EL PAíS › OPINIóN
› Por Martín Granovsky
La presencia de los países vecinos apareció ayer en un lugar destacado por el recuerdo de Cristina Fernández de Kirchner sobre Ana Teresa Diego, la comunista platense desaparecida en 1976 cuyo nombre acaba de serle puesto a un asteroide descubierto por un científico argentino.
La Presidenta dijo que la foto de la estudiante secuestrada le recordó a una imagen reciente de Dilma Rousseff cuando estuvo detenida, entre 1970 y 1973, durante la dictadura brasileña que gobernó Brasil entre 1964 y 1985. Se la ve delante de funcionarios de la Auditoría Militar durante su procesamiento. La presidenta brasileña fue torturada durante 22 días al ser detenida por integrar un grupo guerrillero. Rousseff acaba de impulsar la formación de la Comisión de la Verdad para establecer los datos de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura brasileña.
“Hoy Dilma es la presidenta de uno de los países más importantes del mundo”, dijo Cristina al mencionar que la estudiante desaparecida “podría estar sentada en el lugar donde estoy sentada yo”.
Ausente Hugo Chávez, a quien la Presidenta le deseó un rápido restablecimiento aunque, dijo, “en Venezuela lo vi bastante restablecido”, Dilma fue la visitante saludada con más efusividad por Cristina. En el círculo más cercano estuvieron también el boliviano Evo Morales y el uruguayo José “Pepe” Mujica.
En el discurso de Cristina en el Congreso la Presidenta dijo enorgullecerse de “ser Presidenta de un país líder y ejemplo en materia global”. Fue al conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos, que desde la recuperación de la democracia con la asunción de Raúl Alfonsín quedó como la fecha oficial de asunción de los presidentes argentinos. El mismo día en que, hace cinco años, murió Augusto Pinochet. En otra parte de su discurso, Cristina habló de “una nueva Argentina pero también de una Argentina ubicada en un nuevo mundo que implica mayores desafíos y mayores decisiones comprometidas con los intereses de nuestro pueblo y nuestra sociedad”.
También dijo que “en la integración regional está la solución al desafío de un mundo plagado de peligros”. Y agregó: “Los jefes de Estado, más allá de las diferencias, sabemos que nuestro futuro es tomados de la mano, brazo con brazo y codo con codo”.
Las referencias internacionales fueron comunes durante toda la campaña electoral, cuando la Presidenta en busca de su reelección buscó presentarse como una garantía en un mundo que definió varias veces como “en turbulencia”.
Junto a Dilma y al embajador brasileño, Enio Cordeiro, estaba ayer el consejero internacional de la Presidencia de Brasil, Marco Aurélio García. La turbulencia se traduce hoy como la chance de que el mundo ingrese en una guerra proteccionista impulsada por los Estados Unidos y por la Europa dirigida por una Alemania Federal preocupada por imponer como principio constitucional de la UE un tope de 3 por ciento para el déficit fiscal.
Para García, la integración regional es un modo de enfrentar la crisis del mundo. La experiencia piloto debería ser, según este funcionario que ocupó la Secretaría Internacional del PT y fue consejero de Lula, un paquete de medidas para aumentar la producción regional en el acuerdo bilateral automotor. El objetivo sería revertir el “proceso histórico de desnacionalización” de las industrias de autopartes aumentando el contenido regional e incluso apostar a la creación de un polo de exportación de piezas para ensambladoras de terceros países. “Si no, Brasil y la Argentina quedarían condenadas a montar coches” con piezas ajenas, opinó García.
De acuerdo con el consejero de Planalto, “lo que nosotros no podemos admitir es que la retracción de los mercados de los países desarrollados encuentre una solución aquí”, y por eso “debemos tomar medidas concretas, no de proteccionismo pero sí de protección de nuestros mercados”. En ese punto es donde vendría el énfasis en “una mayor producción local y regional”.
Brasil es el principal socio de la Argentina. En 2010 el intercambio entre los dos países llegó a los 33 mil millones de dólares, y ya entre enero y noviembre de 2011 creció un 23,5 por ciento en relación con el mismo período de 2010 y superó los 36 mil millones de dólares. A fin de año quedará marcado un record histórico de intercambio. El 80 por ciento del comercio está formado por bienes industrializados. La balanza es deficitaria para la Argentina pero la posición oficial es, al menos hasta el momento, que lo más importante para la Argentina es la garantía de que Brasil crezca.
Los dos países acaban de formar en Caracas, donde se encontraron la semana pasada Cristina y Dilma, un mecanismo de integración productiva para que las diferencias comerciales o los conflictos de sectores no invaliden los avances.
Sin Santos ni Chávez, las presencias en su nombre recordaron el momento de la mediación entre Colombia y Venezuela. Estuvieron en Buenos Aires los cancilleres, María Angela Holguín y Nicolás Maduro. Los dos estuvieron comisionados por Juan Manuel Santos y por Hugo Chávez para negociar el detalle de la mediación entre los dos países en agosto del año pasado, cuando estaban a punto de entrar en guerra. Por la secretaría de Unasur condujo la mediación Néstor Kirchner en compañía de Rafael Follonier, coordinador de la Unidad Presidenta con rango de secretario de Estado, que acaba de ser confirmado por Cristina, y el nuevo jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina.
En su cuenta de Twitter, Abal Medina se autodefine como “argentino, politólogo, hincha de River, peronista K”. Y la foto que lo identifica lo muestra abrazado a Lula.
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