Catamarca, la primera. Los enigmas del cierre. Una mirada a la provincia, la economía, la Asignación Universal. Realidades locales, el bipartidismo aún existe. Las excepciones, pasadas y en desarrollo. Una generación que vivió en democracia, algo para recordar.
› Por Mario Wainfeld
Algo más de 252.000 catamarqueños elegirán hoy a su gobernador y vice, 36 intendentes, concejales y legisladores provinciales. Darán comienzo al escalonado proceso que rematará en octubre con las elecciones presidenciales. El gobernador Eduardo Brizuela del Moral va por su tercer mandato, su única antagonista con chances de relevarlo es la senadora nacional Lucía Corpacci, del Frente para la Victoria (FpV). Fueron compañeros de fórmula en 2007 en el parto de la Concertación Plural, ganaron por goleada. En 2009, ya escindidos el FpV y los radicales con mando territorial, el Frente Cívico y Social que lidera Brizuela se impuso con comodidad. Las dos veces, Catamarca acompañó el tono nacional del veredicto ciudadano.
Luis Barrionuevo, dirigente con varias fuentes de poder (el territorio, el sindicato, el club de fútbol), apaña una tercera lista. La encabeza su hermana Liliana, que dudosamente llegue a sacar un porcentual de dos dígitos pero puede incidir en el desenlace. Los analistas locales disienten acerca de a quién le restará votos, un detalle nada menor.
Esos tres estarán en el podio. Las encuestas y la sensación térmica de las últimas semanas pusieron en duda el favoritismo del Frente Cívico, que manda desde hace 20 años. Los propios comandos de campaña convalidaron el suspenso. Según la mayoría de ellos, hay cierta luz para Brizuela pero la distancia se ha achicado. Y, en especial, hay más paridad en la capital, San Fernando de Catamarca, que es el bastión del radicalismo. Como en tantas provincias, la capital vota diferente al interior y, como en muchas, éste es más fiel al justicialismo en la vertiente que predomine en la coyuntura.
El escrutinio despejará las incógnitas. Formular vaticinios es insalubre y poco serio. Sí se puede vaticinar que un éxito del FpV sería un batacazo, porque los precedentes (nacionales o comarcales) indican que el local es el favorito. Tanto que, hace dos meses, la reelección era el único escenario posible.
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Localía radical: Los comicios son a vuelta única, se impone la primera minoría. Tal regla es predominante en las provincias, donde también es habitual la reelección, por una vez o indeterminada. En Catamarca hubo cinco gobernaciones radicales y dos peronistas. Sólo Río Negro fue más fiel a los boinas blancas, a los que bancó siempre.
Como en Santiago del Estero y Corrientes los radicales accedieron al poder en los ’90, tras fenomenales crisis políticas que arrasaron con los partidos dominantes, intervenciones federales incluidas. Se recuerda, el punto de inflexión fue el asesinato de María Soledad Morales. La reacción masiva de la opinión pública local, la nacionalización del escándalo pusieron fin a la primacía peronista, que venía desde el ’73. La afinidad más cercana es con Santiago del Estero tras dilucidarse los crímenes cometidos bajo la égida de los Juárez.
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El padrón y un recuerdo: Quienes votan hoy son algo menos del uno por ciento del padrón total nacional, lo que contextualiza la proyección de su veredicto, que (además) puede ser distinto en distintas arenas. Como curiosidad, hubo una ocasión en que el voto catamarqueño fue hiperdeterminante en una significativa competencia nacional. Fue en la interna peronista de 1988, con participación masiva pero no obligatoria. Las avasallantes cifras a favor de Carlos Menem en su terruño riojano y en los pagos de los Saadi contribuyeron decisivamente a marcar diferencias con Antonio Cafiero y a hacerle una bruta bisagra a la historia.
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La gente, la riqueza, los chicos: La densidad de población de la provincia es baja, 3,8 habitantes por kilómetro cuadrado, la vigésima de la Argentina. Casi la mitad habitan la Capital, casi el sesenta por ciento en el Gran Catamarca. El empleo público sigue siendo un factor determinante en la vida, la cultura y la política. En un reportaje emitido por Radio Nacional, el economista Juan Cruz Miranda hizo una interesante reseña de sucesivas oportunidades económicas desgranadas en estos años. Pasamos a glosarla en este apartado. Los ’80 fueron la etapa de la fallida radicación de industrias, al calor del Acta de Reparación Histórica que promovía la actividad en San Luis, La Rioja y Catamarca, por vía de desgravaciones impositivas. Es consabido: sólo San Luis sacó buen partido de la ventaja comparativa.
La actividad olivícola es añeja pero arraigó en los ’90 y se afianzó en ese siglo, con el boom de exportación de commodities. En Catamarca hay buena producción, la Argentina exporta el 5 por ciento mundial de aceitunas. Si de aceite de oliva se habla (esto es, de un modo cantado de agregar valor) su participación mengua al 0,9 por ciento. Los datos, proporcionados generosamente por el olivicultor Víctor Tomaselli, hablan de limitaciones tangibles del “modelo” para trascender su sesgo primarizado.
