Jue 07.06.2012

EL PAíS  › ASCENDIERON POST MORTEM A JORGE DEVOTO, UN MARINO DESAPARECIDO EN 1977

“Un acto que no hubiera querido hacer”

Fue secuestrado luego de concurrir al Edificio Libertad para averiguar sobre el paradero de su suegro, que había sido secuestrado. Allí, en el último lugar en el que fue visto, fue homenajeado por la Presidenta ante la presencia de sus familiares y altos oficiales.

María Justina Devoto llegó ayer, junto con su hermana mayor, María Cristina, y su mamá, Marta Bettini de Devoto, hasta la puerta principal del Edificio Libertad, sede de la Armada. Y quedó allí petrificada. No quería cruzar el umbral del que su papá, Jorge Devoto, no regresó jamás. Nada fehaciente sabe nadie, desde el 21 de marzo de 1977, del paradero de Devoto, que por entonces era teniente retirado de la Armada. Sus hijas y su esposa debieron vencer al shock e ingresar a la imponente estructura que lo “chupó” hace 35 años, para participar del homenaje que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner les ofreció a ellas, tan víctimas como el hoy capitán de corbeta –luego de la promoción que la jefa de Estado decretó en su reconocimiento– lo fue del terrorismo de Estado. Las hijas solo dejaron escapar reflexiones al respecto a través de algunas pocas lágrimas. Su mamá, en tanto, consideró que el homenaje servirá para que “las nuevas generaciones de oficiales de las Fuerzas Armadas estén definitivamente integradas con el resto de los ciudadanos por un país mejor”.

De bigotes rectos y canas engominadas, capitanes del Ejército, de Aeronáutica y de la Armada observaron cómo el salón de actos del tercer piso, en un lugar en el que sus botas todavía tienen peso de plomo, se colmó de representantes del Estado, de organismos de derechos humanos y de jóvenes militantes kirchneristas. La Presidenta analizó, al cerrar su jornada en terreno militar, semejante fotografía como “un avance”: “Todos juntos respetándonos, no aguantándonos por que no hay más remedio. Esa es la Argentina a la que yo aspiro”.

Antes de los elogios, no obstante, hubo advertencias. “Este es uno de esos actos que uno nunca hubiera querido hacer”, disparó no bien se ubicó tras el atril con micrófono. La lectura del decreto presidencial que oficializó la promoción post mortem de Devoto en dos grados, de teniente a capitán de corbeta, en reconocimiento a él y a sus familiares en tanto víctimas de violaciones a los derechos humanos, preludió sus palabras y las cargó de sentido.

“A los oficiales que hoy me acompañan (les digo que) esta mujer y estas dos chicas podrían haber sido la mujer o las hijas de cualquiera de ustedes. Me consta, porque lo sé sin haberlo conocido, que el capitán Devoto no era peronista, no participaba en nada. Simplemente no estaba de acuerdo con ninguna de las cosas que estaban sucediendo en el país”, perforó el frío que imperaba en el salón Fernández de Kirchner, al referirse a la interpretación que hizo, y que fundamentó el decreto de promoción, de los motivos por los que Devoto desapareció, en marzo de 1977.

Según registros oficiales, el hombre pidió su retiro de la Armada el 5 de marzo de 1975, a solo tres meses de haber sido ascendido a teniente, “porque la represión no era algo con lo que él comulgaba”, definió su cuñado –hermano de Marta– y embajador argentino en España, Carlos Bettini (ver aparte). En la mañana del 21 de marzo de 1977 se presentó en el Edificio Libertad para informar que su suegro, el profesor de la Facultad de Derecho de Buenos Aires Antonio Bautista Bettini, había sido secuestrado y averiguar acerca de su paradero. Nunca más salió. Según declaró el represor Adolfo Scilingo ante la Justicia española, en octubre de 1997, Devoto pasó por el centro clandestino de detención que funcionó en lo que hasta hace algunos años fue la Escuela de Mecánica de la Armada y fue arrojado al mar en estado consciente porque se lo consideraba un traidor.

El retiro de la fuerza de Devoto, su secuestro y su posible asesinato en los vuelos de la muerte fueron considerados por el Estado, ayer, a través del decreto presidencial, como eslabones de una misma cadena. “Es un homenaje que le debíamos a la familia y que nos debíamos a todos como argentinos, ya que esto revela que no todos (los integrantes de las Fuerzas Armadas) estuvieron de acuerdo, que no todos son iguales. Jorge es testimonio”, sentenció la Presidenta. La mujer de Devoto recordó que “aún falta perseguir a los culpables, aunque hayan pasado 35 años y tal vez los testigos ya no estén. Pero confiamos en la Justicia”. Junto a sus hijas recibió el decreto, el diploma y las jinetas militares correspondientes al esposo y padre desaparecido. Los capitanes, sus bigotes y canas engominadas se retiraron en silencio.

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