Mié 02.05.2012

EL PAíS  › EL ACTO DE LA ASOCIACIóN MADRES DE PLAZA DE MAYO, QUE PRESIDE HEBE DE BONAFINI

“Saber que ya parimos otros pibes”

Acompañadas por representantes de Hijos, por el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, y distintas organizaciones sociales, las Madres de Hebe recordaron los 35 años de aquel primer día en que empezaron a circular por la Plaza de Mayo.

› Por Alejandra Dandan

A 35 años del primer andar de las “locas de la Plaza de Mayo” convertido en ronda colectiva, sobre el escenario marcado con la imagen del pañuelo pero además por el logo de YPF y la palabra: “Vuelve a ser nuestra”. Poco más atrás del círculo sobre el suelo que representa esa lucha, Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, les legó a esos “chicos”, cuyas banderas saludaban desde las primeras filas, continuar ahora el camino emprendido por ellas. “Las Madres estamos afuera de todos los libros, casi hasta de los libros de historia, porque la estamos recorriendo juntos, ustedes y nosotros”, les dijo. “Esta historia que nos pusieron en las manos primero nuestros hijos y después Néstor, que todavía no entendimos lo que nos dijo, qué nos quiso decir, pero sí sabemos que hizo que estallaran los corazones, los cuerpos, las manos y las cabezas de miles y miles de pibes que se sintieron incluidos en esta patria para hacer política: y éste es el mejor momento para las Madres, saber que parimos otros pibes.”

Poco después del homenaje que hicieron las Madres de Línea Fundadora sobre esa misma plaza, mientras las banderas de las agrupaciones políticas del kirchnerismo se desplazaban de uno a otro espacio para enlazar en ese gesto los dos escenarios, músicos llegados de todo el país se subieron al escenario en el que Hebe recorrió la historia de las Madres. “Una lucha que no sabe de descansos, que nunca tuvo tregua, que enfrentó los peores momentos”, dijo. Desde cuando “éramos tan tan pero tan poquitas, pero nos sentíamos tan pero tan grandes, porque siempre nos sentimos acompañadas por nuestros hijos”. O cuando recordó el rol político de Azucena Villaflor para intentar pensar cuándo empezaron: “Tal vez el click lo hizo Azucena en la parroquia Stella Maris donde nos atendía un obispo, monseñor (Emilio) Graselli, que era más milico que los milicos”, soltó. “Más hijo de puta que los milicos. El sabia todo: habíamos ido muchas veces, nos hacían dejar la cartera, nos revisaban... Milico, milico. Y Azucena dijo: ‘¡Basta! No vengamos más acá, éstos son unos hijos de puta. Hagamos una carta para Videla’. Y yo creo que ésa fue la creación, ahí en ese momento: fuimos a la Plaza, estuvimos ahí abajo del árbol, nos pusimos a firmar la carta, ya la historia la saben: pero esta Plaza siempre nos contuvo, siempre nos sostuvo.”

En ese mismo lugar, 35 años más tarde, la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo le entregó un pañuelo a Gabriel Mariotto, vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, como reconocimiento a su trabajo por la ley de medios. Con ese gesto convirtió a la ley en uno de los ejes del acto. Habló de los “piratas que ahora no llegan en barcos”, sino que “salen del campo y salen de algunos diarios que ustedes ya saben cuáles son”. Y exhortó a la Corte Suprema de Justicia a destrabar la aplicación de la ley. “Nosotras les demandamos a los jueces de la Corte desde esta plaza –dijo– que terminen con las cautelares; que no les tengan miedo a Clarín y La Nación, el pueblo entero los va a aplaudir, porque necesita tener más medios para poder comunicarse y aprender.”

Entre los cantos a los desaparecidos y el soy soldado del pingüino, una mujer le contaba a su hija, en brazos, el “Ohh yo soy argentina, soy soldadaaa, de Cristina”. Alrededor, termos de mate. Familias con niños. Hombres de sesenta y sobre todo abajo de las banderas concentradas adelante, cerca del escenario, y menos visibles atrás, muchos de esos pibes que desde el escenario en algún momento nombraron como de todos los sectores de la juventud peronista. En esa Plaza que cambia todo el tiempo. Donde algunas de las organizaciones van buscando desde hace tiempo la forma de quedarse a través de monumentos que se replican en la Plaza con forma de carpas o en el despliegue de cruces levantadas sobre una parte del jardín o en el anillo pintado de blanco que representa las rondas de las Madres. En esa plaza estaban las banderas sostenidas por cañas de La Cámpora, de Nuevo Encuentro, del Peronismo Militante. Había pibes con las remeras del Néstor Eternauta, pibas con las remeras del Juicio y Castigo a los culpables como aparece desde hace tiempo en que cada cuerpo aparece así como cuerpo político.

