EL PAíS › ESCUELAS DE TODO EL PAIS SE JUNTARON PARA COMPARTIR SUS EXPERIENCIAS DE INCLUSION
Alumnos, docentes y directivos de unas 200 escuelas intercambiaron sus proyectos de inclusión escolar en unas jornadas organizadas en la ex ESMA por el Ministerio de Educación nacional. Las propuestas de cada colegio para que los chicos no lo abandonen.
Unas mil personas, entre alumnos, docentes y directivos de más de 200 escuelas secundarias públicas de todo el país, participaron de las jornadas “Para todos, escuela secundaria de calidad”, en el Espacio para la Memoria y para la Promoción de la Defensa de los Derechos Humanos (ex ESMA). En los encuentros –que se iniciaron el jueves y concluyeron ayer– se presentaron experiencias significativas que tienen por objetivo garantizar la inclusión y permanencia de alumnos y mejorar la calidad de la enseñanza en el nivel medio, a partir de la puesta en marcha de la Ley Nacional de Educación que garantiza desde 2010 la obligatoriedad de la escuela secundaria. El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, indicó que la función de las jornadas es “ratificar el rumbo, porque las buenas actitudes, el compromiso y el trabajo, a través del cual las escuelas lograron reducir la repitencia y mejorar los índices de abandono, son motivadores y contagian”.
En dos años, la cartera educativa nacional lleva invertidos más de 538 millones de pesos en los Planes de Mejora Institucional (PMI), proyectos que diseña cada escuela en función de sus necesidades y que permiten asignar horas institucionales para que haya adultos por tiempo completo en la escuela, con el fin de acompañar a aquellos alumnos que se encuentran en riesgo de abandono, y así implementar propuestas de enseñanza innovadoras para el conjunto de los estudiantes de la escuela secundaria.
El colegio secundario Nº 29 del Rodeito, Jujuy, compartió su experiencia en las jornadas a través de su proyecto Rutas de Oportunidad, con el fin de ocuparse de la problemática de los alumnos en “riesgo pedagógico”, con vulnerabilidad psicopedagógica (autoestima) y riesgo socioeducativo (faltas recurrentes por causas familiares o de trabajo, falta de recursos y ausencia prolongada de tutores responsables). “El pilar de nuestro proyecto es la elaboración de campos de contención, no de trimestres, algo que logró bajar la tasa de repitencia y abandono. A esta escuela asiste población rural de entre 16 y 35 años, con carga de familia y trabajo”, comentó Sonia Quiste, profesora de Literatura.
Por su parte, Pedro Danielo, director del colegio del Rodeito, contó que “se creó hace dos años la Unidad de Apoyo a la Comunidad Educativa, donde se fomenta la retención escolar a través de tutores que acompañan la enseñanza en materias como matemática, lengua e inglés, según las necesidades que presenta cada estudiante”. “La escuela abrió en 2010 y en ese momento había un alto grado de alumnos con materias previas, un 80 por ciento de los 98 alumnos que teníamos al comienzo. Ahora, la matrícula es de 190 alumnos y se logró fomentar la retención escolar en un 20 por ciento. En el mismo porcentaje disminuyó el riesgo de fracaso escolar”, explicó Danielo.
Milena Ragendorfer, una estudiante de 17 años del colegio CPEM 13, en San Martín de los Andes, Neuquén, señaló que presentaron “un proyecto que se llama Las organizaciones sociales van a la escuela, para que las aulas se conviertan en agentes multiplicadores de experiencias sociales que suceden fuera del colegio”. “Es muy importante conocer qué pasa afuera de la escuela, porque nosotros vamos a tener que vivir en el mundo y no adentro del aula”, añadió.
El colegio Nº 5186, del paraje Acambuco, en el municipio salteño de Aguaray, se propone asistir a jóvenes de comunidades rurales aisladas, a las que nunca había llegado la secundaria. “Para cubrir esta demanda se implementó una modalidad de pluricurso itinerante”, comentó Isabel Arias, la directora. “Un grupo de profesores se instala en los parajes durante uno o dos meses y dictamos cursadas intensivas en las materias. Esto resultó muy positivo, porque garantiza que completen el nivel jóvenes que se encontraban aislados geográficamente, algunos de los cuales se trasladaban a las zonas urbanas, pero luego abandonaban porque no toleraban el desarraigo”, agregó. “Es una gran oportunidad poder cursar en nuestros parajes, porque no tenemos que dejar la familia”, dijo Sandra Ramos, alumna de Acambuco.
Informe: Sabrina Améndola.
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