Vie 15.02.2002

EL PAíS

Un nuevo peritaje desmiente lo que Telleldín contó de la Trafic de AMIA

Gendarmería acaba de comprobar que la van usada en el atentado a la AMIA era de 1992, y no de 1987 o 1989 como sostenía el armador de autos truchos. Sospechas de que hubo dos vehículos.

› Por Raúl Kollmann

La nueva pericia en el caso AMIA, realizada por la Gendarmería, no sólo pone en un lugar más comprometido a Carlos Telleldín sino también a parte de su banda, en especial a su esposa Ana Boragni, a su hermano Eduardo y al mecánico Claudio Cotoras. Es que el estudio demostró que la pintura que tenía la Trafic usada como coche bomba era del año ‘92 y no del ‘87 u ‘89, como tenía el modelo que –según Telleldín– él entregó a los policías sospechados en el atentado. En una palabra, que “El Enano”, como le dicen a Telleldín, habría mentido sobre cuál fue el vehículo que se usó en el atentado y eso lo pondrá en una situación difícil. Además, la luz se va a enfocar sobre los otros miembros de su banda que fueron los únicos testigos del momento en que supuestamente les entregó la camioneta a los policías.
La evidencia más sólida que existe en la causa AMIA es un motor que se encontró entre los escombros. Por el número de ese motor, se determinó que había pertenecido al armador de autos truchos Carlos Telleldín. De entrada, El Enano dijo que vendió la camioneta, pero dos años después del atentado reconoció que se la entregó a un grupo de policías que integraban la patota del ahora ex comisario Juan José Ribelli.
Uno de los misterios de la causa AMIA siempre fue qué carrocería era la que se usó en el armado de la camioneta bomba. Está claro que el motor era de una camioneta que se incendió, que El Enano compró quemada y que figuraba a su nombre. Pero el interrogante siempre fue de dónde salió la carrocería. Telleldín sostuvo que fue una Trafic que se le robó a un discjockey de apellido Sarapura. Cuando testificó que le entregó el vehículo a los policías, los únicos testigos a los que apeló para confirmar sus dichos fueron integrantes de su banda: su esposa, su hermano y el mecánico Cotoras.
Claudio Lifchitz, el secretario del juez Juan José Galeano que denunció numerosas irregularidades del magistrado, ya había sostenido que Telleldín mentía y que la carrocería no era la correspondiente a Sarapura. Ahora, la pericia de la Gendarmería reafirma esta sospecha: la Trafic de Sarapura tenía pintura de los modelos fabricados entre 1987 y 1989, en que se le ponía una capa de un producto químico llamado epoxi, mientras que la chapas analizadas por la Gendarmería corresponden a un modelo fabricado en 1992.
La clave ahora está en confirmar la mentira de Telleldín y sus cómplices, para lo cual serán claves los testimonios de varios técnicos de Renault, citados para el juicio oral. Además hay otros datos que apuntan en la misma dirección: los restos encontrados en la AMIA corresponden a una camioneta que habría tenido puerta lateral, cosa que no tenía la de Sarapura. Y, para redondear, hay estudios que indican que la Trafic estaba reforzada, tal vez para soportar el peso de los explosivos y de la tierra usada para direccionar la explosión, sin que se notara que el vehículo estaba cargado. Pese a las evidencias, Telleldín le dijo a este diario que sí se usó la carrocería de Sarapura y que lo demostrará en el juicio oral, aunque ahora –tras el peritaje de la Gendarmería– le será más difícil.
La sospecha es que Telleldín en verdad armó dos camionetas. Una, la que había sido de Sarapura, fue usada para desviar la investigación. La otra sería la que efectivamente terminó en manos de los terroristas. Sobre esto es que debe responder ahora la banda. Es cierto que en éste esquema hay un elemento que no encaja: si se concretó una maniobra tan sofisticada, por qué Telleldín no borró el número de motor que lo incriminaba.
En todo caso, ahora las sospechas no están sólo dirigidas contra él sino con quienes eran sus cómplices. Cotoras era su compinche en los delitos y en su casa se encontraron, por ejemplo, las patentes y piezas quemadas relacionadas con el motor que apareció en la AMIA. Después terminó extrañamente testificando a favor de Telleldín y junto con los familiaresdel Enano señalaron que se entregó la camioneta que, según parece, no fue la que se entregó.

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