EL PAíS › MARTíN SORIA RELATó LOS úLTIMOS MOMENTOS DEL GOBERNADOR DE RíO NEGRO
Martín Soria es hijo del fallecido Carlos e intendente de General Roca. Ayer declaró en la Justicia como testigo. También testimoniaron su hermana, María Emilia, y su novio, los únicos presentes en el momento del hecho.
› Por Irina Hauser
“Lo que vi cuando llegué a esa habitación no se lo deseo a nadie (...) no vi al gobernador, ni a un dirigente político, vi a mi padre írseme de las manos”, describió apesadumbrado Martín Soria, uno de los hijos del gobernador rionegrino Carlos Soria, asesinado de un balazo en la cara en la madrugada del 1º de enero. El joven, que es intendente de General Roca, declaró ayer como testigo ante el juez Juan Pablo Chirinos. También lo hicieron su hermana María Emilia y el novio, Mariano Valentín, las únicas dos personas que estaban en la chacra además del matrimonio en el momento del hecho. Sus relatos ratifican la impresión que ya tenían los investigadores sobre cómo ocurrió el crimen, y según señalaron allegados a la causa, esto implica que la esposa del mandatario fallecido, Susana Freydoz, quedaría en la senda de un posible juicio por homicidio doloso agravado por el vínculo, el peor de los horizontes para ella por tratarse de una delito que prevé la pena máxima de prisión. Es decir, la hipótesis central es que habría disparado a conciencia, no en un rapto de locura o “emoción violenta”.
Martín Soria no estaba en la chacra de las afueras de General Roca en el momento del disparo, cerca de las 4 de la mañana, pero llegó enseguida, apenas un poco antes que la ambulancia. Allí encontró a su hermana María Emilia, a su cuñado y su mamá. La chica le describió un “cuadro espeluznante”, “el peor de todos”, contó después de declarar en el juzgado de Chirinos y ante el fiscal Miguel Angel Fernández Jadhe. Con su madre dijo que no habló del tema: “Tampoco he buscado hablar del hecho, verdaderamente es tan desgarrador que no creo que le haga bien a ella ni a mí como hijo”. “En todo caso, ella habló con su psiquiatra”, comentó, y recordó que está imputada, aunque no está detenida y con vigilancia policial y médica.
“Nosotros creíamos que era muy importante estar aquí contando lo que vivimos en esta noche de tragedia, de tanto dolor (...) una noche, si me preguntan, totalmente normal”, dijo Martín Soria. Tanto él como su hermana y el novio transmitieron esa misma idea al juez al dar testimonio y narrar la fiesta de Año Nuevo como una celebración sin nada extraño y el episodio del homicidio como algo sorpresivo.
El juzgado ordenó a pedido del fiscal un análisis de los llamados telefónicos de Carlos Soria y sus mensajes de texto por lo menos de las horas previas a la muerte y ya dispone de los primeros resultados. Una de las hipótesis apunta a que una relación extramatrimonial del gobernador habría sido el detonante de una fuerte discusión del matrimonio. Los hijos y el yerno no reconocieron esa supuesta relación ante la Justicia al declarar ayer, pero en la investigación tienen múltiples indicios de que una llamada o mensaje conflictivo habría existido ese día y de que Freydoz “tenía celos importantes respecto de su esposo”.
Aunque no trascendieron detalles de los testimonios, fuentes del caso afirmaron que los relatos –de dos horas cada uno– permitieron reconstruir lo que ocurrió esa noche y confirmarían la hipótesis de que el arma no se disparó en forma accidental en medio de un pelea, sino que la habría tomado Freydoz de la mesa de luz de Soria y apretado el gatillo a una distancia mayor a 40 o 50 centímetros. Ella, además, es la única que tenía rastros de pólvora en las manos, aunque se hará un nuevo barrido electrónico. Los jóvenes habrían confirmado que el cuerpo de Soria estaba tendido en la cama. Si bien la viuda tenía moretones y escoriaciones, ayer surgió de los relatos que habrían sido producto de un forcejeo con su hija María Emilia y/o el yerno apenas entraron en la habitación y vieron la escena del crimen. Al parecer, según relatos cercanos a los Soria, Freydoz habría intentado suicidarse ahí mismo y la detuvieron.
“Indescriptible verle la cara a mi madre, ver cómo está emocionalmente, es desgarrador, un momento trágico”, dijo Martín Soria. Está claro que la defensa de la mujer, a cargo del abogado Alberto Ricchieri, se encamina a alegar emoción violenta e intentar su inimputabilidad, más aún teniendo en cuenta que era consumidora de psicofármacos y que el 31 de diciembre a la noche los habría mezclado con alcohol. Sin embargo, el primer informe forense que se le hizo poco después del crimen arrojó que estaba lúcida y orientada. En tribunales consideran que están casi todas las pruebas necesarias para citarla a indagatoria; lo que falta es evaluar su condición psiquiátrica actual. Para eso, el lunes viajarán expertos de la Capital Federal para hacerle una pericia psiquiátrica completa.
El presidente del Supremo Tribunal local, Víctor Sodero Nieva, fue uno de los primeros que señalaron a Freydoz como autora del crimen y afirmó que los custodios la habían oído decir: “No quise matarlo”. Los policías negaron haber oído esa frase al declarar el jueves. Martín Soria dijo que el supremo –ajeno a la causa y enemistado con el fallecido gobernador Soria– había incurrido en una “intromisión maliciosa”, entre otras cosas porque su padre le había pedido la renuncia.
Cerca del juzgado y la fiscalía sostienen que los testimonios oídos hasta ahora son verosímiles y los de los hijos en particular fueron “muy sentidos”. Están filmados y abonarían, según las fuentes, la teoría del homicidio doloso.
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