Dom 02.03.2003

EL PAíS  › DUHALDE DIJO QUE NO MANDARA TROPAS, Y DIPUTADOS VOTO UNA RESOLUCION PACIFISTA

Paz en la tierra, un deseo de argentinos

Fue la única sorpresa en un previsible acto de inauguración del período legislativo, y el único aplauso compartido para el Presidente. Diputados votó una declaración que afirma que ni con un mandato de la ONU Argentina participará de la guerra contra Irak. La Ucedé en contra, Zamora ausente.

› Por Eduardo Tagliaferro

“Quiero ser muy claro en esto: no saldrán nuestras tropas a pelear ninguna guerra a Irak”, dijo. Y entonces, recién entonces, el recinto de la Cámara de Diputados explotó en el más rotundo de los 15 aplausos que los legisladores le brindaron al último discurso de Eduardo Duhalde frente a la Asamblea Legislativa. No se esperaban grandes anuncios y, salvo el rotundo rechazo a la guerra, no los hubo. La principal duda estaba en la cantidad de parlamentarios que concurrirían a la inauguración del período de sesiones ordinarias. Los menemistas aportaron muy poco, los peronistas más cercanos al oficialismo también tuvieron notables ausencias, los radicales, aunque llevaron a lo más granado, lejos estuvieron de acercarse a las cifras que suelen poner en sus bancas. En el ARI tampoco fueron muchos, el socialismo dijo presente y al resto de la izquierda no se la vio ni por asomo. A pesar de ello los asientos vacíos no fueron tantos como se presagiaba. “Este baile no fracasó”, comentó a modo de reseña un histórico hombre del Parlamento. Posteriormente los diputados votaron una declaración en la que señalaron que “el gobierno argentino no debe participar de las acciones bélicas contra Irak, aun en el caso de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas las autorizara”.
Hasta que se pronunció contra la guerra, los aplausos que venía recibiendo Duhalde tenían más de gesto de ocasión que otra cosa. Fue precisamente su postura antibelicista la que motivó que casi todos los bloques presentes se sacudieran. La mención al tema fue acompañada por cierto cambio en su tono de voz, algo que Duhalde no había hecho y no volvió a repetir en casi ningún momento de la extensa lectura de su discurso. Lectura dificultosa en la que no faltaron los fallidos.
En su primera mención a la inminente guerra anglo-estadounidense contra Irak, el Presidente señaló: “Sostenemos una firme posición de condena al terrorismo internacional, pero defendemos la paz y las tareas de las Naciones Unidas y de su Consejo de Seguridad en la crítica situación planteada respecto al desarme de Irak”. El aplauso que siguió a la intervención fue distinto. Además de estridente, se notó que venía de parlamentarios de diversas identidades políticas.
Entusiasmado y sin apartarse del texto oficial, puso más énfasis y sostuvo: “Para decirlo con las palabras del Santo Padre, la guerra con Irak sería una derrota para la humanidad”. Los aplausos crecieron y aquí agregó: “Estaremos comprometidos con las acciones humanitarias que sean necesarias para defender al salud y la integridad de las inocentes víctimas de los conflictos bélicos”. Duhalde estaba flanqueado por los miembros del gabinete nacional. Sin ser el más saludado, el canciller Carlos Ruckauf se distinguía por tener entre sus manos un ejemplar del semanario Newsweek. Tal vez porque no quiso que la mención a la ayuda humanitaria fuera interpretada como cierta forma de involucramiento, el Presidente volvió sobre el tema y obtuvo la mayor ovación al asegurar que “no saldrán nuestras tropas a pelear ninguna guerra a Irak”.
Cada uno de los legisladores seguía el mensaje presidencial leyendo el ejemplar que tenían entre sus manos. En pocas, en muy pocas, ocasiones el Presidente se apartó del discurso impreso. Lo hizo para excluir la palabra seguridad con la que se remataba una frase que decía “pensamos que Argentina debe proponer a nuestra región como una zona de paz”.
En los habituales corrillos que se realizan en el Salón de los Pasos Perdidos una vez que las autoridades nacionales se retiran, fue precisamente el rechazo a la guerra lo más reivindicado por la mayoría de los miembros del Congreso. Los diputados tuvieron oportunidad de expresar su propio rechazo a la guerra. Lo hicieron una vez finalizada la Asamblea Legislativa. La chicharra llamaba a sesión cuando todavía había muchos funcionarios atendiendo los reclamos de la prensa. Incluso podía escucharse la voz del presidente del cuerpo, el duhaldista Eduardo Camaño, repasar cada uno de los artículos de las leyes impositivas reclamadas porel Gobierno, que estaban pendientes de tratamiento, mientras repetía aprobado.
Finalizado el debate económico, el diputado tucumano del ARI José Vitar puso tratar sobre tablas un proyecto de declaración contra la guerra. A pesar de que el quórum caminaba por los débiles límites reglamentarios y de que algunas intervenciones como las del ex titular de la Rural Guillermo Alchouron reclamaban el pase a comisión de la iniciativa, ésta fue aprobada. “El riesgo de las acciones contra Irak es inminente”, recordó Vitar, tratando de acelerar el trámite. En algún momento pareció que los matices harían fracasar la declaración pacifista. Sabiendo que está en minoría y demostrando que debe actualizar su bibliografía o por los menos su léxico, el liberal de la UCD Carlos Castellani, afirmó: “No debemos ser neutrales con respecto a la guerra de Irak. Debemos tener una posición clara del lado de los países del mundo libre”.
Todo parecía que se caería cuando la santafesina María del Carmen Alarcón propuso acompañar al proyecto en debate, que pertenece al radical porteño Marcelo Stubrin, la mención “como lo dijo el Presidente argentino en su discurso en la Asamblea Legislativa”. Lejos de ello casi todos se mostraron partidarios de incluir el párrafo. Sorprendió que Luis Zamora anunciara que no votaría la iniciativa porque a su juicio los diputados cifraban cierta expectativa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y éste “nunca logró atarle las manos a ninguna política guerrerista”. Para el legislador, “por primera vez la humanidad le puso nombre al enemigo y se llama George W. Bush”.
Finalmente, el texto aprobado “condena la guerra preventiva o la guerra de represalias”; reivindica “un orden jurídico internacional como criterio del bien común”; “exhorta a Irak para que dé pronto y cabal cumplimiento a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU” y expresa la convicción de que el gobierno argentino no debe participar de ninguna guerra. Los unió el espanto, es cierto, pero fue uno de los pocos gestos de cordura que puede enaltecer a un Congreso muy devaluado y desacreditado.

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