Dom 29.01.2012

EL PAíS  › OPINION

América latina, proyecto en construcción

› Por Carlos “Chacho” Alvarez *

El actual momento de América latina debe aprovecharse en todas sus dimensiones. La principal: explorar los acuerdos regionales y parciales que permitan la vertebración de un espacio común integrado, es decir, la potenciación de un gran mercado interno ampliado que, junto a los recursos naturales, es, sin duda, uno de los principales atributos de nuestra región.

Si la pretensión es ir hacia algo así como “Latinoamérica para los latinoamericanos”, la primera opción es buscar cómo se diseña y articula, más allá y más acá de la inserción externa que haya elegido cada país, un espacio común más integrado.

Esta es la prueba más exigente para la flamante Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe). Trazarse con paciencia una política donde todos tengan algo para ganar. Una estrategia que no se dirime en el ámbito de lo ideológico, sino en el de las ventajas que cada país pueda obtener al estar en una geografía que ofrece mejores oportunidades para sus pueblos. Esto es comenzar a transformar América latina, a pesar de su diversidad y su heterogeneidad de propuestas y modelos, en un ámbito de referencia interna y externa superior.

Frente a la declinación de Estados Unidos y la crisis de Europa, dos situaciones que pueden llegar a ser de carácter más estructural que coyuntural, América latina tiene la oportunidad de pasar a ser un actor gravitante en la nueva geometría del poder mundial. Esto implica dedicarle muchas energías y paciencia a explorar las complementariedades comerciales y productivas a proyectos de desarrollo y modelos de inserción externos muy diversificados. He aquí el gran reto para que la tan mencionada unidad latinoamericana no sea sólo una foto de una familia con unidad de pasado pero sin poder proyectarse como comunidad de destino. La capacidad que se tenga para encontrar caminos de convergencia en el terreno de las opciones económicas, comerciales y productivas (las culturales son casi naturales y más visibles y viables) será la medida de cuánto la región podrá ser visualizada como un espacio singular en proceso de construcción.

Para esto hay que poner en marcha debates, decisiones y estudios que precisamente detecten las oportunidades de complementación y convergencia, la formación de cadenas de valor subregional que puedan ir integrándose a opciones globales, las estrategias compartidas de sustitución de importaciones para enfrentar las asimetrías y armonizar los procesos productivos. La potenciación de ventajas comparativas comunes para influir con más fuerza en el mercado mundial, y el aprovechamiento asociado de ciertos usos de la ciencia, la tecnología y la economía del conocimiento que, en general, son una de las mayores asignaturas pendientes de casi todos los países de la región.

En este camino, nos parece fundamental que los países puedan comenzar a dar estos debates sin intentar imponer visiones hegemónicas, sino al contrario, respetando cada una de las realidades nacionales y subregionales. Ir encontrando coincidencias y puntos de acuerdo que permitan dar pasos importantes de avance, mostrar que, pese a la diversidad, es posible seguir construyendo.

En el mismo sentido, la actual presidencia de México en el Grupo de los 20 es otra oportunidad invalorable para que tracemos algunas líneas de acción compartidas frente a la crisis de legitimidad que atraviesa el sistema capitalista a escala global.

América latina puede tomar un mayor protagonismo en la definición de un nuevo sistema que coloque la política democrática sobre los mercados y los poderes fácticos, la producción sobre la especulación y la acumulación financiera, y las demandas de mayor igualdad sobre la concentración del ingreso y la distribución cada vez más injusta de la riqueza. Sobre todo este punto, ya que, pese al crecimiento sostenido de la economía en estos últimos años, nuestra región continúa siendo la más desigual del planeta.

Algunas propuestas en común sobre la agenda global y los cambios que se necesitan pueden ser muy significativos a la hora de mostrar una tendencia acumulativa de coincidencias y una voluntad política diferente hacia la síntesis y la búsqueda de la unidad en la diversidad.

Intercambios de experiencias, más cooperación, fortalecimiento de las alianzas sur-sur, búsqueda de complementariedades y mayor convergencia de los acuerdos hacia un espacio común, pueden expresar grandes avances en un mundo caótico que necesariamente debe ir a nuevas formas de gobernabilidad, contemplando la emergencia y el protagonismo de nuevos sectores.

Desde la Aladi (asociación que reúne a trece países y, entre ellos, a las más importantes economías de la región) podemos contribuir a esta tarea avanzando en los principales debates y tratando de ampliar y buscar coincidencias mayores en los acuerdos que hoy ya tenemos, y que pueden significar un aporte transcendente en la tarea de ir consolidando a la Celac como proyecto estratégico y punto de llegada a la tan anhelada unidad latinoamericana.

* Secretario general de la Aladi.

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