EL PAíS › OPINION
› Por H.I.J.O.S. *
Por estos días, los diarios Clarín y La Nación salieron a atacar públicamente la militancia de los jóvenes e hijos de desaparecidos. Desde H.I.J.O.S. no vamos a quedarnos callados, porque entendemos que es un ataque a todos los jóvenes que militamos.
En sus notas intentan instalar como acusación una cuestión fáctica: “son hijos o familiares de militantes montoneros”. Sí, muchos de nosotros lo somos, y otros de militantes de otras organizaciones. Nos criamos como pudimos, con nuestras abuelas haciendo a la vez de madres, mientras buscaban y lloraban a sus hijos. Todavía seguimos buscando a cientos de hermanos que nacieron en cautiverio. En 1995, hace 17 años decidimos juntarnos y organizarnos. En 2003, por primera vez, un presidente pidió perdón en nombre del Estado y tomó la decisión histórica de terminar con la impunidad de los genocidas, cómplices, ideólogos y beneficiarios.
¿Desde qué lugar de la historia salen Clarín y La Nación a decirnos cómo construir nuestra historia de hijos de desaparecidos? Es absolutamente morboso e inadmisible que los mismos empresarios que fueron parte del plan sistemático de exterminio que dañó a un país entero y que en particular nos dejó sin padres y madres nos vengan a cuestionar nuestra militancia política.
Ambos medios son plataformas permanentes de ataques a los organismos de derechos humanos. Primero fueron por las Madres, y no pudieron. Luego por las Abuelas, y tampoco pudieron. Ahora vienen por los Hijos, y tampoco podrán.
Hay determinados sectores que permanentemente critican a la juventud y estigmatizan la militancia. La política ha vuelto a ser la herramienta para transformar la realidad, y una gran cantidad de jóvenes se ha volcado a la militancia. La participación política es garantía de calidad democrática y la única posibilidad de construir nuestra voz como sociedad, en lugar del discurso único de las empresas periodísticas que hablan desde sus intereses y necesidades.
A esos militantes que Clarín señala como soberbios, nosotros los sabemos humildes, al punto de poner por encima de su seguridad el deseo de militar para hacer valer los derechos de los sectores sociales más excluidos y de la clase trabajadora, elegidos como el enemigo desde el plan económico de los genocidas y sus empresas aliadas.
Esos militantes eran nuestros padres y madres, a quienes amamos profundamente. Hoy no están físicamente, porque hubo un plan de exterminio orquestado desde el Estado terrorista, acompañado por grupos económicos como Clarín y La Nación.
El caso de la siniestra adquisición ilegal de Papel Prensa muestra cómo operaban: como grupo de tareas intelectual y operacional. Secuestraron, violaron y torturaron a Lidia Papaleo para tener las acciones de esa empresa. Se acabó el tiempo de la mentira. La causa de Papel Prensa avanza en la Justicia y la sociedad ya no deja ninguna grieta para que los ideólogos del terrorismo de Estado hagan operaciones políticas.
Con sus declaraciones recientes no hacen más que demostrar el odio confeso que tienen por los jóvenes politizados y por los hijos de los militantes que fueron desaparecidos. Nosotros no sentimos ese odio. Podemos verlos desde otro lugar, porque estamos convencidos de que el rumbo de la historia los llevará a responder ante la Justicia por sus crímenes. Siguen intentando demonizarnos y reproducen las mismas lógicas desde hace 30 años.
Son ellos los mismos grupos económicos que formaron parte de la dictadura, los que permanentemente intentan desestabilizar esta democracia, pero no podrán. Somos herederos de una historia y elegimos militar para consolidar un país con memoria, verdad y justicia.
* Carlos Pisoni, Camilo Juárez y Agustín Cetrángolo (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio).
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