EL PAíS › LA CARTA QUE EL PRESIDENTE DE VENEZUELA, HUGO CHáVEZ, LE ENVIó A CFK
Caracas, 9 de diciembre de 2011
Compatriota y Compañera
Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de la República Argentina
Presente
Compañera presidenta, querida hermana:
Cuánto lamento no poder acompañarte en este día grande para ti, para la Argentina y para el continente todo: en este día grande en que tomas posesión del lugar que tu pueblo te ha dado por segunda vez; en este día grande de reafirmación colectiva y soberana.
Bien sabes que hay responsabilidades que saltan por sorpresa al cambio y trastrocan repentinamente el orden de las prioridades, aunque a la luz de los afectos, todas sean iguales. Esta vez, me retiene la intensa movilización que hemos tenido que activar tanto el Pueblo como la Fuerza Armada y el Gobierno, para procurarles los mayores cuidados a quienes han sido afectados por las persistentes lluvias de los últimos días aquí en Venezuela; y para concentrar todos nuestros esfuerzos en la recuperación de vías y viviendas.
Igual que el año pasado, interminables lluvias fuera de temporada, causadas por el cambio climático que amenaza seriamente al planeta, nos han obligado a decretar estado de emergencia en las zonas afectadas. Una vez más, los pobres son quienes reciben el golpe más duro de esa “mano invisible” que, ya sabemos, golpea muy fuerte.
Así, Cristina querida, sé perfectamente que, desde el lugar que ocupas y desde tu corazón, sabrás entender mi ausencia física en este momento tan trascendente, pero puedes tener la total certeza, y sé que la tienes, de que ahí estaré contigo, como siempre estoy.
Compañera del alma:
Inmensa fue mi alegría al encontrarte en Caracas con motivo de la Cumbre fundacional de nuestra Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Tu querida presencia iluminó esta cita real y verdaderamente histórica. Y con tu proverbial lucidez diste la más sólida contribución al gran debate de los días 2 y 3 de diciembre: volviste a reafirmar tu condición de adalid y forjadora de la integración y de la unidad.
Por cierto, escribo estas líneas hoy 9 de diciembre cuando se cumplen 197 años de la batalla de Ayacucho en la que el Gran Mariscal Antonio José de Sucre condujo al Ejército Unido Libertador –en el que cerraba filas un bravo y heroico contingente argentino– a una espléndida y decisiva victoria contra las fuerzas del imperio español. Si Ayacucho, como bien lo dijera Eugenio María Hostos, es un compromiso contraído por toda la América que dejó de ser española aquel glorioso 9 de diciembre de 1824, la consolidación de la Celac es la mejor forma de cumplir, histórica y políticamente, con él.
El tiempo de Dios es perfecto; la gran causa de nuestra América latina caribeña por fin pudo echar sus fundamentos y ellos están contenidos en la Declaración de Caracas, la partida de nacimiento de nuestra Celac.
Mi reconocimiento y mi gratitud para ti: tu participación y protagonismo fueron fundamentales para que, entre todas y todos, abriéramos nuestro propio camino hacia el porvenir que es el mismo camino que nos señalaran nuestros libertadores y libertadoras.
Hermana mía:
Hace cuatro años recibiste el bastón de mando de las manos de Néstor, este 10 de diciembre de 2011 lo recibes de las manos del pueblo al que ambos consagraron sus vidas; del pueblo en el que Néstor vive y vivirá por siempre. El sigue entre nosotros y nosotras, y está acompañándote, mujer valiente, presidenta coraje, como el mismo Néstor te definiera a cabalidad.
¡Qué gloria, qué honor, a qué más puede aspirar un ciudadano o una ciudadana que al amor del pueblo argentino!, decía esa pasionaria de siempre que fue Evita Perón. Y qué gloria y qué honor para ti, Cristina, al haber heredado, a fuerza de trabajo y de entrega a los más necesitados, ese gran poder que sólo existe en la fuerza irresistible del amor, para decirlo tal y como el libertador Simón Bolívar lo escribiera el 6 de abril de 1827 al Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
Cristina: allí está tu pueblo, el pueblo humilde, que desde su corazón fervorosamente argentino levanta de nuevo el nombre de una mujer, de una humilde mujer que los ama entrañablemente y que no le importa quemar su vida si con ello lleva un poco de felicidad a algún hogar de su patria, para decirlo de nuevo con Evita.
Toda la admiración y el cariño de mi pueblo para ti; toda mi admiración y mi cariño hacia tu pueblo al que llevo en el corazón. Un interminable abrazo y un infinito beso.
¡Al gran pueblo argentino salud!
¡Por siempre Néstor, fuerza Cristina!
¡Hasta la victoria siempre!
¡Viviremos y venceremos!
Hugo Chávez Frías
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