EL PAíS › EL ESCRUTINIO FINAL DE LAS PRIMARIAS DESMIENTE QUE HUBIERA FRAUDE
En 23 de los 24 distritos electorales, la corrección va de 0,1 a 0,4 por ciento. Falta terminar el bonaerense, que es el mayor, pero la tendencia es idéntica.
› Por Raúl Kollmann
El escrutinio definitivo terminó ayer en 23 de los 24 distritos electorales del país. En todos ellos las diferencias entre el escrutinio provisorio y el definitivo osciló entre 0,10 y 0,40 por ciento, o sea que en ningún caso superó el medio punto. Hasta el momento, en 22 distritos, Cristina Fernández de Kirchner aumentó en forma ínfima su porcentaje; también lo hizo Ricardo Alfonsín, mientras que Duhalde bajó alguna centésima. En el único distrito en el que CFK bajó –siempre menos de medio punto– fue en Chaco. El distrito más grande y complicado, la provincia de Buenos Aires, recién se terminaría el lunes. Hasta el momento, las tendencias son las mismas que en el escrutinio definitivo, pero es probable que el recuento bonaerense defina quién termina segundo a nivel nacional, si Alfonsín o Duhalde. Las discrepancias observadas en la documentación afectan a unas 200 urnas, parte de las cuales se abrieron para ver el acta que está adentro. Mañana, el juez Manuel Blanco tomaría la decisión de declarar nula una parte o todas esas urnas que, en realidad, no definen la elección porque son una proporción mínima de las 31.500 urnas de la provincia de Buenos Aires.
El escrutinio definitivo es el único recuento que tiene validez legal y sobre esa base se hará la proclamación de candidatos y la inscripción de las listas, a más tardar el sábado 3 de septiembre, a 50 días de las elecciones del 23 de octubre. En principio, la secuencia sería la siguiente:
- Lunes o martes se termina el escrutinio definitivo bonaerense, con lo cual se termina el recuento en todo el país.
- Una vez transmitidos los resultados a cada fuerza política, las juntas electorales de los partidos proclamarán los candidatos.
- Y la Justicia le entregará a cada fuerza la clave informática con la que podrán cargar las listas antes del 3 de septiembre.
Como adelantó el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, los niveles de error en las elecciones argentinas son muy bajos, lo que se confirmaría con el final del escrutinio definitivo. Algunos legisladores de la oposición se basaron en telegramas mal confeccionados –que no tienen valor legal– para instalar la idea de un supuesto escrutinio irregular y luego visitaron al juez Manuel Blanco, quien sostuvo que “hubo muchos errores”, aunque aclaró que las equivocaciones tenían que ver con la complejidad de la elección bonaerense. Hace unos meses, gran parte de la oposición quería pedir el juicio político del juez Blanco –un hombre con buen diálogo con Duhalde– porque se negó a distribuir las boletas y sostenía que eso lo tenían que hacer los partidos. La Cámara Nacional Electoral (CNE) fue la que solucionó ese entuerto haciéndose cargo de la distribución de las decenas de millones de boletas de las fuerzas de la provincia de Buenos Aires.
El escrutinio bonaerense es, de lejos, el más difícil. En primer lugar, porque se trata del distrito más numeroso del país. En segundo lugar porque se juntaron la elección nacional con la provincial, es decir que se eligieron numerosas categorías. Hubo distritos con ocho candidatos a intendente del Frente para la Victoria (CFK), cinco de Unión Popular (Duhalde), dos de la Unión para el Desarrollo Social (Alfonsín) y, además, fuerzas vecinales. Debe tenerse en cuenta que se votaron también listas de concejales, en los que todavía hubo más alternativas por distrito. En algunos municipios hubo 60 boletas en el cuarto oscuro.
Hasta el viernes, había entre 200 y 300 urnas con discrepancias en la documentación. Esto significa que en alguna categoría no concordaban las actas firmadas por las autoridades de mesa con los certificados que se llevaron los fiscales. Dentro de las urnas, hay una copia de las actas firmadas también por las autoridades de mesa y también por los fiscales de las fuerzas políticas, por lo que ayer y hoy se está haciendo el trabajo de abrir gran parte de las urnas para sacar la documentación. Como es obvio, dentro de las urnas también están los votos, pero la idea es que como esas urnas no definen nada, el juez no ordenaría el conteo de votos. Las que queden con discrepancias de documentación serían anuladas por el magistrado.
La situación es muy distinta a la de Chubut, por ejemplo, donde la elección estuvo muy empatada y el total de votos en las urnas superaba ampliamente la diferencia entre los que se ubicaron en el primer y segundo puesto en la elección de gobernador, así como en dos municipios. En Provincia de Buenos Aires, 300 urnas son menos del uno por ciento de las 31.500 mesas totales del distrito.
Aunque el segundo lugar en las PASO no tiene efectos prácticos, sí tiene alguna significación política. Y ese segundo puesto está muy disputado entre Ricardo Alfonsín (12,17 por ciento) y Eduardo Duhalde (12,16 por ciento), con apenas una centésima de diferencia, es decir 1500 votos. Por lo que trascendió hasta ahora del recuento bonaerense y nacional, Alfonsín amplió algo su diferencia, pero el escrutinio de la Provincia de Buenos Aires tendrá mucho peso en esa definición. El resultado estará, a más tardar, el martes.
El otro debate que se ha pretendido instalar es el de un supuesto robo de boletas que haría imperioso el uso de la boleta única, ya en octubre. Por de pronto, la CNE informó que no existe ninguna denuncia judicial en ningún distrito del país por robo de boletas. La propia Cámara envió a cada escuela una bolsa de contingencia con boletas de todas las fuerzas políticas para que las autoridades de mesa las repusieran en caso de haber faltantes y no estar presente el fiscal de la fuerza política correspondiente.
De todas maneras, la oposición convocó a la Comisión de Asuntos Constitucionales para el miércoles próximo a las 10.30. La postura del Frente para la Victoria es que no se puede debatir la boleta única en un año electoral y menos todavía a 55 días de las elecciones. Por lo tanto, no dará quórum en la Comisión y tampoco en el recinto. Es difícil que la oposición consiga el quórum, luego aprobar la ley, pasarle el proyecto al Senado donde también necesitará número en la Comisión y el recinto y, para colmo, tampoco dan los tiempos para que el Poder Ejecutivo reglamente la ley, llame a licitación y, sobre todo, se haga una campaña para instruir a los votantes sobre la forma en la que se vota. En Santa Fe y en Córdoba, aun después de las campañas correspondientes, hubo 16 y 19 por ciento de votos entre blancos y nulos, la gran mayoría por no saber marcar la boleta única.
Esta última razón es la que también lleva a la Cámara Nacional Electoral a sostener una postura de que la boleta única debe ser estudiada y aprobada en el Congreso, pero que no se puede aplicar en la elección de octubre. “No podemos gastar el papel, imprimir y distribuir decenas de millones de boletas. El sistema debería ser cambiado, aunque no este año”, dicen en la Cámara.
La oposición insiste con la idea porque favorece el efecto corte de boleta, tal cual se demostró en Santa Fe, donde los votantes le pusieron una cruz al candidato a gobernador socialista, Antonio Bonfatti, y a la lista de legisladores del FpV, encabezada por María Eugenia Bielsa. Ni siquiera hace falta cortar boleta, con las cruces uno produce el mismo efecto. Y eso es lo que busca hoy la oposición. Sabe que debe producirse un terremoto para que CFK no gane en primera vuelta, por lo que su estrategia consiste en sacar la mayor cantidad de diputados y senadores posibles.
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