EL PAíS › LIDIA PAPALEO DECLARó SOBRE SU SECUESTRO EN PUESTO VASCO Y PAPEL PRENSA
La viuda de David Graiver habló sobre las torturas que sufrió durante su detención ilegal y aseguró que cree que la razón de su secuestro fue el traspaso de las acciones de Papel Prensa.
“Desde el primer día que llegué a Puesto Vasco me torturaron y maltrataron más que a nadie.” Lidia Papaleo, viuda de David Graiver, relató ayer ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata su estadía en ese centro clandestino de detención. Papaleo reconstruyó las circunstancias en las que fue secuestrada en 1977, puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional de facto y liberada recién en 1982. “Me amputaron seis años de vida y seis años de la vida de mi hija”, aseguró emocionada. Durante su testimonio, la mujer narró las condiciones en las que traspasó las acciones de la empresa Papel Prensa a los diarios La Nación y Clarín, en plena dictadura militar. E interpretó ese hecho como la razón de los delitos que los represores cometieron en su contra.
Citada en calidad de víctima de torturas y privación ilegítima de la libertad, la mujer comenzó su declaración ante el TOF 1 platense que sigue el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos del llamado Circuito Camps con el relato sobre el traspaso del control de la papelera Papel Prensa.
“En el edificio del diario La Nación (el CEO del Grupo Clarín, Héctor), Magnetto me amenazó a mí y a mi hija (María Sol Graiver); me dijo que no había opción que (no fuera) vender Papel Prensa o perdíamos la vida mi hija y yo”, disparó. Tras conocerse públicamente el testimonio de Papaleo, los abogados de Magnetto advirtieron que “la señora se encuentra demandada por calumnias e injurias por declaraciones de este mismo tenor, teniendo ella, por lo tanto –según su interpretación– un interés procesal concreto al realizarlas”.
Papaleo dijo que su esposo y dueño de la empresa, David Graiver, murió “en un accidente provocado” el 7 de agosto de 1976, cuando ella y la niña se encontraban en México. Con su muerte, el control de Papel Prensa pasó a manos de la mujer. “Regresamos a la Argentina el 6 de septiembre de 1976 y a partir de ahí recibimos amenazas telefónicas y personales, de todo tipo, donde nos decían que teníamos que vender Papel Prensa y que teníamos que vender las empresas a personas argentinas y que no fueran judías”, destacó.
Luego de hacer algunas menciones a consejos que habría recibido Graiver antes de morir, y que apuntaban a la peligrosidad de la propiedad de Papel Prensa, la viuda del creador de la compañía contó que la noche del 2 de noviembre de 1976 fue citada a las oficinas del diario La Nación, junto a los padres y el hermano de David Graiver. “Era un salón grande, por un lado estaban los padres de David; por otro lado, Isidoro; unos estaban reunidos con Bartolomé Mitre y otros con (el abogado) Benito Campos Carlés, no recuerdo bien; y yo estaba en otro lado con (Héctor) Magnetto.”
“Recuerdo sus amenazas a mí y a mi hija, recuerdo su mirada, decía que debíamos firmar o perdíamos la vida mi hija o yo, eran amenazas de muerte”, dijo. Y agregó que por esas amenazas “no había opción a que se vendiera Papel Prensa”. Además, la viuda de David Graiver contó que luego de concretar el traspaso, “un señor de Clarín, un abogado de apellido Sofovich, me aconsejó que me fuera del país ese mismo día”. “Me dijeron que me fuera al puerto, que ni siquiera regresara a mi casa, que encargara a alguien que me lleve las cosas, que no volviera más a mi casa y me fuera del país”, agregó.
En marzo de 1977 fue secuestrado Juan Graiver, padre de David Graiver. El 14 de marzo de ese año, días después de oficializarse la venta de las acciones que poseía de la papelera, desapareció ella. Fue secuestrada, trasladada al centro clandestino conocido como Puesto Vasco, donde sufrió torturas. “Desde el primer día que llegué a Puesto Vasco me torturaron y maltrataron más que a nadie –recordó–. Me pegaban, escupían, torturaban y eyaculaban encima, pero preferiría englobar esto en maltrato y no dar más detalles”, apuntó. Ante su pedido, el tribunal ordenó que la prensa dejara la sala para otorgarle a Papaleo la intimidad necesaria para los detalles de tales vejaciones.
Papaleo añadió que en una oportunidad fue sacada de ese sitio para vender las acciones que poseía del diario La Opinión, que se encontraban guardadas en la casa de una familia amiga. Identificó a dos de sus torturadores como Norberto Cozzani y otro de apellido Rojas. De Puesto Vasco, aseguró que fue trasladada a otros centros clandestinos de detención hasta que fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y juzgada por un consejo de guerra. “Me amputaron seis años de vida y seis años de la vida de mi hija”, aseguró emocionada en alusión a los años que estuvo presa. Recuperó su libertad el 24 de julio de 1982.
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