EL PAíS
› ANIBAL IBARRA, JEFE DE GOBIERNO
“Hay más candidatos que proyectos”
El Frente Grande que conduce acaba de dejar en libertad de acción a sus miembros: no tiene candidato a presidente. Ibarra explica la decisión y trabaja un panorama de la fragmentación política y de los espacios de reconstrucción que percibe posibles.
› Por Santiago Rodríguez
El jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, no sólo sigue sin definirse por un candidato presidencial sino que ahora el partido que conduce –el Frente Grande– acaba de dejar a sus afiliados en “libertad de acción” para votar a quien quieran. Su justificación para esa decisión es que en tanto Néstor Kirchner como Elisa Carrió y Alfredo Bravo son postulantes “posibles para el espacio” y que existen “argumentos para votar a cada uno de los tres”. Ibarra expone esos argumentos en este reportaje con Página/12, aunque no deja de hacer también algunas críticas a esos tres candidatos. La primera y principal es que no hayan coincidido en una única propuesta.
–Usted gobierna el segundo distrito en importancia del país. Faltan dos meses para las elecciones y todavía no se ha pronunciado por ningún candidato. ¿Se va a definir alguna vez?
–Como fuerza política, tomamos la decisión de no apoyar a ninguno de los candidatos posibles para el espacio, estoy hablando de Kirchner, Carrió y Bravo, y dejamos en libertad de acción a todos los afiliados porque hay argumentos para votar a cada uno de los tres. Todos tienen algo de razón para justificar su voto por cada uno de ellos, pero lo cierto es que peleamos por generar una fuerza política, que tenga capacidad de gobierno y que pueda reunir a gran cantidad de estos dirigentes. Todos ellos deberían estar y otros más, como Víctor De Gennaro, y esto no se ha logrado. Seguimos comprometidos y lo seguiremos estando al día siguiente de las elecciones con la generación de ese espacio político.
–Suena cuanto menos insólito que haya elecciones presidenciales y un partido de orden nacional, como el Frente Grande, no tenga candidato ni apoye al de otra fuerza.
–Esa es la lógica tradicional de la política. Después del fracaso de la Alianza, de la crisis política e institucional, y de la necesidad de renovación de la política, todos los criterios tradicionales saltaron por los aires. Aquel que hoy quiera manejarse con los viejos criterios de la política no va a sintonizar con la sociedad. Hoy todo el mundo corre detrás de los candidatos, pero hay un gran vacío de contenido político. Si uno mira, parece una foto como si en la Argentina nada hubiera pasado. Cada uno está en una suerte de carrera individual hacia la presidencia. El espacio político está, hay posibilidad de reconstruirlo y eso se puede hacer desde los espacios de gobierno. En esto reivindico lo de Hermes Binner en Santa Fe, lo de Julio Arriaga en Río Negro, las posibilidades de Oscar Laborde y Martín Sabatella en Avellaneda y Morón y lo nuestro en la ciudad de Buenos Aires.
–Usted menciona a Binner, que es socialista. Los socialistas adoptaron una definición, van con candidato propio...
–Lo que estoy diciendo demuestra que mi definición no es desde el punto de vista de un partido: Binner pertenece a otro partido, que tiene determinados candidatos nacionales, pero lo que haya hecho en Rosario y lo que puede hacer en Santa Fe a mí me compromete. No levanto barreras políticas entre los partidos y mucho menos entre los que son cercanos y con los que hemos recorrido trayectos y los vamos a seguir recorriendo en el futuro. Por eso me pareció mal que el socialismo se separara de Carrió y que Kirchner no pudiera conformar un espacio por fuera del justicialismo porque si eso hubiera sucedido, otra habría sido la historia. Mientras podamos generar esa fuerza política que necesitamos apuesto a que les vaya bien a aquellos que forman parte del espacio.
–¿Sin una referencia nacional no corre el riesgo de quedar limitado a lo estrictamente local?
–Esta es una elección de presidente y vice y nada más. Nacionalmente tenemos una clara definición: se necesita un espacio progresista, popular, que sume y que pueda confrontar con proyectos hegemónicos como el que encarna Menem. Por eso vamos a seguir con los que son candidatos y con losque no lo son, porque también hay sectores políticos y sociales que no se expresan en esas candidaturas.
–La decisión del Frente Grande puede ser leída también como una demostración de que ese partido ya no existe.
–Esto es como el huevo o la gallina: el grado de dispersión está en la sociedad, está en las propuestas electorales. Hoy hay más candidatos que proyectos políticos en la nación, en la ciudad y en otros distritos. Cuando en una sociedad el candidato presidencial mejor posicionado tiene un 17 por ciento, la que está disgregada es la sociedad y ningún partido escapa a esto: que el justicialismo tenga tres candidatos, que el radicalismo esté diezmado después de una interna que lo pulverizó, que los sectores de izquierda también estén separados... Está todo fragmentado y eso no me preocupa; lo que sí me preocupa es cómo reconstruimos un espacio que supimos convocar, que la gente miró con esperanza y que terminó haciendo añicos esa esperanza. Eso es lo que me hace tender puentes con todos esos sectores y lo que estoy haciendo en la ciudad apunta a eso. Acá hay un proceso inverso al que vinimos haciendo en los últimos años. Desde el Fredejuso, en el ‘91, fuimos creciendo permanentemente al punto de asociarnos a un De la Rúa conservador, que fue un error, y ahora estamos en un proceso de división, división, división.
