EL PAíS
› OPINION
Acá no somos nazis
› Por Sergio Kiernan
Como un chico que vino zafando y de pronto es descubierto, el Gobierno está enojado con el New York Times, que el domingo 9 dedicó su página 3, la más importante del diario, a hacer internacional una historia que Página/12 viene cubriendo en una serie de notas desde diciembre pasado: cómo Argentina sigue manteniendo rigurosamente cerrados sus archivos nazis. El puchero oficial es muy revelador de cómo piensan nuestros políticos los temas que trascienden ganar una interna, que es lo único que saben hacer bien.
La historia comenzó cuando se publicó La verdadera Odessa, el libro del periodista Uki Goñi que revela en minucioso detalle cómo Perón formó en 1946 una agencia oficial secreta para traer criminales de guerra nazis al país. La red operó en seis países europeos, tuvo activo apoyo de la Iglesia, amplios presupuestos y carta blanca para emitir cientos de documentos. Así llegaron a Argentina joyitas como Eichmann, Priebke o Pavelic, que se instalaron muy tranquilos bajo explícita protección oficial: la agencia fue fundada en la oficina de Perón en la Casa Rosada y su jefe trabajaba a escasos metros del despacho presidencial. Goñi descubrió los rastros de esta enorme operación en archivos extranjeros: los nacionales o están cerrados a cal y canto, o fueron destruidos.
El Centro Simon Wiesenthal de Argentina pidió a las cuatro entidades que aparecen una y otra vez mencionadas en el libro que abrieran sus archivos. La Conferencia Episcopal, el Ministerio del Interior –que emitía los documentos–, Cancillería –que operaba la red desde las embajadas argentinas– y la SIDE –heredera de la red secreta y de la SIE que en aquellos tiempos vetaba o admitía extranjeros– recibieron una carta. Todas alegaron demencia: la Conferencia Episcopal dijo que en 1946 no existía, la SIDE confusamente alegó que no tiene documentos, los ministerios del Interior y el Exterior ni se molestaron en contestar. Y ahí quedó la cosa todo el verano, hasta que se publicó en el Times.
Para contestar, el Gobierno le va a restregar al diario americano la existencia de la CEANA, la comisión creada por Carlos Menem para estudiar los archivos nazis, hoy muy ocupada en hacer una lista con la que el canciller Carlos Ruckauf sueña despierto, la de diplomáticos argentinos que salvaron perseguidos y judíos de los nazis. Se suponía que la CEANA iba a hacer lo que terminó haciendo Goñi, admitir que Argentina fue efectivamente un refugio de nazis. Ahora va a servir de excusa: ¿Cómo vamos a ser nazis si tenemos una CEANA? El problema es que no hay rastros de que esa comisión menemista haya cumplido su mandato: ¿Alguien vio sus revelaciones? ¿Hubo un acto público admitiendo la verdad? ¿Hubo una explicación sobre la purga y quema de archivos, que según descubrió Goñi continuaba en 1996?
Buena suerte, funcionarios. Si convencen a alguien, por favor avisen.