Casi al comienzo, una mujer logró conseguirse una bandera del “Ni un Paso Atrás” de la Asociación de las Madres. Una tarea difícil, no porque no hubiera, sino porque a Margarita Martínez en realidad le costó toda la vida llegar ayer a la Plaza. “Creo que la fuerza de ellas sacó a los militares del medio, la fuerza de ellas los hizo volar”, explicó. “Es la primera vez que vengo a la Plaza porque soy de la época de las cabezas lavadas: ustedes los jóvenes nacieron en democracia pero yo crecí con dictaduras, después de Perón las democracias siempre fueron muy débiles. Clarín era el que tapaba todo, era todo un engaño, nos decían por algo será: ¿sabés lo que cuesta cambiar esto cuando nos lavaron la estructura del cerebro? Yo lo voté a Aramburu, imaginate, lo adorábamos. Y después me puse a leer, un día escuché a Hebe en la radio y dije: ¡Y esta loca qué dice! Y ahora veo que está muy viejita, y me dije no puede ser que se vaya y yo le pueda dar un abrazo, por eso estoy acá.”

Eso es lo que pasaba con cada uno. Cada uno de los que estaba parado en la Plaza tenía una historia en esa lógica. Cada vida aparecía en diálogo con ese escenario. Mientras Margarita se agarraba a la bandera como quien busca cobijo, en el escenario, uno de los integrantes del Trío Humahuaca dedicó una canción a la “memoria de mi tío Lucho y de su compañera Lili López, que también murieron en el ’76”. La banda acercó saludos del Perro Santillán y de las Madres de Plaza de Mayo de Jujuy que “están tan silenciadas en una provincia –dijeron– en la que nos quieren hacer creer todavía que los desaparecidos se fueron de viaje, donde toda la oligarquía intenta tapar estas cosas”.

Entre las primeras líneas, Sebastián Padro estaba a cargo de una de las banderas de Peronismo Militante. De 22 años, sabía perfectamente que lo que estaba viendo era una imagen completamente distinta a las plazas de los ‘90 que recorrió con sus padres. “Estamos acá para seguir aprendiendo de la lucha de las Madres y reivindicando un día histórico”, dijo. “Hoy afortunadamente formo parte de un proyecto, pero es raro porque venimos a homenajear a los compañeros dentro de un proceso que avanza impresionantemente, porque hay muchos milicos presos. Yo iba de chico con mis viejos y era otro tipo de acto: esto no era lo mismo, en los ’90 eran jornadas de lucha, de protesta, hoy es distinto, hay que seguir, faltan los responsables civiles, pero se respira otro aire.” Y ahí, antes de que Hebe diga nada en el escenario, antes de que todo empiece, él hacía de contrapunto a lo que iba a venir: “Aparte nos resulta fundamental como juventud estar acá y calculo que a las Madres les pasa lo mismo: es un legado para nosotros de su lucha histórica. Creo que todos somos un poco hijos de ellas, ésta fue la lucha que se plantearon y que hoy estemos acá es directamente por responsabilidad de ellas. Tenemos que estar agradecidos como militantes de un proyecto democrático y popular”.

Entre ese ir y venir de voces traducidas, en el escenario presentaron a Pepe Cibrián, a quien Hebe convocó por su participación en la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Cibrián le hizo un homenaje a Federico García Lorca con el monólogo que hizo en el Congreso mientras se debatía la ley. Hebe marcó a continuación esa sanción como una victoria y recordó que entre las cosas pendientes está el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo.

Guillermo Vaccarini, de la Martín Fierro, se preguntaba en un costado qué cosa era una bandera que decía No matarás. “Nos sentimos parte de esa resistencia que empezaron las Madres en este momento más esperanzador, es parte de lo que nosotros añorábamos en ese momento y las Madres fueron una columna moral.” Guillermo, de 44 años, de una generación ya nacida durante el golpe estaba ahí, entre esos otros muchos que se acercaron a darles las gracias y a tomar las banderas como busca hacerlo incluso aquella mujer que entró gracias a ellas por primera vez a la Plaza.

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