Sáb 08.02.2003

EL PAíS

“No se va a escapar ni uno, vamos a volarlos a todos en sus casas”

Tras realizar un escrache a Massera, los vecinos de la Asamblea Plaza Rodríguez Peña fueron amenazados.

› Por Irina Hauser

“No se va a escapar ni uno. Tenemos teléfono, dirección, familia, acceso a los mails. Vamos a volarlos en sus casas con la familia adentro. Que las viejas vayan comprando pañuelos blancos (si salen de los escombros).” Esta es una de una seguidilla de amenazas que los integrantes de la asamblea de Plaza Rodríguez Peña comenzaron a recibir por e-mail hace cerca de un mes. Las intimidaciones comenzaron a llegar después de que los vecinos convocaron a un escrache, a mediados de enero, contra el represor Emilio Massera y se agravaron –señalando datos puntuales de algunas personas y mostrando seguimientos precisos– con la organización de otro escrache dedicado al jefe del Ejército Ricardo Brinzoni. Algunos de los mensajes, de hecho, contenían alusiones a ambos eventos. Los caceroleros hicieron una denuncia ante la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
Desde que comenzaron a funcionar hace más de un año, las asambleas barriales fueron amedrentadas de muchas formas: advertencias telefónicas, seguimientos policiales, allanamientos inexplicables y en algún caso hasta un breve secuestro, entre otras cosas. Los asambleístas de Rodríguez Peña –que ya tuvieron “episodios de intimidación policial” los días que realizan un merendero en la plaza– vinculan las nuevas amenazas recibidas por correo electrónico con el escrache contra Massera, que se realizó el 12 de enero, y con otro contra Brinzoni que varias asambleas y otras organizaciones sociales harán el miércoles próximo para repudiar los honores que rindió al genocida Leopoldo Galtieri en su funeral.
Uno de los textos más recientes que recibió la asamblea, por ejemplo, decía: “Sigan tirando de la cuerda hijos de mil reputas haciendo escraches al almirante Massera y al general Brinzoni. En estos días tendrán noticias nuestras porque a uno de ustedes les va a pasar algo terrible”. “Ambas acciones”, señalan los vecinos en alusión a los escraches, parecen haber despertado “reacciones de sectores totalitarios afines a la metodología del terrorismo de Estado”.
Algunos de los e-mails llegaron a una dirección electrónica compartida por la asamblea, otros directamente a las casillas personales de sus miembros y algunos aparecieron en Indymedia. Como remitentes aparecen nombres como “Comando Almirante Massera”, “Juan Humor”, “Grupo Ramón Camps” y “Tamara Lempicka” (este último nombre es el de una pintora polaca que escapó de la revolución rusa y adscribió al nazismo). “Creemos que hay determinadas fuerzas que no actuarían por amenazas, pero sí puede haber grupos de simpatizantes que lo harían de esa manera”, explica Julio, uno de los caceroleros.
Una de las cuestiones que más alarmó a los asambleístas fue recibir mensajes con datos personales de cada uno de ellos, incluso números de teléfono, y otros que aludían a situaciones puntuales de sus reuniones. Uno de los más recientes, por ejemplo, decía: “nos encanta que se junten todos, así los filmamos a todos juntos. Al pelotudo con barbita que el otro día se preocupaba por si había alguien de los servicios, y se excitaba mirando para todos lados, le digo que no se caliente porque aunque estemos filmando no lo va a ver. No se quejen cuando destruyamos sus casas, o cuando aparezcan baleados. Ya que estamos, saludos a Brinzoni. Trátenlo bien: lo necesitamos”. Y al pie decía “1976”. Otro mail divulgaba los datos personales de Gimena Sakin y sus hermanos y sus padres, oradora en el escrache a Massera bajo la frase “el que escracha último escracha mejor”.
En la asamblea de Rodríguez Peña evalúan que esta situación coincide con los intentos del Gobierno a través de un proyecto que impulsan el ministro del Interior, Jorge Matzkin, y el jefe de la SIDE, Miguel Angel Toma, para impulsar un proyecto de ley que legalice el accionar de las fuerzas armadas en tareas de inteligencia y represión interna mientras crece la criminalización de la protesta social. “A diferencia de los grupos anónimos que se esconden detrás de una casilla de correo, nosotrosconvocamos y organizamos nuestras acciones públicamente”, dice un comunicado de los asambleístas. “No vamos a dejar de hacer nada -aseguran– aunque nos sigan intimidando”.

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