EL PAíS › OPINION
› Por Gustavo Oliva *
Me llama la atención la conducta política de los sectores gremiales de la educación que vuelven a recurrir a viejas metodologías. ¿No se dan cuenta de que el almanaque corre para todos y que los tiempos que vivimos hoy no son los mismos que en la década del noventa?
Como cualquier otro trabajador, los docentes tienen derecho a luchar por un salario digno, pero deben reconocer que el gobierno nacional es el único que en los últimos años colocó en agenda la problemática de la educación en su integralidad.
No es concebible que las posiciones sectoriales, que sólo buscan satisfacer sus propios intereses, estén por encima del interés general que nos plantea nuestra presidenta como país y como modelo.
Se han realizado grandes esfuerzos para jerarquizar el sistema educativo argentino. La lucha por las retenciones móviles como herramienta para una mejor distribución de la riqueza es un claro ejemplo de ello.
El trabajador de la educación hoy tiene el mejor salario de los últimos 50 años a valores constantes. Mídanlo como quieran, compárenlo en litros de leche, en kilos de pan, con el valor de la nafta o en dólares.
Recordemos, además, que tenemos el 6,47 por ciento del producto bruto interno destinado a la educación y el mejor salario del sector en toda América latina. Este ha sido un viejo anhelo del pueblo argentino en general y de la comunidad educativa en particular, donde incluso se han visto superados sus deseos y expectativas.
La política en materia educativa desarrollada por Néstor y Cristina permitió la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología; la apertura de nuevas universidades; la repatriación de científicos; la sanción de leyes nodales como la de financiamiento, la de escuelas técnicas, la de educación sexual; la derogación de la patética Ley Federal por una nueva Ley de Educación Nacional, que establece entre otras cosas la obligatoriedad del nivel secundario; la construcción de más de mil ochocientas escuelas, la distribución de millones de libros y netbooks en toda la República, entre otras innumerables medidas.
Convoco entonces a los dirigentes gremiales a que reflexionen profundamente y me pregunto: ¿acaso no será éste el momento de revisar las viejas metodologías de lucha y protesta justificables en los noventa con Menem, Cavallo, Duhalde y hoy con el ingeniero Macri?, ¿son medidas justas para con esta presidenta que luchó y lucha incansablemente por un modelo educativo que garantiza la igualdad, la inclusión y el acceso de todos al conocimiento y que sirve de ejemplo para nuestra América latina?
En este sentido es fundamental recordar las palabras de la Presidenta cuando se refirió a que “nadie pretende recibir las gracias, simplemente que defiendan lo que es de ustedes, porque el día que esto se acabe a los primeros que se llevan puesto es a los trabajadores argentinos”.
Por eso, es parte de nuestro compromiso, como trabajadores de la educación, reflexionar sobre cómo defender lo que logramos y construir lo mejor que está por venir.
* Presidente de la Comisión de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Técnica del Senado de la provincia de Buenos Aires.
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