EL PAíS › ACTO EN CIUDADELA DE FAMILIARES DE MUERTOS EN ONCE
› Por Soledad Vallejos
Anochecía en la estación de trenes de Ciudadela cuando familiares de víctimas del tren que chocó en Once cerraban un acto convocado para pedir justicia, pero también para darse fuerza, reconocerse, confortarse. “Nos une el dolor, una búsqueda de justicia. No somos un cuerpo orgánico, no todos pensamos igual. Tenemos diferentes maneras de reclamar. Todos respetamos cualquier postura de los demás familiares. Todos tienen derecho a expresarse y pedir. Si alguno de los familiares de víctimas quiere reclamar otra cosa, tiene todo el derecho de hacerlo. Pero nosotros no vamos a politizar nunca jamás este reclamo”, señalaba María Luján Rey, madre de Lucas Menghini. A su lado, Paola, hermana de Jonatan Báez, y Vanesa Toledo, la hija de Graciela Beatriz Díaz, asentían y la apoyaban con palmadas suaves en el hombro, en un brazo, con quedarse de pie allí. Sobre la calzada, donde el tránsito se había interrumpido para el acto, entre doscientas y trescientas personas sostenían fotos, pancartas, y entre aplausos corearon “¡Justicia!”, tras oír cada nombre de la lista de víctimas fatales.
A dieciséis días de que el tren 3772 chocara contra los paragolpes de la estación de Once, familiares y amigos se sucedieron sobre el escenario para leer un texto que suscribían como colectivo, aunque, como señaló Vanesa Toledo a este diario, haya algunas ausencias. “Porque algunos familiares no viven en el país, otros no quieren, otros no están en condiciones. Y está bien, cada cual lidia como puede con este dolor, con esto”, explicaba Toledo.
“Nadie más que nosotros sabe por lo que estamos pasando. Quien quiera acompañarnos deberá hacerlo detrás nuestro, sin banderas, ni políticas ni sindicales. Quien intente otra cosa debe saber que se encontrará con cientos que van a impedirle avanzar con la cara de nuestros muertos”, leyó ante el micrófono Toledo a su turno, alternando con Rey, familiares de Federico Bustamante, Angel, padre de Matías Serriccio; Juan y Marisol, padre y hermana de Leonel Frumento, y familiares de Micaela Cabrera Machicao.
El calor arreciaba, en especial bajo los faroles de los móviles televisivos. Sobre la calzada, unas trescientas personas daban la espalda al vaivén de los trenes mientras de mano en mano pasaban pequeños volantes con el título “Por la memoria de las 51 víctimas”. Pasada la lectura colectiva del texto, pasado el pequeño momento de oración (dos Padrenuestros, dos Ave María) animado por el padre Rolando Roiatti, párroco de Ciudadela y miembro del Instituto Padre Elizalde, Juan Frumento tomó uno de los papelitos. “Vamos a tratar de entonar una marcha” con sus líneas, explicó, y pidió que lo acompañaran al tararear el texto: “Somos los sobrevivientes de los trenes del Sarmiento/ Nosotros los contamos 51 nuestros muertos./ También tenemos heridos/ es por eso que pedimos Justicia y trenes nuevos”.
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