus 42 diputados y de 3 senadores, mientras sus aliados más cercanos, el socialismo y el GEN, arriesgan casi todos sus escaños. Muchos más lejos de alcanzar quórum propio están el Peronismo Federal, que pone en disputa la mitad de las 34 bancas que ocupan los diputados del PJ disidente y 4 de sus senadores; el macrismo llegará a las elecciones con sólo 9 diputados y ningún senador; la Coalición Cívica renueva la mitad de sus 19 diputados, y Proyecto Sur mantendrá sólo 4 legisladores con mandato hasta 2013.
Las elecciones legislativas de 2009 pusieron a prueba la gestión del gobierno de CFK. El kirchnerismo perdió ahí la mayoría parlamentaria en ambas cámaras que había alcanzado en las presidenciales de 2007, aunque conservó la primera minoría. Mientras la dispersa oposición actuó como un bloque único, en el ya disuelto Grupo A, con el que también le arrebató al oficialismo la mayoría en todas las comisiones del Congreso.
El kirchnerismo resistió la embestida opositora en la Cámara baja con la delicada paridad conseguida en el Senado, pero aun así no pudo imponer su proyecto de Presupuesto para 2011 –prorrogó el de 2010– y la Presidenta tuvo que vetar la ley que implementaba el 82 por ciento móvil para jubilados y pensionados que la oposición logró imponer –con el desempate de Julio Cobos– a fines de 2010 en el Senado.
Pero las diferencias entre los variopintos bloques opositores le impidieron avanzar con algunas banderas de campaña, como fue la baja a las retenciones a las exportaciones agropecuarias durante el conflicto con las patronales ruralistas. La únicos proyectos que lograron avanzar en el Congreso fueron los que partieron transversalmente a todos los bloques políticos, como la ley de matrimonio igualitario, o las que requirieron de trabajosos acuerdos como la ley de glaciares.
Una realidad parlamentaria con la que tendrá que lidiar el próximo Presidente electo en octubre, ya que ninguno de los precandidatos, ni siquiera en el mejor de los escenarios para cada uno de ellos, lograría mayoría propia en el Congreso.
Tampoco el arrastre electoral de la posible reelección de la presidenta Cristina Fernández en primera vuelta –que encabeza las encuestas de intención de voto– le permitiría al oficialismo volver a contar con quórum propio en Diputados. En su último y fracasado intento por aprobar el Presupuesto 2011, el kirchnerismo y sus más fieles aliados lograron sentar en sus bancas a 119 diputados, diez menos de los necesarios para abrir la sesión. Es decir, la mitad más uno de los 257 legisladores que componen la Cámara baja.
Pero en estas elecciones el FpV también pone en juego gran parte de sus propias bancas: 47 de las 87 que ostenta. Y 16 de ellas pertenecen a la provincia de Buenos Aires, donde se eligen 35 diputados. Es decir que en el principal distrito del país el kirchnerismo necesitaría realizar una excelente elección con casi el 50 por ciento de los votos sólo para mantener sus actuales diputados por esa provincia. Lo mismo le sucederá en provincias más chicas, aunque con mejor pronóstico pero con una proporción mucho menor de bancas en pugna, como Entre Ríos (que reparte 5), Chaco (4), Tucumán (4), Jujuy (3), Salta (3), San Juan (3) o Santa Cruz (3).
Por otro lado el oficialismo debe renovar una importante cantidad de legisladores en distritos en que los sondeos previos no le son favorables, con dos o tres fuerzas se disputan en cierta paridad una cantidad menor de escaños: Córdoba (elige 9), Santa Fe (9) y Mendoza (5). Distinto será si el kirchnerismo logra polarizar con el macrismo la elección porteña, que reparte 12 bancas y donde los K sólo arriesgan una.
