Desde ayer, la embajada argentina en Washington tiene su busto de Eva Perón. Lo inauguró en un acto el embajador Jorge Argüello junto a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, invitada especial a la ceremonia. “Su lucha a favor de los desamparados no admitía fronteras”, sostuvo Argüello, quien describió algunas de las acciones de Evita en Estados Unidos. Carlotto, en tanto, recordó su experiencia generacional con la “abanderada de los humildes”. “No la quería, la criticaba”, reveló.

La escultura que adorna la embajada es la de una Evita joven. “En enero de 1949, un día después de que el presidente Harry Truman asumiera el poder, la embajada argentina en Washington entregaba ropa de invierno para 600 niños pobres de los barrios más postergados del centro político más poderoso del mundo”, recordó ayer Argüello, que se dedicó a investigar los rastros de Eva en aquel país. “La donación de ropa y calzado argentino llegaba a través del reverendo Ralph Faywatters”, a cargo de una entidad dedicada “al cuidado de niños negros de Washington”, continuó. La acción provocó que la administración Truman pidiera explicaciones a la embajada argentina sobre las intenciones de “aquella osada mujer argentina”. “Lo hacemos con todo el respeto y todo el cariño por el gran pueblo de los Estados Unidos”, respondió Evita al requerimiento.

Por su parte, Estela Carlotto comentó su experiencia de vida con Evita. Debido a “mi ignorancia, por crianza, por educación, fui cómplice de tantas dictaduras”, comentó la titular de Abuelas. Pero “esos hijos que tuve, todos peronistas al contrario de sus padres, nos enseñaron la verdad y por esa verdadera historia entregaron la vida”. Concluyó que “las nuevas generaciones vean en esta mujer aquello que hay que imitar”.