EL PAíS › DEBATE SOBRE KIRCHNERISMO Y PERONISMO ENTRE ZANNINI, LACLAU Y COSCIA
En la Casa Nacional del Bicentenario, el secretario de la Presidencia dijo que Kirchner mostró “la capacidad de la política para encarar cambios por sobre las corporaciones”. Laclau destacó que el kirchnerismo amplió el sustento popular del peronismo histórico.
› Por Miguel Jorquera
“Néstor Kirchner nos devolvió la fe en el peronismo”, afirmó el secretario de Cultura, Jorge Coscia. “Como etapa diferente, el kirchnerismo incorporó a los actores sociales que proliferaron tras las crisis de 2001 y sumó una base social mucho más amplia que la del peronismo histórico”, comparó el politólogo Ernesto Laclau, en el ciclo “Debates y Combates” que realiza la Casa Nacional del Bicentenario. El diálogo de ayer giró sobre “Peronismo y kirchnerismo: continuidades, rupturas, claves e innovaciones en las identidades políticas nacionales y populares de la Argentina contemporánea”. El tercero de los disertantes, el secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, consideró el tema demasiado extenso y prefirió explayarse sobre un solo ítem que consideró “clave” para el “éxito” del kirchnerismo: “La capacidad de la política para encarar los cambios por sobre las corporaciones”. Pero Zannini señaló la “continuidad” de esa disputa: “No es el Gobierno que pelea con Clarín –dijo–, es (Héctor) Magnetto el que pelea contra la democracia”.
El título del debate y los panelistas generaron su propio atractivo. Decenas de personas formaron fila sobre la vereda de Riobamba al 900, en la recientemente inaugurada Casa Nacional del Bicentenario, para acceder a los pocos lugares de un salón no muy amplio, que quedó más chico aún con la convocatoria que tuvo la charla, retransmitida vía Internet por la Secretaría de Cultura de la Nación.
Zannini rompió el molde previsto. Primero, con un chiste sobre su pelo renegrido. “Ernesto (por Laclau) esperaba encontrase con un hombre con canas y patillas largas”, dijo para luego afirmar: “No me tiño el pelo”, como contó que le dice a su madre. Luego, eligió referirse sólo a la etapa kirchnerista. El secretario de la Presidencia, miembro de la mesa chica del Ejecutivo nacional, asumió como “clave” y “punto central” de la etapa “reubicar la política y las convicciones en el centro de las decisiones” y que “Néstor era totalmente consciente de eso”.
Para demostrarlo, desempolvó el discurso de Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa, el día de su asunción como presidente, el 25 de mayo de 2003. Zannini repasó los ejes de aquel discurso donde Kirchner afirmaba que en los ’80 el objetivo era “la preservación del estado de derecho y la simple alternancia de los partidos en el poder”. En los ’90, “tras la hiperinflación, dominó lo económico para parar las corridas bancarias, predominaron la inversión especulativa y un brutal endeudamiento externo”, y que en el ’99 se siguió el mismo camino con la intención de hacer “una gestión más prolija”. En 2003, “Néstor dijo que el éxito de la política debía medirse bajo otros parámetros, en su capacidad para encarar los cambios”.
También escogió una anécdota personal para graficarlo. Contó que la presidenta Cristina Fernández, parada frente a los cuadros del Salón de los Patriotas Latinoamericanos, les dijo a sus colaboradores: “Si él (por Néstor) no hubiera descolgado aquellos cuadros (los de Videla y Bignone en el Colegio Militar), yo no habría podido colgar éstos”.
Zannini recurrió a las estadísticas y a las tapas de Clarín; mostró cómo fueron endureciendo su postura a medida que “avanzaban las transformaciones del Gobierno, en la que la de Cristina es la etapa más profunda”, para concluir que “era posible gobernar con las tapas de Clarín en contra”. “En realidad, no es que el Gobierno pelee contra Clarín o que Clarín pelee contra el Gobierno. Es Magnetto el que pelea contra la democracia”, sentenció Zannini: “Que las decisiones políticas pesaran más que las de las corporaciones los exasperó”.
A su turno, Laclau recurrió a su experiencia como licenciado en Historia y a su formación marxista para trazar paralelos y diferencias entre peronismo histórico y kirchnerismo. “La etapa fundacional del peronismo se vio favorecida por políticas económicas de intervención estatal, implementadas por gobiernos conservadores, como la junta de regulaciones de granos, la creación del Banco Central y el Banco Industrial, donde la renta agraria se distribuía con créditos a las pymes, generadoras de mano de obra intensiva, que incrementaban la demanda sindical por mejoras año a año.”
Pero el “talón de Aquiles” –sostuvo Laclau– de esa etapa de bienestar se dio “en la disputa entre los modelos de desarrollo de la industria liviana o la pesada, donde competían la CGT, por un lado, y el Plan de (General) Savio para industrializar el país. Ganó la CGT, reinició el deterioro en el intercambio comercial externo, Perón reclamó mayor productividad y el modelo económico del peronismo se disuelve”. Algo que Laclau contrastó con la iniciación de la etapa K, con la desarticulación del Estado, la desocupación y el endeudamiento externo.
El politólogo también trazó un paralelo entre la base política de Perón y de Kirchner. “El clientelismo de punteros políticos y caudillos construyó un modelo de cambios de favores personales por el voto que dio pie a la etapa prepopulista con la acumulación de demandas insatisfechas”, que Perón aprovechó. “El kirchnerismo –continuó– tiene una continuidad profunda con la experiencia democrática del peronismo, pero en otra etapa diferente. Construyó su base social con actores sociales más heterogéneos que en el pasado, surgidos de la crisis de 2001. Como en la teoría de la hegemonía de (Antonio) Gramsci, donde la experiencia se construye con la incorporación de nuevos actores sociales.” Coscia, en cambio, expuso una postura más ligada al pensamiento peronista. Consideró que el kirchnerismo tiene “lazos indivisibles con el peronismo” y que la “deuda kirchnerista con el peronismo está bien paga”. “Néstor Kirchner devolvió la fe en el peronismo”, dijo el secretario de Cultura, y recordó los primeros encuentros del Grupo Calafate, donde “Néstor proponía buscar otro destino para el peronismo que la derrota desoladora de la experiencia neoliberal de los ’90”. Algo que volvió a recordar cuando subrayó el papel “revolucionario del peronismo, que también tuvo traidores ejemplares con (José) López Rega y (Carlos) Menem”.
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