Los aliados k también se juegan mucho. Los fieles del Frente Cívico Santiagueño que responden al gobernador radical Gerardo Zamora deben revalidar las 4 bancas que se disputarán en la provincia. Nuevo Encuentro renueva 3 de sus 5 diputados. Y varios de los bloques unipersonales que acompañaron al oficialismo desaparecerán si no logran renovar sus bancas, como los radicales concertacionistas.
A la UCR no le iría mejor. Aunque dividido en muchos más distritos, los radicales renuevan 20 de sus actuales 43 diputados. Ni el hipotético arrollador triunfo de cualquiera de sus hasta ahora tres precandidatos –Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz y Julio Cobos– los acercaría al número mágico: 129 diputados para obtener quórum propio. Incluso tampoco accedería a convertirse en la primera minoría en la Cámara baja.
La situación de sus principales aliados tampoco favorece las aspiraciones parlamentarias del radicalismo. El Partido Socialista renueva 5 de los 6 diputados y el GEN de Margarita Stolbizer 3, de sus 5.
Al Peronismo Federal tampoco le alcanzan los números. Renueva 16 de los 34 diputados que reúnen los dos bloques del PJ anti k: 11 de los 28 que comanda Felipe Solá y 5 de los 6 que dirige Graciela Camaño. Mientras los díscolos peronistas de Córdoba y La Pampa conservarán dos escaños cada uno. El macrismo solo está mucho más lejos aún. Mantendrá un bloque de nueve diputados y ni una alianza electoral o parlamentaria con el PJ disidente lo arrimaría al quórum propio.
Otros aspirantes presidenciales están más lejos aún de llegar al Gobierno con una fuerza legislativa de peso. La Coalición Cívica de Elisa Carrió irá (por ahora) sola a las elecciones y sólo retendrá 10 de sus actuales 19 diputados. Fernando “Pino” Solanas deberá renovar 1 de los 5 diputados de Proyecto Sur y varios entre sus aliados del interbloque de centroizquierda: el SI 2 de sus 3; Libres del Sur sus 2 bancas y Miguel Bonasso la propia.
El kirchnerismo tendrá también el gran desafío de retener las bancas de sus senadores para conservar el frágil equilibrio de fuerzas en la Cámara alta. Ocho provincias irán a las urnas para renovar un tercio de los 72 senadores nacionales: Buenos Aires, Formosa, La Rioja, Misiones, San Juan, Jujuy, San Luis y Santa Cruz.
De las 24 bancas que están en juego en el Senado, los k arriesgan 17 de su bloque de 31. Aunque la mayoría de los sondeos les son favorables en esas provincias, salvo en San Luis, el oficialismo podría perder algunas de esas bancas en la disputa electoral. Por ejemplo en Misiones, donde podría ganar la elección y los dos senadores por la mayoría, mientras que hasta ahora los tres legisladores que llegaron al Senado en listas diferentes están integrados al bloque k. También en San Luis deberá esforzarse para mantenerse como segunda fuerza y alcanzar la banca de senador por la minoría. Incluso en Santa Cruz, donde en 2009 la UCR ganó por poco la elección de diputados nacionales.
Los peronistas federales pondrán en juego las bancas de algunas de sus principales figuras que forman parte de un interbloque de once senadores: Carlos Menem por La Rioja; Hilda “Chiche” Duhalde por Buenos Aires, y Adolfo Rodríguez Saá y Liliana Negre de Alonso por San Luis. Aunque los puntanos descartan su reelección, para los otros dos será muy difícil mantener su banca.
Para los radicales el tema será menos complejo. Sólo renuevan tres de sus 17 senadores, cuyas bancas no dudan en retener. La bancada de la UCR reuniría nuevamente una veintena de senadores, incluyendo a los dos catamarqueños del Frente Cívico y al correntino que responde al gobernador Colombi, que mantienen sus propios bloques pero que participan de la estrategia radical. Aun así, lejos de los 37 necesarios para el quórum propio. Lo que dejaría al Senado en el mismo delicado equilibrio actual.
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