EL PAíS › LA INVESTIGACION POR EL ASESINATO DE CANDELA APUNTA AL ENTORNO DE LAURERIO RODRIGUEZ; LA CHICA NO FUE VIOLADA
La autopsia reveló que Candela fue asfixiada, pero antes del asesinato fue tratada bien. Los investigadores creen que conocía a el o los captores. Los extraños rasgos del cautiverio. Las declaraciones del padre. Las dudas por la casa donde habría estado cautiva.
› Por Raúl Kollmann
La investigación del asesinato de Candela Rodríguez giraba anoche alrededor de las relaciones de su padre –Laurerio, alias Alfredo, alias Juancho– y las actividades delictivas en las que habría participado con anterioridad. La autopsia establece que no hubo violación, que la mataron por asfixia, casi seguro ahogándola con una almohada o algo similar, y que la mataron entre el lunes a la noche y el martes a la mañana. Esto volcó la pesquisa hacia la hipótesis de una pelea entre integrantes de una banda, con la dramática llamada recibida el lunes –“no vas a ver a tu hija nunca más”– en el centro de la escena. Sin embargo, un dato importante de la autopsia, junto al hecho de que Candela se fue de su casa con una excusa falsa, es que apareció limpia, sin rastros de ataduras y con buena alimentación, lo que hace pensar en un secuestro extraño. También parece quedar en claro que la niña estuvo en manos de alguien conocido y tal vez ésa fue la razón por la que la asesinaron.
El padre. Los resultados de la autopsia, finalizada en la madrugada de ayer, orientaron la búsqueda de uno o más asesinos de Candela dentro de las relaciones de Laurerio o Alfredo Rodríguez, detenido desde hace un año en la cárcel de Magdalena. La confusión de nombres tiene que ver con que en verdad se llama Laurerio, pero muchísimas veces actuó con el nombre de su hermano Alfredo y en un par de casos no queda claro cuál de los dos intervino.
Parte de la investigación se concentró en la llamada del lunes a las 22 en que un individuo le dijo a la tía que Candela no aparecería más, que Carola (la madre) devolviera la plata, que le preguntara al marido dónde la tiene escondida.
Ayer la fiscalía determinó que en total hubo tres llamadas, la del lunes y dos anteriores. Las tres comunicaciones desde distintos locutorios, la última desde uno ubicado en la terminal de Retiro. La pesquisa alrededor de esas llamadas se está profundizando.
Como contó ayer Página/12, el estudio de abogados de Rodríguez, encabezado por Carlos Telleldín y Antonio Montesinos Díaz, aclaró que el padre de Candela tuvo dos causas judiciales, una en Morón y la otra en San Isidro, por robo de dos camiones. Sin embargo, los investigadores encontraron ayer rastros de otros hechos de piratería del asfalto –hay una causa en Mercedes– en que aparece vinculado Rodríguez, por lo que se analiza, nombre por nombre, quiénes fueron los otros participantes de esos robos.
Quienes investigan desde hace años la piratería del asfalto sostienen que es un delito en el que suelen aparecer cómplices de uniforme. Tal vez eso aportó datos sobre la investigación a quien o quienes tenían cautiva a Candela.
La casa. A lo largo del día de ayer estuvo en el centro de atención una casa en la calle Kiernan al 900, a unas 30 cuadras de la casa de Candela y a seis del lugar donde se encontró el cuerpo. Lo asombroso es que la vivienda-galpón estuvo abandonada durante la mañana, sin siquiera una custodia. Los móviles de canales y radios mostraban la ausencia de personal policial y que incluso las puertas estaban abiertas.
A la tarde, en cambio, irrumpió un enorme equipo de policías bonaerenses para encontrar rastros. El más importante, el único que convence a los investigadores, es que en la heladera se encontró arroz con pollo y en la autopsia, en el estómago de Candela, había restos de esa comida: arroz con pollo.
Los vecinos dijeron que la vivienda está abandonada desde hace años, aunque apareció una supuesta dueña que trató de desmentir esa versión y sostuvo que las personas que pintaron paredes en ese predio durante el fin de semana fueron enviados por ella.
Anoche, en la fiscalía no estaban convencidos de que en esa casa-galpón haya estado Candela. Eso se determinará en base a análisis más profundos de la comida, de los pelos y las huellas encontrados en el lugar.
