EL PAíS › EL CIERRE DEL MANDATO DE COBOS
› Por Sebastian Abrevaya
Ni siquiera se miraron a los ojos. Se saludaron apenas con un displicente apretón de manos en el Salón Azul del Congreso Nacional. Ese fue el último contacto entre la presidenta Cristina Fernández y su hasta ayer vicepresidente, Julio Cobos. Al iniciar la ceremonia, el responsable del voto “no positivo” recibió algunos silbidos y unos pocos gritos desde las galerías cuando daba inicio a la ceremonia: “Andate Cobos” y “traidor”, le lanzaron los militantes mientras el diputado kirchnerista Carlos Kunkel agitaba los brazos pidiendo que no siguieran. Totalmente relegado, Cobos salió rápidamente del recinto apenas CFK juró en el cargo y su hija, Florencia, le colocó la banda presidencial.
La indiferencia de Cristina Fernández hacia el vice saliente quedó en evidencia desde el primer momento. La primera en saludarla al ingresar al Salón Azul fue la presidenta provisional del Senado, Beatriz Rojkés de Alperovich. Fue un abrazo afectuoso. Después le dio la mano a Cobos, sin mirarlo y sin dirigirle una sola palabra. Inmediatamente le dio un beso a Julián Domínguez, el presidente de Diputados. También hizo lo propio con los diputados de La Cámpora, Andrés Larroque y Eduardo De Pedro. Rápidamente CFK siguió su camino hasta el recinto de la Cámara baja, escoltada por Rojkés de Alperovich y con Cobos unos pasos más atrás.
Media hora antes, en la apertura de la ceremonia, Cobos había sido destinatario de un grito aislado de “traidor” y una breve ráfaga de silbidos, rápidamente aplacados por diputados kirchneristas. El vice siguió con la lectura del texto protocolar.
Los colaboradores del vice repudiaron luego la situación: “Rechazamos totalmente la intolerancia, que tiene que ser desterrada totalmente de la Argentina. Afortunadamente fueron algunos (los que gritaron) y no todos. A mí gustaría que podamos vivir en un país normal. Hubiera querido que dejemos de lado las confrontaciones para pedir el reencuentro de los argentinos”, señaló el senador cobista Eugenio “Nito” Artaza a Página/12. Otros dirigentes radicales, como el vicepresidente segundo de la Cámara de Diputados, Mario Negri, consideraron, en cambio, que “se salvó lo institucional”, dando cumplimiento formal a lo establecido por la Constitución. “Yo hubiera preferido separar lo afectivo de lo institucional”, agregó el dirigente alfonsinista.
Tanto Boudou como Cristina Fernández juraron por su cuenta. Cobos se limitó a mirar y aplaudir a un metro de distancia cómo Florencia Kirchner le colocaba la banda presidencial a su madre.
Cobos viajó a Buenos Aires con su esposa, Cristina Cerruti, y su hijo Agustín. Pasó la mañana con su familia y su entorno más cercano, integrado por el diputado Mario Barbieri, la senadora Laura Montero y el intendente mendocino Mario Abed. “Cobos está tranquilo por haber cumplido con la Constitución Nacional, que es lo que él quería. Y además por cumplir con lo que siempre había prometido, terminar su mandato a pesar de todas las cosas que le pasaron”, explicó un hombre cercano al mendocino.
Al cerrar su discurso, Cristina Fernández agradeció “a los que no defeccionaron; a los que creyeron que valía la pena luchar por los ideales y las convicciones”. Cobos ya no estaba para escucharla. A las 17 lo esperaba un avión para volver a su Mendoza natal después de cuatro tumultuosos años en la primera línea de la política nacional.
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