EL PAíS › LA DENUNCIA DE BOUDOU CONTRA EL ESTUDIO DE RIGHI
Eduardo Durañona, abogado de Amado Boudou, declaró ayer como testigo en respaldo a la denuncia que acusaba a miembros del estudio jurídico vinculado con el ex procurador general Esteban Righi de haber ido a ofrecerle lobby en los tribunales federales, vaticinándole problemas con la Justicia si no aceptaba. La declaración fue presenciada por dos de los abogados acusados por el vicepresidente, Ana María García –esposa de Righi– y Fabián Musso, quienes presentaron un escrito en el que aseguran que las “imputaciones son falsas” y que las reuniones con Boudou fueron convocadas por él para pedirles asesoramiento, primero sobre cuestiones de la Anses, y luego por una causa en su contra. ¿Por qué a ellos? Por su amistad de “treinta años”, dicen, con el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, esposo de otra de integrante del estudio, María José Labat, quien asistió a los encuentros.
Según el descargo de los abogados, Boudou utilizó el Senado para defenderse del caso Ciccone-Boldt y ahí aludió “sorpresivamente” al estudio Righi –lo que disparó la renuncia del ex procurador– con un relato que, sostienen, es falso, y que convirtió en denuncia penal. Para ellos no hay delito. Boudou habló de dos reuniones en las que los letrados le ofrecían “servicios de lobby, influencia y contactos”. Dijo que Durañona estuvo presente en una, de ahí su declaración testimonial, donde sostuvo ese relato.
Los abogados no recuerdan haberlo visto excepto una vez que concurrió al estudio de ellos, por una causa contra Boudou por tener a su nombre un auto con papeles falsos. Durañona admitió la visita, y habría dicho –según fuentes de la causa– que lo convocó Labat, para hablar de las causas del entonces ministro. Según los letrados, el problema fue que le marcaron que era contradictorio pedir ser querellante en una causa que lo tiene como partícipe y a la vez pedir la prescripción. “Obligado fue poner en duda su sapiencia jurídica”, se jactan. Luego, cuentan, Boudou los convocó una última vez para defender a “su letrado y amigo”, aunque él no menciona ese encuentro sino otro, cercano a la campaña electoral, que los abogados desmienten.
Labat, Musso y García dicen que “la relación que explica” la reunión inicial y que “el denunciante oculta” es su vieja amistad con Montenegro, pues son de Mar del Plata. “Compartieron –de adolescentes– el gusto por la música, los boliches y el rugby (...), también la afición por el golf y las motos.” Hasta recuerdan un cumpleaños de Montenegro en Pinamar, en 2007, donde “varios de los asistentes (...) acompañaron a Boudou a desenterrar su Harley Davidson, que había quedado encajada en la arena”. Labat, añaden, además era colaboradora en la Anses. El planteo es que hay una relación previa y las reuniones con el estudio ligado a Righi no tienen nexo con el caso Ciccone, dos años posterior. Por último, el escrito cuestiona al actual procurador transitorio Luis González Warcalde.
Hoy declara como testigo una secretaria de Boudou, Natalia Soto, por la denuncia de supuesto cohecho contra el titular de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi.
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