–¿Y usted cree que en la ciudad va a poder detener ese proceso y reagrupar a la centroizquierda?
–No lo puedo asegurar; sí voy a hacer el esfuerzo y desde un gobierno, que no es menor. En la ciudad vamos a confrontar con un proyecto claramente de derecha, privatizador de lo público, de la educación, de la salud, de un grupo que ha venido haciendo negocios con el Estado, como el que encarna Macri. Vamos a confrontar con el justicialismo que se agrupó alrededor de Scioli. No quiero entregar este lugar a la derecha y desde este lugar vamos a poder unir a muchos sectores y tener una propuesta, mirando lo que hicimos hacia atrás y todo lo que tenemos por delante.
–Así planteado el motivo de la unión, entonces, sería el espanto.
–No, por eso dije mirando lo que hicimos hacia atrás y todo lo que hay que hacer para adelante. En esta ciudad pudimos demostrar una forma progresista de gobernar en medio de la peor crisis, mirando hacia adelante buscamos el perfil de una sociedad que se levante con proyectos productivos, que genere empleo, que las obras públicas sirvan para reactivación... Esto nos debe unir: poder transformar la sociedad desde un gobierno y no poder conseguir tres o cuatro legisladores.
–¿No le puede jugar en contra la falta de definición?
–Nunca busqué ser el candidato a jefe de gobierno de un candidato a presidente. Si se hubiera generado el espacio a nivel nacional, sí hubiera peleado por ser el candidato de ese espacio.
–Usted mencionó a Kirchner, Carrió y Bravo como tres expresiones del espacio de centroizquierda. ¿Todos son lo mismo?
–Cada uno expresa una renovación puntual y por su lado.
–A ver, uno por uno: Kirchner.
–Expresa la voluntad de renovar el justicialismo, pero no todo lo que está con Kirchner expresa esa renovación. Ya se han planteado otros períodos de renovación y no terminaron bien. Espero que esta vez termine bien y que pueda trasladarse a toda la política argentina.
–No veo que esté seguro que así sea.
–Es muy difícil. Hasta ahora los intentos dentro del justicialismo no se han logrado. Creo en la voluntad de Kirchner de hacerlo, pero...
–Carrió.
–Expresa una fuerte confrontación con todo el sistema, voluntad de transformación, de no negociar, de ir a fondo con los temas. Creo que tuvo deficiencias en la construcción; no pudo contener al socialismo, que era necesario, pero sigue expresando aires nuevos que confrontan con esos aires viejos de la política.
–¿Coincide con quienes dicen que no está en condiciones de gobernar? –Nunca lo personalizo en una persona. No soy un especialista en economía y sin embargo, puedo defender todo el proceso económico que hicimos en la ciudad; uno da las definiciones generales, se rodea de equipos y es el responsable de los ejes que plantea.
–Se lo planteo en términos de partido, no personales. Sin ir más lejos, hace unos meses Liliana Chiernajowsky decía que la sociedad le demandaba jugar ese papel y había que asumirlo, pero que el ARI no estaba lo suficientemente desarrollado como para gobernar, como en su momento tampoco lo había estado el Frepaso.
–No sería tan tajante. Creo que le falta fortalecer esa capacidad de gobierno y buscar cuadros. Se debió haber trabajado más y las rupturas van generando también un daño vinculado con esta capacidad de gobierno.
–Bravo.
–Pertenece a una fuerza importante y nacional, como el socialismo, con el cual transitamos años en la política y conformamos el Frepaso. Sería un gran error que este proceso electoral en la ciudad nos encuentre en lugares distintos. Una visión progresista también tiene que apuntar a sectores del radicalismo; hoy muchos se niegan a hablar del radicalismo, pero el propio electorado radical progresista, no quiero hablar del nivel dirigencial que ha dejado mucho que desear, tiene mucho para aportar y también hay que convocarlo.
–Usted señala como un “gran error” que el socialismo concurra a las elecciones en la ciudad desde un lugar distinto, pero ese partido ya tiene a Norberto La Porta como candidato y no está dispuesto a bajarlo.
–Salvando las distancias, sería grave que pasara lo mismo que con (Lionel) Jospin en Francia. No vaya a ser que entreguemos la ciudad a una corporación partidaria o al (Domingo) Cavallo del 2003.
–¿Cuando entre al cuarto oscuro, a quién va a votar?
–En algún momento decidiré qué boleta pongo. Dentro de un tiempo nos encontramos y se lo digo.
–¿Seguro?
–Por supuesto.