EL PAíS › OPINION
› Por Martín Granovsky
Hay pocos fuegos tan intensos como los que pintó Benito Quinquela Martín. Y tan altos, con lenguas que se entremezclan mientras crecen. El jueves último uno de esos fuegos destruyó otro conventillo más en Palacios y Garibaldi, en el corazón de la misma Boca que Quinquela comenzó a pintar hace más de un siglo, cuando los conventillos ya se incendiaban.
La información sobre el conventillo que ardió el jueves consignó que vivían seis familias.
Jaime Sorín, director del Instituto de Vivienda y ex decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, dijo a Página/12 que los conventillos siguen siendo una de las formas del hacinamiento. La palabra se puede traducir en números. “Hacinamiento es cuando en una sola habitación viven tres personas, y cuando viven más de tres ya podemos hablar de hacinamiento crítico”, explicó. “Los conventillos y los asentamientos de la Boca son ejemplos de hacinamiento crítico.”
Según Bernardo Kliksberg, “en América latina hay 120 millones de personas con déficit de vivienda”. Es decir, tres Argentinas enteras. Kliksberg es un economista que la Universidad Hebrea de Jerusalén decidió galardonar como doctor honoris causa, el primero entre los cientistas sociales del continente. Dijo que vivir hacinado es uno de los factores más fuertes de desigualdad. “Uno se acostumbra a escuchar frases comunes, como la importancia de hacer en casa la tarea para la escuela, pero en esos casos tiene que pensar qué sigue. El chico de clase media tiene dónde hacer los deberes. El de los sectores más vulnerables, ni siquiera eso. Llega de la escuela a una vivienda sin espacio ni comodidades mínimas, que a veces es un solo cuarto para toda la familia. La desnutrición influye en la desigualdad con que nacen los chicos de las villas, los pueblos jóvenes, los cantegriles, las favelas. Y el hacinamiento también.”
Sorín criticó “la subejecución presupuestaria en vivienda” por parte del gobierno de Mauricio Macri. Según sus datos, el presupuesto de vivienda aprobado por la Legislatura es de 760 millones y a fin del primer trimestre se había gastado el 11 por ciento. “A este ritmo tal vez pase lo mismo que otros años”, dijo Sorín. “Si se ejecuta menos de lo presupuestado, por ejemplo el 50 por ciento, después el dinero que no se usó termina trasladándose a partidas presupuestarias de otros rubros no prioritarios. Y todo es peor si tenemos en cuenta que estamos en una ciudad con emergencia habitacional. Ya los 760 millones son poco dentro de un presupuesto de 33 mil millones de pesos para el 2012. Ese dos por ciento es menos de la mitad del 5,2 por ciento destinado a vivienda en el presupuesto del último año anterior a la gestión de Macri, cuando era jefe de Gobierno Jorge Telerman”.
La calle Garibaldi, donde aún están las vías del tren que ya no corre, es una de las hermosas de Buenos Aires. De Caminito a Garibaldi y Palacios, el lugar del incendio del jueves, hay solo cinco cuadras. Una esquina es con Magallanes, el lugar de la carbonería del padre de Quinquela, que también cargaba bolsas en el puerto de la Boca. Otra es con la calle Quinquela Martín. Palacios queda después y se llama así por Alfredo Palacios, que en 1904, a los 24 años, se transformó en el primer diputado socialista de América. De adolescente, Quinquela, que empezó a estudiar dibujo en una institución popular de la Boca, participó en esa campaña electoral. Tuvieron gran peso en el impulso a favor de Palacios los inmigrantes italianos. Muchos de ellos veneraban a Giuseppe Garibaldi (1807-1882) o porque peleó por la unidad italiana o porque perteneció a la Joven Italia, la sociedad secreta de otro Giuseppe, José Mazzini.
La oleada de inmigrantes no se había hecho la América, precisamente, a principios del siglo XX. En su libro La huelga de inquilinos de 1907 el historiador Juan Suriano publica el texto de un informe del Departamento Nacional de Trabajo en 1908: “En esas habitaciones donde el sol rara vez penetra, donde el aire está enrarecido por la acumulación de personas, van a buscar reposo los obreros después de salir del taller, fatigados por el trabajo diario. La insalubridad de los conventillos proviene del edificio mismo a veces y otras de la acumulación de personas en una sola pieza, obligadas a vivir así por razones económicas. Por lo general, las piezas tienen 4,50 por 4 metros y una altura de 3 o cuatro metros, cuando no nos encontramos en algunas que apenas llegan a 2,50 m, y en este espacio está encerrado muchas veces el hogar de una familia obrera, que es para ella dormitorio, comedor y hasta taller”.
Sorín dijo que hoy en la Ciudad de Buenos Aires hay 200 mil personas en villas y unas 20 mil en asentamientos. “Sólo en inquilinatos viven 70 mil personas y otro tanto en hoteles habilitados o truchos”, informó.
“El problema grave es que por alquileres escasos y caros dejan su vivienda y se trasladan a las villas. Por eso las villas crecen en sentido vertical. La claves es la falta de garantía de los sectores populares cuando necesitan alquileres. Y como no la tienen están a merced de los propietarios, a veces con capitales de origen dudoso, que pueden cobrarles 1500 pesos por un cuarto.”
Otra parte del informe de un inspector del Departamento Nacional de Trabajo recogido por Suriano: “En un conventillo de la calle Piedras, cuya construcción no es mala y tienen buenas piezas que dan a un gran patio común, he encontrado una habitación ocupada por once personas: los padres y nueve hijos. La habitación era de 5 por 5 y de alto 4 metros, lo que hace un espacio de 100 metros cúbicos. Si una persona necesita 25 a 60 metros cúbicos de aire para vivir en un medio respirable, puede darse cuenta uno de las condiciones en que vivían esas personas. Si éstas necesitan 20 litros de oxígeno cada una por hora y exhalan en el mismo tiempo 1:5 litro de ácido carbónico, absorbiendo por lo tanto 220 litros de oxígeno las 11 personas y exhalando 165 litros de ácido carbónico, hay que calcular que durante las 7 horas, que por motivo de reposo permanecerán en la habitación, habrán dado a la atmósfera de ella 1155 litros de ácido carbónico cuando el aire contenido es de 100.000 litros (100 metros cúbicos) y se tendrá que el aire respirable contendrá más o menos 11 milésimas de ácido carbónico, y sabido es que una atmósfera que contenga de 7 a 8 milésimas de ácido carbónico hace que se experimente ya una sensación de malestar”.
Sorín recomienda “una política de alquiler social por la cual el Estado subsidie parte del pago del alquiler y aporte la garantía a la que los sectores populares no pueden acceder”. Carlos Gdansky, diputado nacional, secretario de la Confederación General del Trabajo de La Matanza y dirigente metalúrgico, y Horacio Ghilini, el representante de los docentes de enseñanza privada en el Consejo Directivo de la CGT, acaban de sugerir que en el debate sobre la nueva conducción de la central obrera habría que discutir también una política social de vivienda.
Narra Suriano que a fines de agosto de 1907 los inquilinos del conventillo Los Cuatro Diques, de Ituzaingó al 200, propiedad de Pedro Holterhoff, hicieron huelga y pidieron mejoras y rebaja de un 30 por ciento en los pagos. Organizados por la Liga de Lucha contra los Altos Alquileres e Impuestos, 100 mil inquilinos dejaron de pagar y participaron en manifestaciones. Fueron derrotados o deportados. La policía de Ramón Falcón se cobró un muerto. Y los desalojos continuaron, destructivos como los incendios.
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