EL PAíS › EL ROL DEL MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO EN ADOPCIONES SOSPECHADAS. SE INVESTIGAN SETENTA EXPEDIENTES
En una causa que se tramita desde hace diez años se analizaron todos los expedientes irregulares del período 1975-1982. Se encontraron dos casos ya conocidos de niñas apropiadas durante la última dictadura. También se analiza si hay víctimas de trata. Los documentos.
› Por Alejandra Dandan
El nombre de una mujer muerta en 2004. La pista de un ex gerente de la Bayer. La intervención de la Embajada de Estados Unidos para que un agregado militar del Ejército norteamericano se quedara con un niño. Dos niñas nacidas en partos clandestinos en el Hospital Militar de Campo de Mayo, robadas y apropiadas durante la dictadura. La Justicia investiga en este momento cada uno de esos casos, y entre ellos el factor común: la intervención del Movimiento Familiar Cristiano, cuyo Equipo de Adopciones tramitó los robos de niños como adopciones legales u ofreciendo la cobertura para inscripciones como hijos biológicos. En el Juzgado Federal porteño 2 estudian 70 expedientes en los que intervino esa organización de la Iglesia católica, que desde su página web difunde los sermones del conservador arzobispo Héctor Aguer. En los expedientes, hay madres anónimas, niños en condición de NN o abandonados. Página/12 revela algunos de los documentos sobre los que se fraguaron las entregas. Entre ellos, un comunicación de la Embajada de Estados Unidos y dos cartas que dan cuenta de las historias que construyó –en dos casos probados de robo– la difunta presidenta del benemérito Equipo de Adopción.
El teniente coronel Richard William Des Reis llevaba dos años trabajando en la Embajada de Estados Unidos como agregado militar. Era noviembre de 1980. El era miembro del ejército norteamericano y ex combatiente de Vietnam. Interesado en tener un niño argentino, presentó dos testigos como aval en la sede del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), aunque mejor hubiese sido que no los presentara: los dos son militares argentinos, uno de ellos Eduardo Garayar, entonces coronel en jefe de la agregaduría militar de esa misma embajada y denunciado más tarde en la Conadep entre los represores de la Comisaría V de La Plata. El otro era Martín Arrillaga, marino de la base naval de Puerto Belgrano. Des Reis se llevó a un niño tucumano. A comienzo de año, una denuncia confirmó que no es un niño hijo de de- saparecidos; su madre, que se llama Carmen Rosa Abregu, vive y a una de las querellantes de la causa le dijo que había ido a verla un policía que le hizo firmar unos papeles. Ella no sabía ni leer ni escribir. La causa podría ser entendida como tráfico de niños, pero sucedió durante la dictadura e intervino un policía y los investigadores creen que debería seguir siendo objeto de la causa central (ver aparte).
El juzgado 2 también investiga en el caso de Courth Lambert, un ex gerente de la Bayer en Argentina que el 28 de junio de 1976 se presentó con dos testigos ante el MFC para anotarse en la lista de adopción, siempre según los papeles. Lo curioso para los investigadores es que poco tiempo después –el 23 de octubre– su hogar se convirtió en receptor de una guarda transitoria del niño que terminó quedándose como si ya hubiese estado preparado para él. “Ese chico entró y salió”, dice una de las investigadoras sobre una modalidad a la que llaman “niño puesto”. Lambert, un alemán casado que entonces era gerente comercial de Bayer Argentina, se llevo a un niño que según las fichas del MFC no tenía madre biológica ubicable; pesaba dos kilos porque había nacido prematuro. En este momento, Courth está en Inglaterra. El juzgado envió en marzo un pedido a Cancillería para que viabilice el ADN del niño.
Los datos
En el marco del juicio por el plan sistemático de apropiación de bebés durante la última dictadura volvió a aparecer el nombre del Movimiento Familiar Cristiano de la mano de testimonios de nacimientos en el Hospital Militar de Campo de Mayo.
