EL PAíS
› EL DELEGADO DE CARRIO ANTE EMPRESARIOS Y MILITARES
Conversando con el poder
“Alguien lo tiene que hacer”, explica Gustavo Gutiérrez, candidato a vice del ARI al comentar sus encuentros con De Narváez y el Ejército. Con los militares discrepó sobra la anulación de las leyes de impunidad.
› Por José Natanson
Se reunió con el secretario general del Ejército, Daniel Reimundes, para explicarle los motivos por los que el ARI defiende la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Se entrevistó con el gurú de la derecha postmoderna, Francisco de Narváez, para obtener algunos datos para el plan de gobierno. Defendió la plataforma frente a los empresarios de la UIA y de AEA. Y hasta se anima a intercambiar información, vía mail, con los técnicos del FMI. Convertido en el vínculo de Elisa Carrió con el estalishment, el candidato a vice del ARI, Gustavo Gutiérrez, dedicó las últimas tres semanas a una serie de encuentros que la chaqueña venía esquivando desde hacía meses, por motivos de agenda y de estómago.
“De las relaciones institucionales ocupate vos”, le dijo Carrió a Gutiérrez el día que lo designó como compañero de fórmula. Pocos días después, el diputado demócrata se reunía en la sede del Ejército con Reimundes, el ex agregado militar en Washington que actualmente funciona como una especie de nexo entre la fuerza y la sociedad.
En el encuentro, Gutiérrez expuso algunos temas que figuran en el programa del ARI y con los que Reimundes, que había bajado de Internet el capítulo sobre seguridad, se mostró de acuerdo: las Fuerzas Armadas como garantes de la soberanía territorial, la integración con el resto de los países del Mercosur, y la reforma de las estructuras administrativas de las tres armas.
Cuando la charla promediaba, Gutiérrez introdujo el tema de la anulación de las leyes de impunidad. “Coincidimos en muchas cosas, pero en ésa no”, dijo Reimundes. Aseguró que la propuesta del ARI sólo serviría para irritar a los militares retirados y dividir a las Fuerzas Armadas, que –dijo– vienen demostrando “subordinación total al poder civil”. Y como ejemplo de la voluntad constitucional de los militares, exhibió una encuesta interna del Ejército según la cual el 56 por ciento de los oficiales en actividad admitieron, con matices, la política de terrorismo de Estado de la última dictadura.
El jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, saludó a Gutiérrez y participó de la charla durante algunos minutos, pero se retiró enseguida. Acusado por la masacre de Margarita Belén, su situación podría complicarse en caso de que, como pretende el ARI, se anulen las leyes.
Aunque quizá sea la más llamativa, la reunión con Reimundes no fue la única que encaró Gutiérrez, que también se acercó a la coqueta fundación de De Narváez, cuyos equipos diseñaron un plan de gobierno que hasta el momento no ha encontrado candidato.
El diputado no fue a intercambiar opiniones, sino a buscar información sobre las cadenas de valor por producto, uno de los temas que la fundación de De Narváez ha analizado en profundidad. Suena a chino básico, pero es importante: los estudios de este tipo miden el valor agregado nacional que se incorpora en una línea de producción, es decir, cuánto trabajo argentino tiene un producto en particular. “Son datos claves para una integración regional inteligente. México tiene 200 técnicos trabajando, Chile tiene 60 y Brasil formó un equipo que se dedica sólo a eso”, explicó De Narváez. “Los datos son muy precisos, y es increíble que no haya otros informes serios sobre el tema”, coincidió Gutiérrez, que utilizó la información una semana después, cuando conversó con el embajador de Brasil en la Argentina, Jorge Botafogo Gonçalves.
En cuanto al FMI, Gutiérrez intercambia información con los técnicos de Washington, con los que no se ha reunido personalmente pero con los que mantiene un fluido vínculo virtual. Con los empresarios sí se ha encontrado: acompañado por Rubén Lo Vuolo, con el que mantiene una buena relación, Gutiérrez se reunió con la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA), la más poderosa de las cámaras, y con la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que reúne a 70 dirigentes de compañías quefacturan anualmente más de 40 mil millones de pesos. “Los sorprendió que, después de la exposición, no viniera el mangazo”, explica Gutiérrez.
Aunque también mantuvo encuentros con los autores del Plan Fénix, con asociaciones de pymes y con las entidades del agro, lo novedoso es que el diputado se ha convertido en el vínculo, hasta hoy inexistente, entre Carrió y el establishment. “Esto no se traduce automáticamente en votos, pero es una tarea que nadie estaba haciendo y que había que hacer”, resume Gutiérrez.