Lun 17.02.2003

EL PAíS  › BRAVO Y GIUSTINIANI, CANDIDATOS DE LA FORMULA SOCIALISTA PARA LA PRESIDENCIA

“Carrió está equivocada”

Aunque ninguna encuesta lo indique, aseguran que llegarán a la presidencia. Los candidatos del socialismo critican a Carrió porque “se ha rodeado de gente que no está en condiciones de opinar de política” y aseguran que la renovación no la garantiza el “que se vayan todos”.

› Por Eduardo Tagliaferro

Eufóricos y sonrientes, los dos candidatos de la fórmula presidencial del socialismo insisten en afirmar que “el cambio que el país necesita es socialista”. Lanzados a la campaña proselitista el ex dirigente de los maestros Alfredo Bravo y el diputado rosarino Rubén Giustiniani desmenuzaron ante Página/12 el resultado que dejaron las recetas neoliberales en la Argentina. “En la cultura política argentina todavía predomina el síganme”, afirma Giustiniani criticando la falta de debate democrático que por estos días suelen mostrar los partidos políticos tradicionales y los nucleamientos progresistas.
–¿La actual dirigencia política está en condiciones de dar respuestas a la tremenda crisis que vive la Argentina?
Alfredo Bravo: –Hay algo que al momento de analizar la crisis de la política no suele tenerse en cuenta y es que en 1976 se produce un corte abrupto en la vida institucional argentina. Allí desaparecen 30 mil jóvenes. Desaparece toda una generación de militantes que hubiera producido una renovación de los cuadros políticos de todos los partidos. Hoy, decir “que se vayan todos” equivale a pedir que se queden los viejos corruptos de la política.
–¿Le parece tan así?
A.B.: –No digo que ésa haya sido la voluntad de quienes comenzaron con el reclamo de que se fueran todos. Digo que fueron funcionales a los viejos políticos. Por eso nosotros pedíamos la revocatoria de los mandatos mediante una reforma constitucional. Es decir, que todo estuviera dentro de las normas legales, sin espacios para aventuras extrañas. Debemos revisar nuestros valores. Estamos en el 2003 y la letra de Enrique Santos Discépolo que dice que `el que no llora no mama y el que no afana es un gil’ se convirtió en el himno de los argentinos. Es como si repitieran que es lo mismo en el 803 que en el 2003.
–Pero a la queja, los argentinos agregaron la movilización y la protesta.
A.B.: –Ahora estamos reaccionando ante ese panorama. Comprendamos cuál es el tiempo de la renovación total. La mejor renovación es la que se va haciendo paulatinamente en la conciencia de los argentinos, sin cambios abruptos. Querer bajar la cortina y pensar que así se comienza a construir un nuevo país es lo que históricamente hemos hecho.
–¿No considera que ante el quiebre de un modelo económico-social de exclusión los argentinos estamos en un momento histórico fundacional?
A.B.: –No me cabe la menor duda. Por eso desde nuestros afiches afirmamos que sí querés que no te roben la esperanza el cambio que buscás es socialista. Si querés un gobierno decente, el cambio que buscás es socialista. Yo le pregunto a usted: ¿quiere una sociedad mejor, quiere que sean respetados los derechos de los trabajadores porque usted se siente un trabajador, usted quiere que todo el mundo tenga 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 de ocio, usted quiere una justicia en la que no haya disparidades, usted quiere que la mujer que está a su lado tenga los mismos derechos y posibilidades? Bueno, todo eso lo propusimos los socialistas en 1896. Si usted quiere todo esto, no jodamos, usted es socialista como lo soy yo.
–Entre aquellas consignas y este presente pasaron muchas cosas, tantas como las que separan 1896 del 2003.
A.B.: –En el medio de todo esto pasó un fenómeno político que los socialistas no supimos interpretar y que fue la irrupción del peronismo. No pudimos comprender su raíz popular.
Rubén Giustiniani: –También hubo una sucesión de golpes de Estado que nos llevaron a vivir más de noche que de día. No hubo ninguna vigencia institucional democrática que le permitiera a la sociedad elegir lo mejor para su destino. Al final de la película se apagaba la luz y todo volvía a comenzar en el punto anterior. Eso explica aunque sea en una mínima parte la vigencia del radicalismo y del peronismo. Ahora con la continuidaddemocrática lo positivo en el país sería la clarificación del sistema político. En Brasil después de cuatro gobiernos neoliberales vinieron el PT y Lula. No hay cadena televisiva O`Globo, no hay trampa electoral que los frene. El pueblo quiere hacer una experiencia distinta. En Uruguay se les terminaron las trampas al Partido Blanco y al Partido Colorado, no hay ley de lemas, ni acuerdos en segunda vuelta que frenen a Tabaré Vázquez ni al Frente Amplio. Tabaré será el próximo presidente de los uruguayos.
–Me está hablando de dos países en los que no existió ninguna experiencia parecida al peronismo.
R.G.: –No hubo peronismo, ni radicalismo. Estos partidos que supieron ser populares tienen dentro suyo a sectores de fuerte derecha y de izquierda. Llegan con una propuesta determinada, pero siempre han gobernado por derecha. Por eso en los últimos 25 años hubo una continuidad del modelo neoliberal. Por eso el socialismo seguirá convocando a la construcción de una fuerza de centroizquierda que no sólo sirva para ganar una elección sino también para gobernar en el sentido de transformar la realidad. Nosotros venimos diciendo que en las próximas elecciones la verdadera sorpresa será el socialismo.