Cerca. Hoy por hoy, no se apunta a una gran banda ni a una organización sofisticada. La búsqueda se orienta a personas de las inmediaciones de la casa de Candela, de personas conocidas y, en principio, la razón por la que arrojaron el cuerpo cerca de avenida Vergara y el Acceso Oeste sería porque es el descampado que estaba más a mano. Pese a todo lo que se dice, en la fiscalía está la convicción de que el cuerpo se arrojó allí, desde un auto o utilitario, por la noche. Todo esto se está estudiando y un punto clave es la visualización de muchísimas horas de grabación de las cámaras de seguridad de las autopistas y los peajes.
La declaración. El padre de Candela declaró ayer por tercera vez. Quienes están en la pesquisa afirman que no da precisiones y que, además, trata de conseguir algunas ventajas para su situación. El fiscal ordenó el traslado al penal de Ituzaingó, para tenerlo cerca, pero enseguida Rodríguez dijo que lo amenazaron, algo extraño porque estuvo en una celda a solas. El padre de Candela pidió entonces volver a Magdalena. Al mismo tiempo reclamó que le autoricen salidas transitorias e incluso la prisión domiciliaria.
De acuerdo con el jefe de los fiscales de Morón, Federico Nieva Woodgate, Rodríguez se limitó a decir que había gente que lo acusaba de “buchón” de la policía y que entonces alguien podría haber lanzado una represalia en su contra. En concreto, mencionó a cinco personas conocidas de las villas 18 de Julio y Costa Esperanza, ambas ubicadas en San Martín. De todas maneras, aclaró que a ninguna de esas personas le debe nada.
Esto justamente entra en contradicción con el contenido de la llamada del lunes. Allí el reclamo era de un supuesto botín que se quedó.
La mamá. Como adelantó este diario ayer, desde el principio de la investigación, las autoridades judiciales y policiales siempre creyeron percibir que Carola tenía alguna hipótesis que no revelaba respecto de la desaparición de su hija. Sus declaraciones públicas llamaron la atención, “te cargué crédito en el celular, llamame”, algo muy contradictorio con la idea del secuestro que ella sostenía. El mismo martes dijo públicamente: “Cande, ya falta poco. Ya estoy llegando. Chicos, ya está, devuélvanmela”. Pueden ser igualmente frases de una madre desesperada, pero sembraron dudas. Y también es natural que haya pensado que si revelaba algún dato, podría poner en riesgo la vida de su hija.
El fiscal Marcelo Tavolaro decidió postergar la convocatoria a declarar de Carola hasta que haya pasado un poco el shock por el asesinato de su hija. Sin embargo, lo más probable es que la mujer concurra hoy a la fiscalía.
Un secuestro poco habitual. Hay algunos datos que llaman la atención:
- Candela le dijo a su mamá que salía a encontrarse con sus amigas a la esquina. Sus amigas declararon que no tenían el encuentro previsto y, además, los perros olfatearon que la niña no se quedó en la esquina, sino que caminó cien metros. Allí se pierde el rastro. Es decir que Candela salió con una excusa de su casa.
- No hay testimonios de un secuestro violento. El ataque a una niña hubiera llamado la atención de alguien.
- Candela apareció limpia. Es decir que se bañó en los ocho días que estuvo en cautiverio.
- Candela no registra –según la autopsia– rastros de ataduras.
- Por lo que dicen los forenses, estaba bien alimentada.
- El mecanismo de muerte fue la asfixia, pero no por estrangulación. La lógica indica que la sofocaron con una almohada o algo similar.
Todos estos elementos llevan a pensar que el secuestro tiene rasgos poco habituales y que lo más probable es que se haya encontrado con alguien que conocía y se la llevó con su consentimiento o engañada. Es muy posible que la haya mantenido en cautiverio y luego la mató alguien que ella conocía.
El abuso sexual. La autopsia sostiene que la niña de 11 años no registra evidencias de violencia sexual, que siempre deja marcas. No obstante, esto no descarta del todo el abuso. Los especialistas consultados por este diario sostienen que hay formas de abuso que no incluyen el acceso carnal, sino que se manifiestan de otra forma. A esto se suma otro dato importante de la autopsia que se está analizando.
¿Por qué? Todos los funcionarios policiales y judiciales que intervienen en el caso Candela se hacen naturalmente la pregunta de por qué mataron a la niña en lugar de liberarla. La liberación descomprimía el caso. El homicidio, en cambio, visto del lado del autor o de los autores, implicaba dos consecuencias inmediatas: habría miles y miles de policías buscándolos y una indefectible condena a reclusión perpetua en caso de que los detuvieran.
A priori, la respuesta que dan a ese interrogante quienes están en el caso es que lo más probable es que Candela lo o los conocía. Habrá que ver si esa presunción se confirma.
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