La investigación del Juzgado Federal 2 lleva casi diez años. Aún no tiene imputados ni acusados, las investigadoras están centradas en intentar recuperar a los niños. Para eso, compulsaron papeles y documentos de todos los organismos vinculados a los nacimientos en dictadura. En esa línea, desde la Unidad Fiscal de Coordinación de las causas vinculadas al terrorismo de Estado que dirigen Jorge Auat y Pablo Parenti, María Clara Rodríguez elaboró un informe que critica el orden de la investigación pero a la vez destaca el trabajo realizado.
Para distinguir los casos “sospechosos”, el juzgado comparo documentos del Hospital Militar de Campo de Mayo y los registros civiles de la zona como el de San Miguel, Bella Vista y también La Plata y Capital Federal. Buscaron además expedientes de los institutos de menores. En el primer cruce encontraron nacimientos inscriptos en los registros civiles de niños supuestamente nacidos en el Hospital Militar pero que, sin embargo, no estaban en los registros de ese lugar. Tambien señalaron nacimientos de los que participó algún integrante del Hospital Militar aunque los niños hayan nacido en otro lado. De la segunda parte de la compulsa en institutos de menores, tomaron los casos de niños nacidos entre 1975 y 1982 y separaron las fichas en las que aparecían madres anónimas; los que estaban inscriptos como NN o figuraban como “abandonados”.
De esos cruces, a mayo del año pasado había 119 casos sospechosos: en 33, los niños están anotados como hijos biológicos y en 84 con adopción o guarda. En esos 84 casos, intervinieron sólo tres instituciones: la ex Casa Cuna en siete casos; la entonces Secretaría de Estado del Menor y la Familia en otros siete y el Movimiento Familiar Cristiano en ¡70! Son 70 casos en los que hubo guarda u adopción con madre anónima, niño abandonado o NN. Todavía no se sabe si son los únicos casos: a esta altura los investigadores creen que la sola presencia de un trámite en el que haya intervenido el MFC bastaría para apartarlo y ponerlo bajo investigación.
Particulares
¿Por qué la sola presencia del MFC basta para abrir sospechas? Hasta comienzos de este año sólo dos trámites de niños apropiados durante la última dictadura y reencontrados por Abuelas de Plaza de Mayo dieron cuenta de la participación del Movimiento. A éstos, podría sumarse el del gerente de Bayer. Y otro del que existen indicios a través de una carta (ver aparte). Entre los 70 casos sospechosos, puede haber hijos de desaparecidos pero también niños producto del tráfico. Los casos probados, la historia de la organización y la hipótesis de que hubo un acuerdo con el Ejército explican las razones de la sospecha.
Un documento de Abuelas de Plaza de Mayo sobre la historia del Movimiento arroja algunos datos elocuentes. El MFC empezó a expandirse en Buenos Aires en 1940 entre matrimonios católicos que replicaban un modelo de Estados Unidos y Canadá. El origen formal es 1948 y aparece detrás de un grupo de matrimonios de la Iglesia San Martín de Tours, que se lo pidieron al padre Pedro Richards. Hicieron un primer encuentro con 44 matrimonios.
Hablaban de familia y procreación en un espacio que hoy aparece como en contra del matrimonio igualitario y que albergó a distintos sectores de la Iglesia.
El primer grupo de asesores tuvo, por ejemplo, a Saturnino Llorente, uno de los fundadores de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), de la Corporación Rural de Emprendimientos Agrícolas, presidente del Banco Nación en 1968 y gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1969 y 1970. Pero también estuvo el padre Richard, asociado a los Pasionistas y a la Iglesia de la Santa Cruz, refugio en Argentina de perseguidos políticos. Jorge Rafael Videla y su mujer participaron de los grupos del MFC en el Obispado de Morón. Los Videla coordinaron a un grupo de jóvenes entre los que estuvo, por ejemplo, el contador Horacio Palma, un católico crítico y en 1977 secuestrado con Conrado Gómez y trasladado a la ESMA.
Delfina
El Equipo de Adopciones estaba encabezada por Delfina Margarita Moras de Linck, la “Chola”, según un aviso fúnebre de mayo de 2004. Es la mujer que firmó la mayor parte de los documentos que investiga el Juzgado 2. La persona que, de no haber muerto, estaría imputada en la causa.
