Sáb 12.03.2011

EL PAíS  › UNA COLOMBIANA Y UN VENEZOLANO, JUNTOS EN UNASUR

“Kirchner estaría contento”

Por consenso, el bloque sudamericano resolvió designar en el puesto que dejó vacante la muerte de Kirchner una Secretaría General alterna. Primero María Emma Mejía y luego Alí Rodríguez.

› Por Martín Granovsky

El delegado de la Presidencia argentina, Rafael Follonier, lo resumió con una frase: “Néstor Kirchner estaría contento”. Fue su comentario a Página/12 tras la decisión de los Estados de Unasur sobre la Secretaría General. La ejercerán, un año cada uno, Colombia y Venezuela.

Los gobiernos acordaron por consenso que ahora asumirá la ex canciller colombiana María Emma Mejía, propuesta por el presidente Juan Manuel Santos, y en 2012 el ministro venezolano Alí Rodríguez, sugerido por Hugo Chávez.

El arreglo fue realizado en Quito en coincidencia con la firma del tratado constitutivo, que oficializa la personería jurídica internacional de Unasur. El bloque representa a 317 millones de personas y está integrado por Surinam (hoy en la presidencia), la Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile, Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Paraguay, Ecuador y Guyana.

“Hace pocos meses Venezuela y Colombia estaban enfrentados”, dijo Follonier. “Y ahora no sólo tienen buenas relaciones sino que hasta compartirán la Secretaría General de Unasur por turnos”, explicó.

A cargo de la Unidad Presidenta de la Casa Rosada, Follonier tiene rango de secretario de Estado. En 2009 y 2010 fue uno de los negociadores argentinos para que Kirchner llegara a ocupar la Secretaría General de Unasur. Luego trabajó como uno de los colaboradores de Kirchner en el organismo. En agosto del año pasado Follonier y el actual secretario de Medios, Juan Manuel Abal Medina, integraron el equipo que acompañó a Kirchner en la mediación para que Venezuela y Colombia reanudaran el vínculo diplomático que habían roto en julio.

La normalización de relaciones se produjo el 10 de agosto, tres días después de la asunción de la Presidencia de Santos. Tanto la canciller de Santos, María Angela Holguín, como el canciller de Chávez, Nicolás Maduro, participaron de aquellas complejas negociaciones. Ayer, los dos comentaron el episodio en Quito y recordaron la participación activa de Kirchner en la solución. La mediación fue también un resultado de la sintonía fina entre el gobierno de Cristina Fernández y el de Lula, así como la Secretaría General consecutiva de Colombia y Venezuela es un producto de la sintonía entre Cristina y Dilma Rousseff, jefas de los Estados más grandes del bloque.

Mejía y Rodríguez son del norte de la región, igual que Surinam. Compensarán ahora ese sesgo designando un gabinete asesor que incluirá funcionarios de Sudamérica. Follonier podría integrarlo, dijo a este diario un miembro de la comitiva argentina que formaron también el vicecanciller Alberto D’Alotto y el subsecretario de América latina, Diego Tettamanti.

De 57 años, graduada en Comunicación Social, con experiencia en la BBC y actual conductora del programa de tevé Entérate con María Emma, Mejía no pertenece al Partido Conservador de Santos sino al centroizquierdista Polo Democrático Alternativo, donde llegó después de abandonar el Partido Liberal de los presidentes César Gaviria y Ernesto Samper. Fue canciller de Samper entre 1996 y 1998.

Alí Rodríguez, de 73 años, es actualmente ministro de Energía Eléctrica de Venezuela y uno de los principales cuadros políticos del gobierno de Chávez desde su primera victoria electoral en 1998. Fue ministro de Economía y Finanzas, de Energía y Minas, canciller, embajador en Cuba y secretario general de la OPEP, la Organización de Países Exportadores de Petróleo.

“La designación de Mejía y de Rodríguez para alternarse en la Secretaría General de Unasur demuestra que Kirchner no sólo era imaginativo”, dijo anoche Follonier a Página/12. “También tenía razón cuando se comprometió de lleno en la normalización de los dos países con la idea de que, en Sudamérica, pueden convivir Estados con orientaciones políticas diferentes.”

La vuelta a la normalidad se firmó en Santa Marta, la ciudad del Caribe venezolano donde murió Simón Bolívar, reivindicado como Libertador por Venezuela y Colombia. Desde ese momento, Chávez y Santos intercambiaron embajadores y firmaron 15 acuerdos más. Pero el punto que terminó con las fricciones fue la construcción de confianza mutua basada en dos objetivos paralelos que un gobierno le creyó al otro. Por un lado, Colombia se comprometería más con el resto de Sudamérica y no sólo con Washington. Por otro, Venezuela dejaría de ser sospechada por su presunta connivencia con los guerrilleros de las FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

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