EL PAíS
De cómo el Adolfo y compañía arman un triunfo bien seguro en San Luis
Una filigrana de avales y porcentajes fueron tejidos en San Luis para “desactivar” el uso de las listas sábana. Todo en manos de la jueza.
› Por Felipe Yapur
Si usted quiere competir para ser candidato a algún cargo municipal, provincial y hasta nacional por el justicialismo de la provincia de San Luis puede hacerlo. Ahora bien, es muy posible que después de leer con detenimiento todos los requisitos que debe cumplir, termine recitando el Martín Fierro, ahí donde dice “hacete amigo del juez”. Es que el mecanismo de selección de candidatos pergeñado aparece como el más transparente y democrático con el que los puntanos peronistas pretenden desactivar la cuestionada lista sábana. Sin embargo, ante cualquier conflicto que surgiera en el proceso de preselección de los aspirantes, la última palabra la tendrá la presidenta del partido, María Angélica Torrontegui. A la sazón una dirigente que responde sin dudarlo a Adolfo Rodríguez Saá y al candidato del único puesto por el que nadie se atrevió a competir: el de gobernador, que ya está destinado para Alberto, el hermano del aspirante presidencial por el Movimiento Nacional y Popular.
Antes de continuar, es importante aclarar que los requisitos en cuestión son para poder participar de la interna partidaria del PJ puntano que se realizará el 23 de febrero y que por primera vez será uninominal y con el padrón general. Es decir, cada elector vota sólo por un candidato a cada cargo.
El sábado 24 de enero Torrontegui lo anunció con bombos y platillos y varios de los aspirantes que mantienen diferencias con la familia gobernante tragaron saliva. Saben que ser candidatos puede volverse una tarea difícil de cumplir.
Los avales. Todo aquel que quiera ver su nombre en la boleta electoral para cualquier puesto, antes debe conseguir avales. Por ejemplo, si algún elector de San Luis pretendía ser diputado provincial debía conseguir firmas equivalentes al 1,5 por ciento del padrón del departamento al que representa. Ahora bien, si su aspiración era llegar al Congreso de la Nación, como primera medida debía conseguir el 3,75 por ciento de los 256.000 electores que tiene la provincia. Es decir, 9600 firmas. Esos avales, como corresponden, deben estar correctamente acreditados ante la junta electoral partidaria.
Los votos. Con los avales en regla, el candidato puede creer que con tanta gente firmando por él su puesto está asegurado, pero este diario tiene la obligación de decirle que está equivocado de cabo a rabo. El próximo 23 de febrero, el PJ puntano realizará sus comicios internos. Ese día los electores llegarán hasta el cuarto oscuro con su lapicera en mano dispuestos a poner una tilde por sus candidatos preferidos. Pero no será tan fácil. Para los cargos nacionales el votante deberá tildar sólo por un candidato ya sea a senador o a diputado. Algo similar ocurrirá cuando tenga que elegir los cargos provinciales. Allí tendrá un menú que incluirá diputados, senadores y concejales, pero sólo podrá optar por uno de todos ellos. Por ejemplo, si opta por un diputado provincial ya no podrá tildar en la columna correspondiente a senadores o concejales. Entonces, los avales conseguidos no son garantía de triunfo porque un ciudadano puede firmar por más de un aspirante y terminar votando por el que más lo convence o por aquel que más promesas le hizo.
Los porcentajes. Si los avales ya generan un dolor de cabeza, los porcentajes se transforman casi en un mal incurable. Por ejemplo, aquel candidato a diputado nacional debe conseguir como piso el 7,5 por ciento del padrón electoral provincial. Algo más de 19.200 votos. Pero allí no termina el vía crucis electoral. El candidato deberá obtener además sufragios en al menos seis de los nueve departamentos en que está dividida la provincia de los Rodríguez Saá. En cada departamento, el postulante debe obtener por lo menos el 5 por ciento de los votos de la población allí habilitada para sufragar. El que quiere ser intendente tiene que conseguir el 2 por ciento del padrón municipal, los senadores y diputadosprovinciales un 3 por ciento de su distrito. El gobernador -.en este caso, Alberto Rodríguez Saá– tiene que conseguir el 15 por ciento. Los que perforen el piso exigido, además de cumplir con los otros requisitos, irán ocupando su lugar en la boleta de acuerdo a la cantidad de votos obtenidos.
A rezar. “Conseguir el piso será un verdadero milagro y todos terminaremos marchando en procesión a la casa del Alberto para negociar nuestro puesto”, se confiesa ante Página/12 un aspirante a un puesto provincial que suplica mantener su identidad en reserva. La frase da cuenta de la triquiñuela política que ideó la familia gobernante para “desactivar la lista sábana” y que tiene a todos los integrantes del PJ vernáculo atados a los designios de los conductores del Movimiento Nacional y Popular, quienes son los que en realidad terminarán armando, lápiz en mano, la boleta electoral del 27 de abril.
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