Sáb 16.07.2011

EL PAíS  › OPINIóN

El hombre de atrás

› Por Mirta Mántaras *

En los juzgamientos por delitos de “lesa humanidad” que se realizan en la Argentina se adoptó la teoría de Klaus Roxin para describir el funcionamiento de la máquina de matar implementada desde el Estado delincuente y ejecutada por la cadena de comandos de las Fuerzas Armadas.

De ese modo se pudo reconstruir quiénes ocupaban cargos para garantizar la emisión de órdenes (forma de accionar la palanca de la máquina) y la transmisión de las mismas hasta llegar a los ejecutores que inexorablemente las cumplían por ser intercambiables, si uno no estaba lo reemplazaban otros del numeroso grupo de tareas.

A los ejecutores se les garantizaba la impunidad y para ello usaban apodos y mantenían con capucha a los cautivos hasta para comer, oportunidad en que solamente se les liberaba las manos. Muchos de los ejecutores, hasta hoy, son desconocidos.

En las Fuerzas Armadas se desempeñaba el grupo criminal que integraba la asociación ilícita, y mientras de día había instrucción en los cuarteles, de noche salían las patotas a secuestrar, lo que con acierto definió el militar Federico Mittelbach como Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

La responsabilidad por los hechos está en los jefes, a los que se considera “autores mediatos” (el “hombre de atrás” del ejecutor) o sea “el autor de escritorio” que determina la actuación del su-bordinado que aceptó cometer cualquier delito y por eso ambos son responsables.

Vale decir que cuando se analiza la responsabilidad de los subordinados siempre se está teniendo en cuenta que son hechos por cuya responsabilidad penal recae sobre los altos jefes, por el diseño del plan criminal, y de los jefes intermedios, por la transmisión de órdenes para que las cumplan los ejecutores.

Si sobre los acusados por las acciones aberrantes y atroces en un centro clandestino de detención hay jefes vivos, deben ser incluidos entre los acusados para que los juzgue un tribunal oral.

Algunos que ya fueron enjuiciados, no lo serán por esos delitos, pero sí por los otros que cometieron los ejecutores, ya que no hay ejecución sin orden superior.

La sentencia justa es la que castiga de la forma más adecuada a la realidad, por eso las posiciones de avanzada, como la de considerar como homicidio los casos de desaparición de personas y las de definir estos crímenes como acciones genocidas, son las que más adeptos están colectando en las provincias argentinas.

* Abogada de derechos humanos.

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