Sáb 03.09.2011

EL PAíS  › SANZ APOYó LA ESTRATEGIA MENDOCINA, LOS ALFONSINISTAS LO CRUZARON

El radicalismo quedó cortado por el corte

› Por Sebastian Abrevaya

El corte de boleta impulsado por el candidato radical Roberto Iglesias en Mendoza amenaza con profundizar aún más las grietas abiertas en la UCR luego de las primarias. El alfonsinismo salió el jueves a criticar la actitud del ex gobernador, quien difundió esta semana su nuevo jingle de campaña: “Cortá boleta, sumalo a Iglesias”. En esa discusión se metió ayer el titular del Comité Nacional, el también mendocino Ernesto Sanz, y defendió la campaña a favor del corte. “No se trata de ir en contra de Alfonsín, sino de fortalecer la postulación (de Iglesias) con el apoyo de otros sectores”, argumentó. “El presidente del Comité Nacional se equivoca, una cosa es el poder y otra, los cargos”, le disparó el alfonsinista Juan Manuel Casella.

El resultado de las primarias obligó a la fórmula Roberto Iglesias-Juan Carlos Jaliff a replantearse su estrategia electoral. En ese distrito Alfonsín arañó el 12 por ciento de los votos, debajo del gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá y de Cristina Kirchner, quien sacó 47 puntos. Para diputados nacionales, entre todas sus listas la UCR obtuvo un 17 por ciento y el kirchnerismo casi el 45. El escenario no dejó lugar a dudas para los mendocinos. Si quieren recuperar la gobernación perdida a manos del PJ en 2007, tienen que provincializar al máximo su elección y así captar votos de cualquier candidato, ya sea Rodríguez Saá, que no tiene candidato al Ejecutivo local, el socialista Hermes Binner y la propia CFK. “Iglesias y el radicalismo de Mendoza han hecho una campaña muy inteligente para tratar de captar el voto mendocino, el voto para lo local, de aquellos electores que tengan preferencia por otros candidatos a presidente. Pero la boleta radical va con Ricardo Alfonsín, como corresponde”, sostuvo Sanz, tratando de calmar el enojo alfonsinista. Lo cierto es que el ex competidor interno de Alfonsín fue muy crítico de su estrategia política y mira el escenario del 23 de octubre como una oportunidad para posicionarse como el próximo líder radical.

Según Sanz, “el radicalismo tiene que tener la suficiente inteligencia, flexibilización, racionalidad y ubicación en tiempo y espacio de cuáles son las cosas que mejor le convienen”. En 2007, Sanz fue compañero de fórmula de Iglesias y obtuvo el 9,8 por ciento de los votos, un porcentaje que le hubiera alcanzado al radical K, el cobista César Biffi, para superar a Celso Jaque y mantener la gobernación para el radicalismo.

La respuesta de Alfonsín no tardó en llegar. Esta vez fue Casella, uno de los consejeros más cercanos al hijo del ex presidente, quien ofició de vocero contra Sanz. “La política está plagada de ejemplos de dirigentes que ganaron elecciones, pero que nunca tuvieron el poder, porque sus bases de sustentación eran demasiado débiles para equilibrar otros poderes reales”, le explicó Casella. El dirigente agregó que de ganar Iglesias las elecciones “necesitará el respaldo de un fuerte partido nacional para adoptar decisiones autónomas en defensa de su provincia. Si no llega a contar con él, comprenderá muy pronto que el poder real lo tendrá, y lo usará para subordinarlo, la Presidenta”, concluyó.

Pero no sólo entre radicales se pelean. El socio de Alfonsín, el peronista disidente Francisco de Narváez, consideró que “es muy difícil construir una campaña que para la gente sea convincente, si el propio partido niega a su candidato a presidente”. “Me parece muy duro ver un partido que tiene un candidato y los miembros de su propio partido lo critican descarnadamente”, dijo De Narváez, en un tono casi indignado.

Aunque ayer relativizó sus palabras, el reelecto intendente de Mendoza capital, Víctor Fayad, había transmitido el espíritu del radicalismo local. “Nosotros en la UCR hemos acompañado a Ricardo Alfonsín hasta donde hemos podido”, dijo en una entrevista radial y luego agregó: “Cuando la gente se muere, uno va y lleva a esa persona al cementerio y después vuelve a la casa, no se queda ahí, porque uno sigue vivo”. Finalmente Fayad aclaró que lo que quiso decir es que lo acompañarán a Alfonsín aunque sea hasta el cementerio y negó considerarlo “un muerto político”.

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