EL PAíS › MILAGRO SALA JUNTO A LEONILDA ZURITA, DE LA CONFEDERACIóN DE MUJERES ORIGINARIAS CAMPESINAS DE BOLIVIA
Las dos dirigentes sociales compartieron sus experiencias en una charla sobre el rol de la mujer en el proceso de cambio en Latinoamérica. Respaldaron a sus respectivos presidentes y Sala se refirió también a las tomas de tierra en Jujuy.
› Por Ailín Bullentini
Las paredes de los pasillos de la sede de Constitución de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA fueron ayer, y sólo durante algunos minutos, de carne y hueso. Cientos de personas, en su mayoría mujeres de todas las edades, se abarrotaron contra el material conformando una especie de túnel humano que unió la puerta de entrada del claustro y la del salón auditorio. Por allí desfilaron a paso lento hacia una mesa ubicada en el escenario de la sala dos mujeres símbolo de trabajo social y lucha de Latinoamérica: la argentina Milagro Sala, referente de la organización jujeña Tupac Amaru, y la boliviana Leonilda Zurita, secretaria general de la Confederación de Mujeres Originarias Campesinas Bartolina Sisa. Convocadas para compartir sus experiencias como testimonio vivo de “El rol de la mujer en el proceso de cambio” en el continente, ambas aventuraron definiciones sobre el aporte del género tan potentes como sus personalidades. “Sin la mujer no habría cambio posible”, sentenció Zurita. Sala, luego, acompañó: “Necesitamos de miles de mujeres que se pongan al frente de la revolución”.
El auditorio repleto las aplaudió de pie un largo rato. Llegaron al escenario tomadas del brazo, sonrientes como dos niñas. Cubrieron la mesa allí ubicada con una wiphala, agitaron con aplausos la recepción que le ofrecieron los militantes de ambos países, estudiantes universitarios y curiosos, y pidieron que extiendan allí también una pancarta que, desde las butacas, apoyaba al presidente de Bolivia, Evo Morales. El trayecto fue musicalizado con la consigna tupaquera: “Porque somos la verdadera revolución / que pelea por el trabajo, la salud y la educación / porque quiero una vida digna, que lo parió / vamos, vamos los pibes / vamos a luchar / soy un tupaquero, soy de la Tupac”.
“Son dos mujeres valientes –las presentó el cónsul boliviano Ramiro Tapia–. Todos deberíamos imitarlas.” Sus palabras, junto a las de una dirigente porteña de Tupac Amaru, fueron el preludio del diálogo al que fueron convidadas Zurita, en primer lugar, y Sala luego, desde una coordinación compartida entre el Consulado de Bolivia, la Tupac Amaru y la Facultad de Ciencias Sociales.
De pie, y luego de saludar a Sala y declararse “muy nerviosa” por “estar junto a la compañera Milagro”, Zurita intentó compactar su experiencia en la vida pública de Bolivia, un camino que coincide con la suya propia, en un par de minutos. “La lucha de la mujer en Bolivia ha sido muy profunda”, sentenció. Nacida en Chapare, una de las provincias más fuertemente cocaleras de Cochabamba, Leonilda dio sus primeros pasos políticos en el sindicato. La defensa de los cultivos de la hoja de coca fue su primera y principal lucha. El sendero construido nunca se separó del de Morales y sus dos gobiernos, coyuntura política que “no sólo permitió, sino que fundamentalmente fomentó de manera decisiva el avance de la mujer en las organizaciones sociales, sindicales y en las empresas”, apuntó. El gabinete de Evo es el primero en la historia del país que está conformado por hombres y mujeres en partes iguales.
Según la sindicalista, “hubo un cambio profundo” que se percibe en “los beneficios que percibe la sociedad y que antes no existían, como la jubilación, los planes sociales para chicos, las escuelas y hospitales nuevos”. Sin embargo, “falta aún”, advirtió: “Las mujeres somos la esperanza de ese cambio cultural necesario”.
El turno de Sala llegó, tal como al comienzo de la charla, con aplausos difíciles de apaciguar. De contrafrente, la referente de la organización jujeña que extendió sus lineamientos a varios otros puntos del país exhibía calma. “Las mujeres avanzamos mucho, y eso se nota”, comenzó su monólogo con el que picó por varios puntos específicos del proyecto Tupac, generales de las mujeres y de actualidad inmediata. “Nos hemos emancipado de los hombres, aunque eso no signifique que ya no sean necesarios”, se explayó: “Como vivían nuestros pueblos originarios, la mujer y el hombre deben caminar juntos, trabajar, discutir, luchar y soñar juntos. Se trata de eso el cambio”, remarcó.
Claro, la victoria de la presidenta Cristina Kirchner en las primarias de la semana pasada no quedó afuera: “La mujer demostró ser capaz de muchas cosas, demostró independencia, pero sobre todo inteligencia. Cristina lo demostró, es eficiente. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo lo demostraron. ¡Vaya si tiene mujeres este país!”, reflexionó. La referente social tampoco dejó de hilar el “rol de género” con el déficit habitacional que sufren los jujeños y que fue revelado por una serie de tomas de terrenos. “Muchas mujeres nos miramos en las tomas y lloramos de indignación”, dijo. Recordó luego que el jueves se vence el plazo de negociación con el gobierno provincial. “La necesidad de vivir mejor es de todos”, destacó. “Hay que seguir reconstruyendo el país y para eso necesitamos que miles de mujeres se pongan al frente de ese proceso”, culminó Sala. El abrazo con Zurita llegó justo cuando un erke al fondo del salón pegaba tres alaridos. Fin de las reflexiones, buen empujón para que sigan las acciones.
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