Mar 15.02.2011

EL PAíS  › ALUMNOS DE AVIACIóN COMPLICARON A LOS JULIá EN EL CASO DEL AVIóN CON COCAíNA

Los primeros testigos de la carga

En el juzgado de Alejandro Catania declararon estudiantes de la escuela Fly Center y contaron que, en la Base de Morón, vieron a desconocidos trabajando en el piso del avión y también a los autos de los hermanos Juliá junto a la nave.

› Por Raúl Kollmann

En el Juzgado en lo Penal Económico que está a cargo de Alejandro Catania por primera vez consideran que se reunieron evidencias concordantes que indican que los hermanos Eduardo y Gustavo Juliá cargaron en la Base Aérea de Morón los 944 kilos de droga que terminaron incautados en Barcelona. Estudiantes de la escuela de aviación Fly Center declararon que vieron a personas desconocidas trabajando en el piso del avión, otros contaron que fueron testigos de que se sacaron los asientos del aparato y varios más coincidieron en que el BMW de uno de los Juliá y el Audi del otro se colocaron de culata contra el Bombardier Challenger a mediados de diciembre, por lo cual se supone que ése fue el momento en que la droga se subió al avión. El juzgado trabaja ahora en la investigación de todos los vuelos anteriores de los Juliá y Matías Miret, incluyendo el realizado a Bolivia en abril, dos a España en junio y dos también a España en diciembre, en aviones comerciales.

Como anticipó Página/12 en exclusiva hace ya más de un mes, un informe extraoficial de las autoridades españolas dio cuenta de que la droga que se intentó ingresar por el aeropuerto de Barcelona el 2 de enero estaba escondida en el piso del avión y que la cocaína habría sido cargada en la Base Aérea de Morón.

Desde entonces, ante Martín Castellano, secretario del Juzgado en lo Penal Económico, desfilaron más de cien testigos, oficiales y suboficiales de la Fuerza Aérea, empleados de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y estudiantes de las distintas escuelas de vuelo que funcionan en el aeródromo de Morón. El problema inicial fue que los efectivos de la Fuerza Aérea y los empleados de la ANAC trabajan en oficinas ubicadas lejos de donde estuvo estacionado el Bombardier, de manera que se pudo sacar poco y nada de esos testimonios.

Sin embargo, Castellano obtuvo los mejores testimonios de los estudiantes de la escuela de vuelo Fly Center, que está relativamente cerca de la plataforma donde estuvo el Bombardier. Como, además, el porte del avión era totalmente inhabitual para Morón, esos estudiantes se interesaron por el aparato, al punto de que se sacaron fotos, pidieron autorización para subir y hablaron con los Juliá en varias oportunidades.

Uno de los testigos contó que quiso subir al avión a mediados de diciembre, pero lo frenaron en la escalerilla. Desde esa posición pudo ver que había varias personas trabajando en el piso, aparentemente levantado, del aparato. Los Juliá usaron los diálogos con los estudiantes para dejar instalada la idea de que realizaban un retapizado del avión, algo que también dieron como excusa para alquilar un galpón cercano al aeródromo. El dato –también adelantado en exclusiva por este diario hace dos semanas– encaja con la sospecha de que todos los trabajos de acondicionamiento de la droga se hicieron en Morón.

Otros elementos se sumaron a estas evidencias. Estudiantes a los que sí les permitieron subir al avión vieron que había asientos que no estaban en su lugar. También hay testimonios de que los dos vehículos de los Juliá –un auto BMW y una camioneta Audi– se posicionaron de culata frente al avión a mitad de diciembre, por lo que queda toda la sensación de que fue por esos días cuando se subió la cocaína.

Parece claro que los Juliá aprovecharon los notorios agujeros en la seguridad que había en la Base Aérea de Morón. Todo indica que los hijos de los brigadieres entraban por la puerta conocida como Puesto Charlie, a cargo de una empresa de seguridad contratada por la ANAC. Allí no quedaban registrados los ingresos. Pero lo más serio es que la Base Aérea de Morón, un área sensible en cualquier esquema de seguridad, no contaba con cámaras de ninguna naturaleza, es decir que no existe ni una sola imagen del avión ni de quienes accedieron a él.

El juez Catania y el secretario Castellano están ahora trabajando en los vuelos previos que hicieron los Juliá. Hasta el momento, en el expediente aparece como probado que la empresa de los hijos de los brigadieres hizo un llamativo viaje a Bolivia entre el 14 de abril y el 16 de ese mismo mes. En el vuelo estuvieron –de acuerdo con la planilla oficial de Migraciones– los hermanos Juliá y Matías Miret. La esposa de éste sostiene que Miret no realizó ese viaje a Santa Cruz de la Sierra, en el que transportaron a dos personas sospechadas de ser proveedoras de cocaína, pero para Catania las evidencias son claras. En el juzgado se analiza la posibilidad de que el magistrado viaje a España a entrevistarse con el juez español. Se requiere de una autorización de la Corte, pero sobre todo tener la seguridad de que en Barcelona la Justicia le dará al magistrado argentino acceso al expediente que se instruye allá.

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