La Chola recibía a los niños en la sede del MFC, escribía informes de los hallazgos a veces insólitos y los reenviaba a la Dirección General del Menor y la Familia del Ministerio de Bie-nestar Social, a partir de lo cual el Estado abría un expediente y disponía las guardas que en general quedaban bajo el dominio de la propia Chola. Chola pasaba los niños a hogares transitorios, que eran grupos de matrimonios asociados al Equipo de Adopción y que en más de una ocasión se quedaron con niños. También organizaba los listados de padres aspirantes. Hasta su muerte, presidió de modo honorario el Equipo de Minoridad, que con el tiempo pasó a llamarse Hogares San José. Por sus manos pasaron los casos paradigmáticos de la causa: el de Belén Altamirando Taranto, cuyos padres estuvieron en el Vesubio. Y el de la hija de Teresita Trotta y Guillermo Castelli, también vistos en el Vesubio. Las dos mujeres dieron a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Y el MFC entregó a las niñas a dos familias que las adoptaron presuntamente de buena fe. Algunos papeles reconstruyen el comienzo de esas historias. Son cartas firmadas por la Chola con los relatos de cómo encontró a esas niñas. Las dos cartas iban a la Dirección General del Menor y la Familia y tienen una característica en común: no sólo no aparece el nombre de la madre, sino que quienes las dejaron jamás se identificaron.
La primera carta
de Belén Taranto
Buenos Aires, agosto 12 de 1977. Con membrete del Equipo de Adopción del Movimiento Familiar Cristiano, Paraguay 1931, 1er. Piso:
“En el día de la fecha se presentó ante las autoridades del Equipo de Adopción del MFC un joven con una niña en brazos pidiéndonos que nos hiciéramos cargo de la criatura. Manifestó haber conocido el Equipo por una familia que tenía un niño en adopción. Su madre, a quien estaba vinculado, por causas muy graves y de índole personal, había determinado confiarla a quien pudiera darla a un hogar ya que de ningún modo podía seguir a cargo de ella”.
En párrafo aparte indica datos de la niña, pero el texto incluye líneas de puntos suspensivos como si se tratara de un formulario estandarizado: El joven “agregó que la niña había nacido el día “..7.... del mes de agosto..... de 1977, en la Capital Federal a las ...15... hs., siendo un parto normal y a término”. Como sucede en los casos valorados como “sospechosos”, Linck dejó escrito que el “joven se negó a identificarse y a pesar de las reflexiones que se le hicieron insistió en que tomáramos la niña por su seguridad ya que la decisión de la progenitora de darla en adopción era irrevocable”.
Dieron ocho días de plazo “para que la madre pudiera reflexionar sobre la situación” y luego presentaron el caso a la Dirección General del Menor y la Familia para “que formalice la guarda”. Pocos días después, la Dirección del Menor autorizó a Linck a continuar con la guarda de quien ya era llamada “María Belén Estefanía”.
El informe de la hija de Teresita Trotta y Roberto Castelli es anterior, y todavía más insólito. Después del membrete y el destinatario, Linck escribió: “El jueves 2 del corriente (junio de 1977) concurrí al Equipo antes de las 9 hs., quedando la puerta cancel entornada como habitualmente permanece de 9 a 13 hs., horario de atención del Equipo. A los pocos minutos se oye el llanto de un niño, bajé y en el hall de entrada, sobre una banqueta, había una criatura de sexo femenino envuelta en una mantilla. Transcurrió la mañana sin ninguna novedad respecto a quién hubiera podido dejar la niña allí: la alojamos en el Hogar Transitorio de la señora Viviana Garat de Uranga. El día viernes 3 se revisaron las fichas de futuras madres que habían concurrido al equipo a pedir orientación y ninguna coincidía con la probable fecha de nacimiento de la niña”. La revisó un doctor y como habían pasado seis días desde el hallazgo, pasaron un informe a la Dirección del Menor, cuyos integrantes también están bajo sospecha por estos trámites.
En el transcurso de la investigación fueron citadas distintas personas vinculadas al MFC, entre ellas, una de las asistentes sociales. Ella contó que muchas veces recibían a una niña o niño como NN, pero, aseguró: “recién ahora me doy cuenta de que pudieron ser hijos de desaparecidos”.
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