El presidente de Uruguay, José Mujica, finalmente resolvió no aceptar la renuncia del embajador itinerante, Julio Baráibar, quien había hecho declaraciones en la radio sobre un presunto intento de soborno de dos años atrás a un funcionario uruguayo durante las negociaciones para el dragado del canal Martín García. Baráibar había considerado que debía dar un paso al costado para no perjudicar la relación entre Argentina y Uruguay.

Baráibar volvió a su cargo ayer. El canciller Luis Almagro, de acuerdo con Mujica, le rechazó la dimisión. Fuentes de la Cancillería uruguaya citadas por las agencias internacionales confirmaron que el embajador “seguirá trabajando” porque consideraban “muy valioso” su desempeño.

En una entrevista radial, la semana pasada, Baráibar reveló que él sabía lo del intento de soborno porque se lo había transmitido Fernando Bustillo, el presidente de la delegación uruguaya en la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP). Bustillo fue embajador de Uruguay en Argentina y está procesado en la causa por la importación ilegal de vehículos de alta gama para uso diplomático. Baráibar comentó que Bustillo le dijo que dos años atrás un argentino intentó coimearlo para que avalara la continuidad de la empresa holandesa Riovia como encargada del mantenimiento del canal, tarea que viene desarrollando desde 1992. Bustillo sostiene que se negó y que informó a sus superiores.

Para entonces el canciller argentino, Héctor Timerman, ya saturado por las versiones que publicaban a diario los medios uruguayos, había pedido que se realizara con urgencia una auditoría binacional.

Dada la repercusión que rápidamente adquirieron sus dichos, Baráibar presentó su renuncia explicando que había sido un error recordar algo que aparentemente sucedió años atrás. “No dar un paso al costado podría afectar las relaciones bilaterales entre dos países hermanos”, dijo entonces. Ayer fue rehabilitado.