EL PAíS › LA PRESIDENTA FIRMó ACUERDOS BILATERALES CON MéXICO Y EXPRESó QUE EL RETO DE LA éPOCA ES LUCHAR CONTRA LA DESIGUALDAD
Cristina Fernández culminó ayer la visita a México con la firma de varios acuerdos bilaterales. Con el mandatario mexicano destacaron el nivel de las relaciones bilaterales y los puntos de coincidencia entre ambos países.
› Por Fernando Cibeira
“De aquí en adelante, el gran desafío de la generación del Bicentenario en nuestros países es el combate contra la desigualdad”, afirmó anoche la presidenta Cristina Fernández, ante su colega mexicano, Felipe Calderón. Insistió sobre este concepto que en México no suele formar parte de los discursos oficiales, donde priman más los conceptos del neoliberalismo: “Hace doscientos años nuestros patriotas lucharon por la libertad y hoy nuestro compromiso es la lucha por la igualdad. No sólo es una cuestión social y ética, sino también una razón económica”. Y remató su frase al recordar que “el desarrollo de los principales países del mundo, el crecimiento de sus sociedades, fue en base al poder adquisitivo de sus trabajadores y la generación de trabajo”.
Varias veces pidió disculpas ayer la presidenta Cristina Kirchner porque el mes pasado debió suspender su visita a México por un cuadro de hipotensión. Pero nadie pareció afectado por esa postergación. El presidente mexicano Felipe Calderón afirmó que la relación entre Argentina y su país “vive hoy uno de sus mejores momentos”, frase que luego Cristina Kirchner retomó: “Nunca hubo un nivel tan cordial”. Los dos gobiernos firmaron ayer en la residencia de Los Pinos diez acuerdos de temas muy variados, entre ellos un tratado de extradición y un memorando de entendimiento para promover las inversiones bilaterales, uno de los objetivos declarados de la asociación estratégica firmada en épocas de Néstor Kirchner.
Si algo sobró en las apariciones de los presidentes de ayer fueron los gestos de amistad y de anuncios de búsqueda de un objetivo común. “Tenemos que seguir profundizando nuestra relación. Porque es más que inversiones, es la íntima convicción de que debemos compartir un mismo destino histórico”, fue una de las frases de despedida de la Presidenta. Como hace cada vez que viene a México, Cristina Kirchner recordó el cobijo que ofreció este país a quienes debieron exiliarse durante la dictadura. Mencionó expresamente el caso de la actual embajadora Patricia Vaca Narvaja y de su familia, y de la diputada Adriana Puiggrós, quien formó parte de la comitiva.
Calderón también exploró la cuestión cultural. Recordó que en diciembre pasado estuvo en Buenos Aires para inaugurar el mural Ejercicio Plástico, de Siqueiros, habló de Borges y de Alfonso Reyes, del tango y del bolero. Mencionó dos casos concretos donde ambos países comparten su agenda. Uno es el G-20, donde abogó por que las naciones emergentes tengan cada vez mayor voz a la hora de tomar decisiones. Otro, sorprendió, al mencionar la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños, el intento por recrear una OEA sin Estados Unidos y Canadá que de a poco va tomando cuerpo.
El canciller Héctor Timerman, más los ministros de Planificación, Julio De Vido, de Ciencia, Lino Barañao, y de Agricultura, Julián Domínguez, ya habían viajado a México en abril y dejaron todos los acuerdos listos para firmarlos en presencia de los presidentes, como es de estilo. Cumplieron la ceremonia ayer, luego del encuentro de poco más de una hora que los mandatarios compartieron con sus gabinetes.
Si algo tienen en común la visita que Cristina Kirchner cerró ayer en México y la que inicia hoy en Italia es la presencia en esos países de gobiernos de signo contrario pero con los que consiguió armar un buen vínculo. En el caso de Calderón, fue notorio cómo desanduvo el caminó transitado por su antecesor, Vicente Fox, pese a que ambos pertenecen al mismo partido, el derechista PAN. Calderón buscó integrar a México a Latinoamérica y evitar la dependencia absoluta con Estados Unidos. Le salió poco y todavía lo sigue intentando. En el caso argentino, el comercio bilateral se cuadruplicó en la última década.
“El comercio debe crecer aún más, nuestras posibilidades de articulación no tienen techo”, afirmó ayer Cristina Kirchner. “Argentina pasó a ser el cuarto socio comercial de México en América latina, tenemos un enorme potencial”, apoyó Calderón. Los dos presidentes dieron dos discursos en espacio de una hora en que básicamente recorrieron los mismos temas. Calderón leyó los dos suyos, Cristina Kirchner no.
La Presidenta insistió en que “América latina está llamada a ser uno de los grandes protagonistas del siglo 21” y marcó el concepto de que ambos presidentes eran “la generación del Bicentenario”, que debían dejar el camino preparado para los que vinieran después. Allí tiró una de esas frases con las que la Presidenta salpica sus discursos cada tanto, como para generar algún interrogante respecto a cuál será su futuro. Así como la noche anterior en el museo de Carlos Slim había sostenido que su misión era “profundizar el modelo” dando la idea de un futuro al menos al mediano plazo en el poder, ayer deslizó: “Los políticos tenemos cierta tendencia a creer que somos eternos. Y nada es eterno”.
El tema de la salud de la Presidenta estuvo bastante presente en los encuentros de ayer. De movida, la ceremonia de recibimiento al mediodía en los jardines de Los Pinos se organizó en versión light. No hubo la habitual extensa caminata de revista a las tropas, ni plantones debajo del agobiante sol del D. F., ni largos discursos de bienvenida.
Cristina Kirchner llegó en automóvil hasta el pie mismo de las escalinatas de la residencia, donde la esperaban Calderón y su esposa –omnipresente en todo evento protocolar–, Margarita Zavala. Los chicos de la escuela República Argentina agitaban banderitas de los dos países y un grupito de militantes de la “25 K” inició un par de estribillos kirchneristas. Allí mismo la Presidenta hizo con las manos en súplica su primer gesto de disculpas a Calderón. Luego, pese a que ya había puesto la palma sobre su pecho, se quedó con las ganas de cantar el himno del que sólo se escuchó la introducción.
La Presidenta comentó que en una salida Calderón la había resguardado del sol con un paraguas. Luego, no disimuló que sentía calor mientras hablaba Calderón en Los Pinos y sacó su abanico negro, para delicia de los fotógrafos. Por cierto, el cóctel de sol, calor y 2 mil metros de altura del D. F. no da como para grandes paseos. También llamó la atención que Calderón le deseara una “pronta recuperación de su estado de salud”, cuando la suspensión se debió sólo a un cuadro de baja presión.
Los presidentes se trasladaron hasta el Palacio de Chapultepec para la comida. En el Salón de los Emplomados del Alcázar la Presidenta saludó a las autoridades de las Cámaras de Diputados y de Senadores y de la Corte Suprema. Mientras, unos entusiastas xilofonistas de guayabera interpretaban clásicos mexicanos a los invitados especiales que iban ocupando las mesas para el almuerzo. Los funcionarios se mezclaban con los empresarios.
Obviamente, apareció Carlos Slim confirmando sus inversiones multimillonarias en telefonía y que también estudia incursionar en minería. Slim volvió a lucir una banda para sostener su brazo izquierdo y explicó que era por una cuestión de la batería de su desfibrilador. Del lado argentino, el titular de la Cámara Argentina de Comercio, Carlos de la Vega, y el de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, celebraban los acuerdos firmados con sus pares mexicanos para promover las relaciones comerciales directas en un evento paralelo del que participó el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Luis María Kreckler.
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