EL PAíS
› LOS GRUPOS PIQUETEROS Y LAS PROXIMAS ELECCIONES
Piquetes y partidos
Algunas organizaciones harán campaña, otras se abstendrán y otras formarán un frente de rechazo al voto. Planteos y razones del debate, y el viejo tema de sindicatos y partidos.
› Por Laura Vales
Con candidatos propios, o apoyando a los de sus partidos de referencia, cuatro organizaciones de desocupados van a participar en las próximas elecciones. El Polo Obrero, el Movimiento Territorial de Liberación y el Movimiento Teresa Vive ya decidieron meterse en la actividad electoral, mientras que la Federación de Tierra y Vivienda hará lo mismo en la provincia de Buenos Aires, donde busca armar una lista de piqueteros y ahorristas.
Para el movimiento de desocupados, que nació con un marcado carácter social y político pero no partidario, y que creció con un discurso muy crítico hacia las instituciones (la Justicia que procesa a quienes cortan rutas, el clientelismo de los punteros políticos, el país con más funcionarios ricos que niños felices, la identificación con la consigna “que se vayan todos”) es la primera vez que el tema electoral se plantea a cierta escala, ya que hasta ahora la aparición de sus dirigentes en las boletas se había dado en casos más bien excepcionales o aislados, como el de Luis D’Elía (FTV), que se convirtió en diputado provincial, pero no mucho más.
¿Por qué una organización piquetera querría participar de las elecciones, y por qué se oponen los que dicen que hacerlo es un error? En esta nota, desocupados, sociólogos e historiadores hablan sobre un tema que tiene, como cuestión de fondo, la pregunta sobre si las organizaciones sociales deben ser autónomas de los partidos políticos.
De lo reivindicativo
a lo electoral
Las agrupaciones piqueteras son organizaciones territoriales. A diferencia de los sindicatos, que se crearon en torno a las fábricas, el lugar donde sus miembros se conocen y vinculan es el barrio. En el conurbano bonaerense existen unas diez agrupaciones grandes, que consiguieron tener presencia territorial, es decir organizar a los desocupados en una buena cantidad de barrios, o incorporar a sus estructuras a comisiones barriales ya existentes, pero que trabajaban de manera aislada.
En lo político, este proceso de sumar integrantes es algo complejo y difícil, porque los nuevos llegan con un mismo grado de necesidad pero con muy distintas experiencias y niveles de formación. En un mismo grupo hay vecinos de entre 40 y 50 años que tuvieron años de militancia en un gremio, jóvenes que vienen de mirar el vacío en la barra de la esquina, fieles de iglesias evangélicas, muchísimas mujeres, estudiantes universitarios que se proletarizan, y todo el tiempo está llegando o yéndose gente. El paso desde lo reivindicativo (el bolsón de comida, el subsidio) a lo político no es un camino lineal sino que se va haciendo en las asambleas donde se discuten las decisiones, en espacios de debate específicos, en la vida interna de cada grupo y de alguna manera también en los cortes de ruta.
En las diez organizaciones más grandes del conurbano se definieron diferentes posturas frente a la elección:
u El Polo Obrero va a presentar candidatos piqueteros en las listas del Partido Obrero.
u El Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive (vinculado al MST) hará lo propio dentro de Izquierda Unida. Su coordinador general, Gustavo Giménez, va a ser candidato a diputado nacional. El Movimiento Territorial de Liberación (Partido Comunista) decidió no involucrarse tanto, aunque va a integrar algunas listas a nivel municipal.
u Un conjunto de organizaciones que habitualmente se moviliza con los anteriores, en cambio, va a repudiar las elecciones. Barrios de Pie, elMovimiento Teresa Rodríguez, el MIJD, la CTD Aníbal Verón y el MTD Aníbal Verón proponen no votar, votar en blanco o impugnar el voto.
u La Federación de Tierra y Vivienda (CTA) está acordando la integración de un frente en provincia de Buenos Aires, donde su titular Luis D’Elía, está en conversaciones con Alicia Castro y las agrupaciones de ahorristas.
u La Corriente Clasista y Combativa, que coordina sus cortes de ruta con la FTV, no va a presentar candidatos, aunque dejará en libertad de acción a sus integrantes para que voten o no.
