“El contacto con la Presidenta no está roto, está suspendido por parte de ella”, señaló ayer el secretario general de la CGT, Hugo Moyano. Después del duro discurso que dio en la cancha de Huracán la semana pasada, Moyano salió a bajar el tono de sus dichos sobre el Gobierno, aunque marcando la cancha. “La huelga general está absolutamente descartada, pero si el Gobierno impone políticas contra los trabajadores, la CGT ejecutará sus derechos”, advirtió el líder de la central obrera.

La relación del dirigente camionero con el Gobierno está pasando por el momento más tenso desde que el kirchnerismo se instaló en Balcarce 50. “No tenemos intención de convocar un paro general, pero si las condiciones se agravan, los trabajadores van a empujar a una decisión”, reiteró el gremialista, aflojando el enfrentamiento directo con el Gobierno, pero, a la vez, sin retroceder en sus posiciones.

La alianza estratégica que une al gobierno nacional y al sindicalismo encarnado en Moyano pasa por su momento más delicado. De fieles impulsores del modelo inaugurado por el ex presidente Néstor Kirchner en 2003 y fervientes militantes de la candidatura de la Presidenta para su reelección, los sectores gremiales que conduce Moyano pasaron a enfrentarse públicamente con la Casa Rosada. Además del cambio en la relación cuando falleció Kirchner, en octubre del año pasado, y la falta de definición en algunos reclamos, como la suba del mínimo no imponible de Ganancias, la definición de las listas de candidatos para las elecciones legislativas, que dejó afuera al sector sindical –sólo Facundo Moyano y Carlos Gdansky formaron parte de la boleta del FpV–, fue la gota que rebasó el vaso.

“El contacto con la Presidenta no está roto, está suspendido por parte de ella”, destacó el secretario general de la CGT, buscando pasar la pelota para el lado de Fernández de Kirchner. El diálogo en los últimos tiempos fue escaso entre ambos sectores, aunque por otros canales nunca se cortó la comunicación. En estos días, y después del acto del Día del Camionero, cuando Moyano criticó al Gobierno como no lo había hecho antes, se está intentando restablecer los lazos. “Se tiene que poder negociar las dos cosas, estamos esperando que se destrabe la negociación”, señaló una fuente gremial a Página/12, aludiendo a la suba del mínimo no imponible y también al proyecto de ley para repartir parte de las ganancias de las empresas entre los trabajadores –propuesta que la Presidenta desestimó frente a los empresarios de la Unión Industrial Argentina–.

Este “es un gobierno donde hay muchos peronistas. Nosotros no tenemos peronómetro, pero tenemos traicionómetro para aplicar a quien traicione las ideas de Perón”, advirtió Moyano, volviendo con la idea de la “falta de peronismo” en el Gobierno que denunció en su discurso de la semana pasada, donde anticipó su renuncia a los cargos que tenía en el Partido Justicialista: presidente interino del PJ bonaerense y vicepresidente en el Consejo Nacional del PJ. “No vamos a aceptar retroceder en las conquistas, como mantener el poder adquisitivo de un salario digno”, continuó el líder cegetista y rechazó nuevamente que “algunos intenten poner topes a los porcentajes” que se discutirán en las paritarias el año que viene.

“Alguna vez tiene que salir de las filas del trabajo alguien que conduzca los destinos del país”, insistió Moyano en una fórmula que ya le valió la respuesta de la Presidenta en el acto por el 17 de Octubre del año pasado en la cancha de River. De todas maneras, aclaró que se sentía “viejo” para ser candidato en el 2015 y agregó que le quedaba “grande el saco” para ser un Lula da Silva argentino.