–¿Por qué?
R.G.: –La cultura política argentina todavía tiene mucho del Pago Chico de Roberto Payró, del caudillo, de la hegemonía. El acuerdo, los pactos y la negociación sólo se han practicado para las cosas malas. Nunca para las cosas positivas. En nuestro país quien tiene tres puntos de intención de voto más que los otros le pisa la cabeza al resto y no sólo quiere ser el primero sino el único. En la cultura política argentina todavía predomina el síganme. Quizás se pueda así llegar al gobierno, pero de lo que no caben dudas es que así no se puede gobernar. Los partidos no entendieron que precisan un cambio profundo en su vida interna, con participación democrática, con elecciones abiertas, y así estamos como estamos. Gobernar concediendo el ministerio de Economía a los grupos más concentrados es lo más fácil y repetido.
A.B.: –Algunos fenómenos políticos no dejan de sorprenderme. Carlos Reutemann parece una virgen vestal y sin embargo fue en su distrito donde más voto bronca hubo en el país. Junto con la Ciudad de Buenos Aires fue la jurisdicción política en la que hubo muertos el 19 y 20 de diciembre. Se olvidaron incluso de que muchos funcionarios de Reutemann estuvieron vinculados a la dictadura militar.
–Dentro del actual fracaso económico social de la Argentina, ¿qué parte de responsabilidad tiene el centroizquierda?
R.G.: –Evidentemente la catástrofe de la Alianza en el gobierno significó una pérdida de esperanza. El plantear una propuesta de centroizquierda y gobernar por derecha como la continuidad del modelo económico vigente significó la catástrofe en la que hoy está el país. Se necesita una reconstrucción del país en todas sus líneas. Nos parece perverso que quienes privatizaron de la manera que lo hicieron hoy vengan demagógicamente a proponer nacionalizaciones.
–¿Por qué consideran que todavía tienen cierto consenso algunos candidatos que impulsan las mismas políticas neoliberales que nos condujeron a esta crisis?
A.B.: –En parte también nos preocupa la frivolidad de los medios que se ocupan de la posible paternidad de Carlos Menem como si se tratara de un tema electoral. Y no estoy hablando tan solo de las revistas del corazón. Hay que terminar con esa frivolidad.
–Para ustedes, ¿cómo se desata el nudo de la gran concentración económica?
R.G.: –Muchos economistas han dicho que quien no entienda que la década menemista cambió al país no entiende nada. Asistimos a la transferencia de riqueza que produjeron las privatizaciones y la profunda extranjerización de la economía. La pequeña y mediana empresa genera el 74 por ciento del empleo del país. Por eso el tema de la banca pública, atada junto con labanca cooperativa al modelo productivo. Por esto rechazamos totalmente el último acuerdo con el FMI y la reforma de la banca pública, que no es más que su privatización. No hay una verdadera política de distribución del ingreso sin una política tributaria. La política tributaria argentina es irracional, es injusta, es anacrónica. Somos el país del mundo que menos impuestos a las ganancias y a las rentas cobra.
–El Congreso tiene el expediente remitido por el juez Jorge Ballestero sobre la denuncia de Alejandro Olmos acerca de la deuda externa. ¿En qué comisión se encuentra y a qué conclusiones llegaron?
A.B.: –Lará, lará, lará... Nunca pudimos conformar la comisión. Ni aun luego de los discursos de Jesús Rodríguez, ni luego de los proyectos que impulsamos con Alfredo Allende. El expediente llegó aquí en el 2000 y estamos en el 2003.
R.G.: –En el país del default seguimos pagando la deuda externa. El año pasado los bloques mayoritarios aprobaron una partida presupuestaria de unos 14 mil millones para el pago de esas obligaciones. Eso representa el 23 por ciento del gasto total del presupuesto 2003. Todavía no se había acordado con el FMI y los bloques mayoritarios ya habían dado su señal. No hay 330 millones para el pago de la deuda del incentivo docente pero sí hay 14 mil millones para el pago de los servicios de la deuda externa.
–¿Qué expectativas tienen para la próxima elección?
A.B.: –Yo creo vamos a ganar. Si tenemos igualdad de posibilidades para difundir nuestra propuesta consideramos que podemos tener buenos resultados. En Capital, en Santa Fe, en Córdoba, en provincia de Buenos Aires y en Chaco hay una larga tradición socialista. En Chaco la constitución la hicieron los socialistas. Tenemos posibilidades, claro que sabemos que nos falta poder económico para hacer una campaña como la de los partidos mayoritarios.
–¿Qué es lo que más les molesta de esta campaña?
R.G.: –Que reitera lo peor de la política, como si en el país no hubiera ocurrido nada. Todo parece sustentado en la búsqueda de espacios de poder y no en las necesidades de la Nación.
–¿Qué contestan si les nombro a Elisa Carrió?
A.B.: –No siento nada. Tiene todo el derecho del mundo de ser candidata. Para mí se ha rodeado de gente que no está en condiciones de opinar de política. Por encima de los sentimientos que podemos tener hacia ella, de haberla comprendido, de haber participado con ella y de haberla creado, entendemos que en la historia política de este país las equivocaciones han sido una constante. Consideramos que está equivocada, nada más.

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