A modo de síntesis, las líneas piqueteras de los partidos de izquierda van a hacer campaña, los desocupados de la Central de Trabajadores Argentinos también, los grupos autónomos o apartidarios plantean una contracampaña a la que quieren sumar a las asambleas barriales.
Por qué sí y por qué no
Primer argumento en favor del sí: las elecciones son la continuidad de la lucha, dicen los piqueteros que el gobierno llama “duros”, los de la izquierda partidaria. “Como movimiento de desocupados no tenemos dudas de participar en la campaña. Al contrario, no puede ser que lo que ganamos en la calle nos sea robado políticamente cuando llega el momento electoral” dijo a Página/12 Néstor Pitrola (PO). “Nosotros enfrentamos el plan económico de Duhalde; primero lo hicimos luchando en la calle, la verdad es que no lo hemos podido voltear, ahora defendemos esta perspectiva interviniendo en la lucha electoral”.
Segundo argumento en favor del sí: hay que ocupar espacios institucionales porque ahí se decide el rumbo del país, sostienen los desocupados que el gobierno llama “dialoguistas”. “Estar en la Legislatura bonaerense, por ejemplo, nos sirvió para impulsar leyes de expropiación y frenar desalojos”, señaló Luis D’Elía, titular de los desocupados de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV), quien tiene aspiraciones a gobernar la provincia de Buenos Aires. El dirigente dio una respuesta pragmática sobre la participación de las organizaciones de desocupados en las elecciones: cuando se tiene éxito está todo bien, pero si la disputa no se da con convicción puede ser contraproducente, porque te cuentan las costillas para después matarte.
Primer argumento en favor del no: estas elecciones se hacen para resolver la interna de los políticos y no los problemas del pueblo. Es la postura de los piqueteros que van a hacer contracampaña, quienes no se oponen a las elecciones en sí, pero sostienen que “todos los candidatos con posibilidades de acceder a la presidencia aprueban las imposiciones del FMI y por ende seguirán empeorando la situación”. En un documento conjunto de la Barrios de Pie, el MIJD y la CTD Aníbal Verón retoman el reclamo para que se vayan todos. “Es necesario reconstruir la democracia desde la base de estructuras e instituciones que permitan y garanticen el más amplio protagonismo participativo del pueblo”, concluyen.
Segundo argumento en favor del no: lo institucional es el terreno del capitalismo, los recambios institucionales no van a significar ninguna solución. “Pensamos que el cambio social no se va a hacer a través de elecciones para estas instituciones viciadas, que tienen niveles de corrupción necesarios para el mismo sostenimiento del sistema”, señaló Alberto Spagnuolo, del MTD Aníbal Verón de Solano. “Para nosotros no son los recambios institucionales sino la organización de los sectores populares lo que puede llevar a un cambio de raíz. Nos definimos como anticapitalistas, consideramos a los espacios de poder institucional como un terreno del capitalismo. Las elecciones sin la participación real de la población van a traer nuevas frustraciones”.
La discusión de fondo
El tema de las elecciones enfrenta a los piqueteros con la pregunta sobre cuán cerca o lejos les conviene estar de los partidos políticos. No se trata de una pregunta menor, ya que en el conurbano las organizaciones de desocupados crecieron, en parte, como reacción a los punteros del PJ y la UCR que hacían política repartiendo subsidios, y se desarrollaron confrontando con ese modelo.
En los años iniciales del movimiento, para un desocupado “ir a la organización piquetera” o “quedarse con la municipalidad” implicaba varias cosas. En un lugar decidía el puntero, en otro lo hacía la asamblea. En un lugar la intendencia repartía alimentos a los que hacían cola toda la noche, en el otro los desocupados los conseguían por sí mismos, cortando la ruta. En un lugar los recursos se asignaban con criterios de pobreza definidos por un Ministerio, en el otro se distribuían según criterios de participación discutidos en conjunto. Tomar decisiones en asamblea, aumentar los niveles de participación internos y cuestionar las actitudes pasivas de sus integrantes siguen siendo preocupaciones (sino de todos) de muchos ámbitos piqueteros.
