EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER JURó POR UN NUEVO PERíODO
En un clima emotivo y de fervor en las tribunas, la Presidenta recordó a Néstor Kirchner en el momento de su jura. En su mensaje, acusó a las corporaciones de tratar de presionarla con corridas bancarias, criticó al sindicalismo y anunció la creación de una Secretaría de Comercio Exterior y una Subsecretaría de Competitividad.
› Por Fernando Cibeira
“Si así no lo hiciere, que Dios, la Patria y él me lo demanden”, alteró, con voz emocionada, la fórmula de jura la presidenta Cristina Kirchner. Acto seguido improvisó y le pidió a su hija Florencia que le colocara la banda presidencial, desdibujando el papel del vice saliente Julio Cobos, quien rápidamente se escabulló detrás de los cortinados. Ya con los atributos de mando por un nuevo período de cuatro años, Cristina Kirchner inició un mensaje ante la Asamblea Legislativa en el que ratificó el rumbo de su gobierno y repasó las dificultades que tuvo y tiene que superar en tiempos de crisis mundial. Por ejemplo, mencionó, “las cinco corridas bancarias que hicieron las corporaciones”, para sentenciar “yo no soy la presidenta de las corporaciones, soy la Presidenta de los 40 millones de argentinos”. La frase fue coronada por una gran ovación desde los palcos del Congreso, en una jornada caracterizada por el fervor de miles de jóvenes que acompañaron a la Presidenta, primero en la Plaza del Congreso y después frente a la Casa Rosada, donde se quedaron festejando hasta tarde. Pasadas las 19, Cristina Kirchner subió al escenario para cantar el Himno tocado por Charly García. “Gracias, han sido la verdadera vanguardia del este gobierno en los momentos difíciles”, les agradeció.
El recuerdo de Néstor Kirchner flotó al principio y al final del mensaje. La Presidenta ingresó al recinto conmovida por la cantidad de gente que había visto en las calles en el trayecto desde el helipuerto de la Casa Rosada. Evidentemente, se trataba de un día peronista, aunque más para la pileta que para la plaza. El recinto vivía su propio clima. Desde los pisos más altos, militantes de La Cámpora, del Movimiento Octubres y demás agrupaciones kirchneristas cantaban sin parar sus consignas con ritmo futbolero. Cobos apareció para dar inicio al acto pasadas las 11.30. Le dijeron algunas cosas, lindo no.
Primero, juró Amado Boudou como vicepresidente. Después, ingresó Cristina Kirchner. Juró, mostró el bastón y la banda al público. “Pese a la alegría y la contundencia del voto popular, falta algo y falta alguien”, arrancó. Contó que había leído en el diario que la Unión Astronómica Mundial le había puesto a un asteroide el nombre de una joven desaparecida en los ’70 que estudiaba en la Facultad de Astronomía de La Plata. Que esa foto le había hecho recordar una de días atrás, en la que se veía a una joven Dilma Rousseff interrogada cuando estaba presa durante la dictadura brasileña, y que se había puesto a pensar que aquella joven de La Plata podría estar sentada en su lugar como Presidenta.
Dilma Rousseff estaba ubicada en el palco para los visitantes extranjeros, a la izquierda del estrado, junto a los otros presidentes de la región: el boliviano Evo Morales, el uruguayo José Mujica –los más aplaudidos–, el paraguayo Fernando Lugo y el chileno Sebastián Piñera. Sobre el escenario, además de Boudou, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y la presidenta provisional del Senado, Beatriz Rojkés de Alperovich. La familia de la Presidenta –su madre, su hermana, sus hijos y su nuera–, en el palco de la derecha. Más allá, los ministros y casi todos los gobernadores.
Tras el recuerdo de aquellas dos fotos en blanco y negro, la primera parte del mensaje estuvo dedicada a los derechos humanos. La Presidenta citó su discurso de asunción de 2007 cuando habló de la demora en los juicios por causas de la dictadura. “Le pido a la Justicia de mi país que el próximo presidente que tenga que jurar el 10 de diciembre del 2015 no tenga que volver a pronunciar esa frase”, sostuvo ayer.
Con todo, el núcleo del mensaje fue económico. “Estamos en un nuevo mundo que implica mayores desafíos y mayores decisiones comprometidas con los intereses de nuestro pueblo”, explicó. Bien a su estilo, tiró muchas cifras. También, como de costumbre, no leyó su mensaje pero se valió de un ayuda memoria con letras mayúsculas escritas a mano. Se dedicó a detallar los progresos económicos y sociales de 2003 a esta parte e ingresó en la cuestión del desendeudamiento.