La minería estalló en este siglo. Catamarca es un enclave importante, casi monopolizado por la minera Alumbrera. Aun si se ponen entre paréntesis las (más que centrales) polémicas sobre la depredación medio ambiental, Miranda opina que el “derrame” de la explotación es mínimo. La riqueza se mantiene concentrada y hasta los mejores puestos de trabajo, los más especializados, recaen en extranjeros o argentinos migrantes de provincias más desarrolladas.
En Catamarca, a mayo de 2010, 39.773 menores recibían la Asignación Universal por Hijo. Ese número, distribuido en 20.946 hogares sobre una población de menos de 400.000 argentinos, da cuenta de penurias y desigualdades no reparadas. La información de mayo que es la última que suministra en Internet la Anses está lamentablemente atrasada. Puede haber un ligero desfasaje porque ese fue el mes con mayor cantidad de beneficiarios, que se conozca.
De todos modos, la variación no puede haber sido rotunda, el guarismo impacta.
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Bipartidismo con variedades: Van 27 años de elecciones libres, sin proscripciones y con sufragio universal. Es record en nuestra historia. Los lapsos anteriores relativamente comparables fueron dos. Entre 1916 y 1930 hubo tres elecciones presidenciales, ganadas por el radicalismo yrigoyenista, que pudo terminar dos mandatos. Entre 1946 y 1955 se sucedieron dos, con victorias del primer peronismo. El tiempo actual es mucho más prolongado, con alternancias y autoriza un vistazo sobre tendencias generales, algo se dirá a continuación.
A despecho de las crisis políticas y las partidarias, el bipartidismo sigue bastante implantado en los variopintos mapas provinciales. El peronismo hegemoniza, el radicalismo conserva el segundo lugar. Los sistemas electorales acaso incidan en parte (ver asimismo nota aparte) pero seguramente confluyen con otros motivos, más raigales. Más allá de la General Paz (o, si se quiere, de la zona metropolitana) cuesta mudar las identidades políticas. No hace falta la bola de cristal para vaticinar que, cuando termine el maratón electoral, la mayoría de las provincias tendrá un compañero o un correligionario como gobernador. El cronista dista mucho de celebrar la supervivencia de los partidos tradicionales, pero cree imprescindible corroborarla para analizar sus consecuencias y sus causas.
Hay excepciones, claro. Nada es monocromático en el devenir de la democracia. Un solo partido provincial domina su territorio “desde siempre”, es el Movimiento Popular Neuquino. Y hay tres provincias conducidas por partidos que llegaron por primera vez a gobernar en ese nivel: Santa Fe, la Ciudad Autónoma y Tierra del Fuego. Vale apuntar que el Partido Nuevo de Luis Juez acecha Córdoba, en similar condición. Perdió por un pelito en 2007, está primero en intención de voto hoy día. Hablamos, pues, de tres de los cuatro distritos más poderosos del país, con población diversificada, amplia vida cultural y universitaria, sociedades comparativamente abiertas. Y de la provincia menos poblada sí que caracterizada por la vivacidad que le imprimen las migraciones permanentes y el desafío a la laboriosidad que implica vivir en la Patagonia.
Son señales interesantes, aperturas que enriquecen la tendencia general bicolor. En casi tres décadas partidos provinciales relevantes perdieron vigencia, frisando la desaparición. El bloquismo sanjuanino y el Pacto Liberal Autonomista de Corrientes pasaron del gobierno a la entropía, con escalas variadas. Un engendro de la dictadura, el bussismo, consiguió (en mala hora) legitimidad en las urnas. Por suerte, ya entró en el pasado.
La prevalencia de los oficialismos municipales y provinciales desde 2003 es otra referencia insoslayable. Apostar a local es una idea sensata, si se carecen de datos precisos.
Ser gobernador, al fin, es un buen peldaño hacia ligas mayores. Sólo dos de los presidentes desde 1983 no lo atravesaron: Raúl Alfonsín y Cristina Fernández de Kirchner. Las excepciones se explican por sí solas, el peso del cursus honorum no es inexorable pero sí indicativo.
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Largaron: Catamarca arranca la seguidilla, en esa cancha se verán los primeros pingos. Los resultados, como cuadra, serán extrapolados a más por quienes venzan y confinados a la realidad provincial por los vencidos.
Brizuela del Moral eligió provincializar la campaña, Corpacci, nacionalizarla. Si ambos razonaron bien (puede suceder que no) eso sugiere que la Presidenta atraviesa un buen momento entre los catamarqueños, que cuatro años atrás la votaron a granel.
Acusaciones, fundadas, de burdas maniobras clientelistas realizadas al cierre de la campaña, empiojan el horizonte. Suelen acontecer, no es excusa. De cualquier forma, con el acicate del voto universal, las elecciones en Argentina son pasablemente limpias. Y los pronunciamientos populares (sí que basculantes) suelen ser rotundos, emiten mensajes sencillos de traducir.
Una generación de compatriotas atravesó sus vidas concurriendo a las urnas. Es un avance enorme, un salto de calidad comparado con tiempos recientes y aciagos. Se los añora en exceso, desde discursos bien diferentes.
El discurrir democrático enriquece el patrimonio de los argentinos. La hora de la verdad toca esta vez sin crisis económicas locales, con la deuda externa bajo control, en un marco de crecimiento económico digno de mención. Impresiona todo lo que falta para que la sociedad sea igualitaria, pero vale la pena mirar un poco atrás para saber cuánto se ha construido, aun a despecho de muchos de los principales protagonistas.
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