EL PAíS › ACTO DE ABUELAS A 10 AñOS DE INICIADA LA CAUSA NOBLE
Un millar de personas convocadas por Abuelas de Plaza de Mayo concurrió ayer a plaza Lavalle, frente a Tribunales, para exigirle al Poder Judicial que esclarezca la identidad de los niños adoptados de manera ilegal por la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble. A diez años de la presentación de Abuelas como querellante y cuando la Cámara de Casación se apresta a pronunciarse sobre el fallo de la Cámara de San Martín que ordenó realizar los análisis de ADN con o sin el consentimiento de Marcela y Felipe, Estela de Carlotto se dirigió a ellos y les propuso “liberarse de la opresión” y les advirtió que “junto con la libertad sólo los espera el amor”. El abogado Pablo Llonto recordó que el jueves 26 será la audiencia en Casación y repudió la “vergonzante actitud del ex juez Gabriel Cavallo”, que diez años después de declarar inconstitucionales las leyes de impunidad defiende a la imputada Herrera de Noble. “Le vamos a decir una vez más que el derecho a la identidad es parte de nuestra historia y lo vamos a defender aquí y en cualquier parte”, advirtió.
“Conocer la verdad nos dio la posibilidad de elegir”, explicaba Manuel Gonçalvez desde una pantalla, mientras la plaza se cubría de banderas: H.I.J.O.S., Negros de Mierda, Peronismo Militante, La Cámpora, Juventud Sindical, Grupo Kolina, JP Evita, Frente Nacional de Mujeres K. El primer orador fue un joven de la JSP: repudió a “los malintencionados que preguntan desde cuándo la Juventud Sindical se consustanció con los derechos humanos”, reafirmó el compromiso con las Abuelas y criticó a “las corporaciones mediáticas bañadas en sangre”. El judicial Julio Piumato, secretario de Derechos Humanos de la CGT, lamentó la existencia de “jueces con la ideología de la dictadura” y afirmó que “el movimiento obrero quiere saber quiénes son los padres de los Noble Herrera y que los responsables paguen en la cárcel”.
“Este es un lugar muy simbólico: un vetusto edificio recorrido tantos años pidiendo justicia”, arrancó Carlotto tras confesarse “conmovida por los bombos”. Calificó de “insoportable” pensar que pasaron diez años desde que Abuelas se presentó como querellante en el caso y explicó que “los convocamos para que nos transmitan fuerza”. “Parece que esta Justicia se inclina para el lado de los poderosos y se olvida del resto”, dijo, y la contrastó con “la buena gente que exige memoria, verdad y justicia”.
“Las Abuelas, con casi 34 años, queremos dejar un país con ciertas seguridades para los jóvenes, sobre todo la de que nadie deba transitar nuestro camino”, se esperanzó. Y fue al grano: “La situación de Marcela y Felipe es única. Todo lo hacemos por ellos. Queremos saber con ansiedad y amor si son los nietos que buscamos. Este acto es para ellos. Tienen que luchar, liberarse de la opresión”, rogó. “Viven en una jaula de oro, son rehenes de la historia”, definió la presidenta de Abuelas.
El segundo destinatario de su mensaje fue el Poder Judicial. “Esto no es un acto de presión. Estamos reclamando el derecho inalienable de ser libres, de Marcela, Felipe y los cuatrocientos nietos que no saben quiénes son.” “Tenemos la seguridad de que éste es un pueblo de lucha, que está de pie para defender la democracia”, agradeció, y cerró con “dos buenas nuevas”. La primera: la condena al ex policía Luis Falco. “Se hizo justicia, cárcel común”, gritó, y la plaza saltó con el himno de los juicios a represores: “Como a los nazis...”. La segunda “sugiere que algo bueno está por llegar: un apropiador, ex prófugo, detenido en Paraguay, el médico Atilio Bianco, va a ser extraditado”, anunció eufórica.
El abogado Pablo Llonto recordó que la viuda de Noble admitió en una carta abierta la posibilidad de que Marcela y Felipe fueran “víctimas de la represión ilegal”. “Nos preguntan por qué en la Argentina no hay un juez con coraje para decirle ‘basta’ al Grupo Clarín y ordenar los análisis de ADN”, planteó, y respondió: “En eso estamos, en la lucha de Abuelas, peleando por lo que más temprano que tarde será la verdad”.
“Marcela, Felipe: ¿no quisieran ser tan admirados como Cabandié, Donda y tantos otros nietos?”, preguntó el Negro Horacio Fontova. “Libérense, no sean cagones, los estamos esperando con los brazos abiertos.”
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