Explicó que el Banco Central tenía actualmente reservas por 46.368 millones de dólares y que en los dos últimos años se había pagado a tenedores de títulos y organismos multilaterales de crédito otros 26.316 millones. “Y también soportar cinco corridas bancarias que las corporaciones hicieron creyendo que este gobierno iba a ceder. Que se den por notificados: yo no soy la presidenta de las corporaciones”, subrayó. Hizo una cuenta. Explicó que por culpa de esas operaciones, el Central debió vender otros 16 mil millones de dólares. Entonces, que si no se hubiera pagado deuda ni se tendría que haber enfrentado esas corridas, las reservas serían de 88.684 millones de dólares. “Por eso les pido a todos los sectores que no escupamos al cielo, no es buen método. Cuidemos lo que hemos logrado en estos años”, planteó.
Igual, hizo una salvedad. “Todavía nos falta, porque también dije que mientras haya un pobre en la Argentina, no estaría cumplimentado el proyecto nacional y popular”. Fue otro párrafo muy aplaudido.
Tocó la misma nota que en sus discursos en los foros internacionales cuando distinguió entre la economía real y la financiera. “Y no es porque no nos interesen los bancos. Sabemos que los bancos son una parte fundamental, pero no pueden ser el fundamento de la economía”, explicó. Renglón seguido hizo dos anuncios, a los que enmarcó en la etapa de “sintonía fina” que abrió ante los industriales en la UIA. Uno, la creación de una Secretaría de Comercio Exterior que funcionará junto con la de Comercio Interior en el ámbito de Economía. Otro, el lanzamiento de una Subsecretaría de la Competitividad.
Pero Cristina Kirchner no sólo tenía mensajes para corporaciones y empresarios. Habló sobre el derecho a huelga que le asiste a los trabajadores en la Constitución –derecho que, le corroboraron in situ, no estaba en la Constitución de Perón–. “Digo por los que lo reivindican a Perón y nos critican a nosotros. Con no-sotros derecho a huelga hay, no de chantaje ni de extorsión”, sostuvo, remarcando las diferencias que viene planteando en sus últimos discursos con algunas prácticas sindicales. En los palcos hubo dirigentes cegetistas, pero fue notoria la ausencia del secretario general Hugo Moyano. Tampoco se vio en la movilización las habituales pecheras verdes de Camioneros y de la Juventud Sindical.
A los legisladores que la escuchaban, por un lado, les agradeció la sanción de algunas leyes como la de medios, la de recuperación de las AFJP y la de movilidad obligatoria. Pero, ya cerca del final del mensaje, les volvió a reclamar el tratamiento de la ley de tierras y, añadió, la ley penal tributaria.
El mensaje duró unos 70 minutos y la Presidenta fue muchas veces –calculaban unas 60– interrumpida por aplausos, aunque siempre por los oficialistas. Aunque la continuidad de números había aplacado un poco los bríos de la hinchada, el entusiasmo volvió con la arenga de cierre. CFK agradeció a los argentinos que confiaron “en un proyecto colectivo nacional, popular y democrático”, a “los compañeros que resistieron a pie firme en la calle”, a “los que no desmayaron, a los que no defeccionaron”. Con la bancada kirchnerista ya de pie, parafraseó a Kirchner en aquello que no dejaría sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. “Nunca lo hicimos y vamos a seguir trabajando con todos y por todos por una Argentina más justa, más equitativa y más solidaria”, cerró.
Cuando se asomó a la salida del Congreso, la Presidenta volvió a asombrarse por la gente y por el calor que pasaban. Se subió al auto que la esperaba, que no era descapotable, pero ella lo hizo al asomar medio cuerpo por la ventanilla para ir saludando. Al llegar a la Casa Rosada, Iván Noble ya estaba sobre el escenario y tocó “Avanti Morocha”. Cristina Kirchner saludó a algunas personas detrás de las vallas, tomó a su hija Florencia del brazo y con la banda puesta y el bastón en la mano ingresó en la Casa Rosada. Ya la esperaban los presidentes visitantes para saludarla y sus ministros para la jura, las primeras actividades de su segundo mandato.
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