Los sectores autónomos consideran que tanto la lógica electoral como la partidaria debe mantenerse totalmente apartada de las organizaciones sociales. “Los partidos acentúan mecanismos de subordinación y delegación en la gente”, opinó Neka Jara, del MTD de Solano, “a la vez que frenan el avance de los movimientos sociales según la necesidad del momento electoral”.
Del otro lado, se valoriza a los partidos como poseedores de un programa y una dirección que cohesionan a las organizaciones sociales. “Nuestro objetivo es el trabajo genuino, para conseguirlo hay que cambiar el modelo económico, para hacerlo hay que llegar al poder, sin una herramienta política no es posible”, dijo Gustavo Giménez (MST).
Para el sociólogo Emilio Cafassi “el problema en sí no tiene que ver con la vinculación de los movimientos sociales y los partidos políticos alternativos, antihegemónicos” sino con las características que esos partidos tienen en la Argentina. “El PT en Brasil nació a partir de la nutriente del movimiento sindical combativo, de los Sin Tierra, es decir que hubo una alianza que favoreció a todos. Pero no es el caso nuestro, ya que aquí los partidos contrahegemónicos nunca pudieron constituirse en una verdadera alternativa política y vivieron en un marco de multidispersión que los ha llevado a una disputa fraccional entre sí. Eso implica que han reforzado sus características autoritarias y hegemonistas. El problema del autoritarismo de la izquierda es un fenómeno mundial, pero que en la Argentina tiene niveles monstruosos, casi caricaturescas; la vinculación de los partidos a las organizaciones sociales las impregna de estas características”.
¿Qué ventajas y qué costos tiene para una organizaciones de desocupados estar vinculada a un partido político? preguntó este diario a su colega Maristella Svampa. “Una de las ventajas mayores es que los partidos dan una estructura nacional y recursos financieros, que facilitan una mejor instalación y una mayor visibilidad”, señaló Svampa. “También proporcionan estructuras de protección en la confrontación territorial entre piqueteros, por un lado, y punteros peronistas y municipio, por el otro”. Una tercera ventaja es que “a diferencia de algunos grupos autónomos, donde “todo” está en discusión, la adopción de una línea partidaria puede ‘reducir la incertidumbre’”.
Con respecto a los costos, Svampa considera que existen “no sólo respecto de la autonomía sino también en la manera en cómo se articula lo reivindicativo y lo político, sobre todo con aquellos partidos de izquierda que, pese a su pretendida vocación revolucionaria, combinan una línea de organización de masas con una política electoral. La regla de oro es entonces que en período eleccionario éstos subordinan abiertamente lapolítica de masas a la dinámica de los comicios. Los riesgos de distorsión y de manipulación políticas alternan con el ‘abandono’ parcial del trabajo territorial, de carácter más reivindicativo”.
“No antagonizar”
Hay un solo punto en el que todos los sectores acuerdan con respecto a estas elecciones, y es en que el gobierno, también sujeto a las necesidades de la campaña, se ha endurecido frente al conflicto social. “Necesita dar señas de autoridad”, dijo Jorge Ceballos, de Barrios de Pie. “Percibimos que Duhalde tiende a ocupar el espacio de derecha que seduce Menem, hace todo lo posible para mostrar que tiene mano dura, y en ese camino han reinstalado las denuncias de sedición contra nosotros y los aprietes en la calle”.
Por eso una de las principales preocupaciones manifestadas es la de no profundizar aún más la fragmentación en el arco piquetero, ya dividido entre”duros” y “blandos”, “dialoguistas” y “negociadores”, opositores al sistema y opositores al modelo, defensores de la horizontalidad e impulsores del centralismo democrático, los que integran los consejos consultivos con los que no.
En principio, hay una decisión explícita de “no antagonizar” por el tema electoral. El acuerdo tendrá que sostenerse durante los próximos siete meses, de acá a septiembre, ya que la pelea central va a ser por espacios en el territorio bonaerense, donde la campaña recién empieza.
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