EL PAíS › LA PRESIDENTA CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER RETOMO SUS FUNCIONES CON UN ACTO EN LA CASA ROSADA
En el discurso hubo bromas, ironías y definiciones políticas. Contestó al primer ministro inglés por Malvinas y anunció la publicación del informe Rattenbach, criticó a las petroleras y se refirió al tratamiento que algunos medios le dieron a su operación.
› Por Nicolás Lantos
Lo primero que llamó la atención cuando Cristina Fernández de Kirchner ingresó en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada, el mismo lugar donde, veintisiete días atrás, había hecho su última aparición pública, fue su sonrisa. La Presidenta, ya repuesta de la tiroidectomía a la que fue sometida a principios de mes, anticipaba así el buen humor que mostró a lo largo del acto. Lo segundo fue la fina cicatriz que exhibía su cuello desnudo, casi con orgullo, única secuela de aquella cirugía que la alejó casi un mes del ejercicio formal del poder. Sin embargo, volvió como si nada hubiera pasado: después de firmar una serie de acuerdos para obra pública y participar, vía teleconferencia, de actos en Catamarca, Necochea y Villa La Angostura, dio un discurso en el que se puso al día con los tópicos de la agenda, hizo chistes (incluso alguno subido de tono), realizó anuncios y no gambeteó la polémica. Malvinas y sobre todo la denuncia que el Gobierno hizo durante su licencia a las empresas petroleras, a las que recordó que dependen de la concesión oficial, fueron los dos temas centrales.
La expectativa por el regreso de la jefa de Estado había convocado a unos quinientos militantes, muchos de los cuales pudieron acceder al Salón de los Patriotas Latinoamericanos, donde transmitieron a través de pantallas el acto y donde, al finalizar, CFK se asomó a saludar, algo que festejaron ruidosamente. Afuera de la Rosada todavía quedaban otros cien, con distintas banderas, bombos y trompetas, que a pesar de no poder ingresar celebraron ruidosamente la vuelta de su líder. Adentro, el Salón de las Mujeres estaba colmado de funcionarios, legisladores y dirigentes que no quisieron perderse la ocasión, prensa nacional y extranjera.
Entre los temas que recorrió la mandataria en los más de cuarenta minutos de discurso se destacó el anuncio de que la desocupación para el último cuatrimestre del año pasado fue del 6,7 por ciento, penetrando por primera vez el piso de siete puntos. “Queda mal decir que rompimos el siete”, se permitió bromear CFK, ante la sorpresa de la audiencia por la chanza subida de tono. Incluso algunos ministros intercambiaron miradas risueñas. También se detuvo un buen rato en el asunto energético, dentro de las implicancias que tiene la llamada “sintonía fina”, que significa, según definió, “basta de avivadas”. El gobierno británico, a causa del conflicto por Malvinas, empresarios, sindicalistas, y medios y políticos opositores también fueron reprendidos por la Presidenta durante su alocución.
La construcción de obras de irrigación, antenas de televisión digital abierta, infraestructura para el turismo pero, más que nada, escuelas. La puesta en marcha de esos proyectos fue la excusa que eligió la Presidenta para marcar su reaparición en público. Quería, tal como hizo en diciembre, cuando tomó la licencia, evitar una ceremonia especial para la reasunción, que hizo efectiva varias horas antes, cuando –junto al vice Amado Boudou y el escribano mayor de Gobierno– firmó los papeles necesarios para retomar su rol al frente del Poder Ejecutivo.
Distendida, la Presidenta no dejó de bromear en toda la tarde, tanto durante su monólogo como cada vez que le tocaba interactuar con alguien, sea una alumna de profesorado en Necochea, vía teleconferencia (“Para estar nerviosa estuviste muy bien”, la felicitó) como la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, el diputado Wado De Pedro o el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, todos presentes en la sala, o el senador Aníbal Fernández, que ni siquiera era de la partida.
“Parar te permite ver las cosas un poco más de afuera y ver las cosas con equidistancia. Y notaba una suerte de reiteración de lo que yo llamo el reino del revés, que es global y nacional”, aseguró Fernández de Kirchner, en referencia su ausencia obligada. El salón, repleto, estalló en aplausos. En primer lugar, se refirió a la cuestión Malvinas. “Escuché que dijeron que los argentinos somos colonialistas”, dejó caer, con el buen humor que la caracterizó toda la tarde. Sin mencionarlo, le echó en cara al premier inglés, David Cameron, el tono de las acusaciones y avisó que “no esperen” de su parte “ni gestos xenofóbicos ni gritos destemplados”. También anunció la creación de una comisión para abrir los archivos reservados del informe Rattenbach, sobre la estrategia militar de la Argentina en la guerra de 1982.
De ese tema pasó pronto al ítem energía, que –por el espacio que le dedicó– aparece como uno de los puntos donde se focalizará la “sintonía fina” del Gobierno en los próximos meses. “Tenemos un concepto de la soberanía que enlaza la Nación con el pueblo y con la defensa de los recursos naturales. Están depredando nuestros recursos, nuestro petróleo y nuestra pesca”, denunció, y de ahí pegó el salto a las empresas petroleras que mediante la “cartelización” y “por menor producción” obligaron a “importar 9300 millones de dólares en combustible.”
Ese es el tipo de gastos innecesarios que se intentarán reducir para no “perjudicar al modelo”, explicó. “Aunque algunos quieren identificar sintonía fina con ajuste, en realidad lo que se acabó es la avivada, lo que es diferente”. Y puso como ejemplo, “a los que vendían a granel o mayoristas les cobraban un precio mayor” que al minorista, porque sabían que los primeros gozaban del subsidio. Así, redondeó, el subsidio no beneficiaba ni al consumidor ni a la empresa de transporte, sino directamente a las petroleras.
“Pienso usar todos los instrumentos que las leyes y la Constitución permiten y obligan a los gobernantes a usar para defender los intereses de los 40 millones de argentinos”, advirtió CFK en el pasaje más aguerrido de su discurso. Con cuidado para no herir susceptibilidades pero sin olvidarse de nadie, hizo referencias a los sindicalistas petroleros que salieron en defensa de los empresarios de su ramo. También hubo una chicana hacia grupos ambientalistas “que no protestan contra la exploración de petróleo ni la devastación de los peces” en Malvinas.
Respecto a su salud, se permitió nuevas ironías, cuando explicó por qué reapareció con el cuello descubierto, exhibiendo su cicatriz. “Si me pongo un pañuelo, mañana Clarín dice ‘esta no se operó’, y si bien la estética me puede, la política está antes que la estética”, aclaró. La platea celebraba cada broma como si se tratara de un stand up. También recordó a quienes escribieron sobre su enfermedad sin sustento, y supuso que “tal vez alguno se desilusionó” al conocer el falso positivo. “El mal vuelve, no hay que hacer esas cosas”, indicó.
Por último, tras agradecer “a todos los que se alegraron por el éxito de mi operación, que por suerte son los más”, se refirió al vicepresidente Amado Boudou, quien la reemplazó estos veinte días. “Decían que no le íbamos a dejar hacer nada, que no le íbamos a dejar firmar decretos, que (el secretario de Legal y Técnica) Carlos Zannini le iba a cerrar la puerta, pero lo trataron divino”, bromeó, antes de destacar las medidas de gobierno que se tomaron durante su ausencia. Por eso, concluyó, “lo importante es seguir trabajando y defender lo que hemos logrado. Todo siguió funcionando aunque yo no estuviera”.
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