EL PAíS
› ABSOLVIERON AL INTEGRANTE DE H.I.J.O.S ACUSADO POR UN MILITAR
El escrache no puede ser condenado
El primer juicio oral contra un hijo de desaparecidos terminó en absolución. Hernán Zalazar fue exculpado de las amenazas por las que lo denunció el coronel retirado Carlos Sánchez Toranzo.
› Por Adriana Meyer
El primer juicio oral y público de un militar contra un integrante de H.I.J.O.S, una de las agrupaciones que nuclea a los hijos de los desaparecidos, terminó sin que el coronel retirado Carlos Sánchez Toranzo pudiese conseguir un fallo de condena. Sánchez Toranzo había denunciado a Hernán Zalazar por el delito de amenazas pero la justicia correccional de Morón lo absolvió, y así evitó que se cristalizara un antecedente para la criminalización de los escraches. “Se ganó el juicio pero este tipo sigue libre y por lo tanto la lucha por el escrache social continúa”, expresó ante Página/12 el joven absuelto. “Ellos lo querían tergiversar y ocultar, pero quedó expuesta la participación directa de Sánchez Toranzo en los organismos represivos durante la dictadura”, afirmó Ismael Jalil, abogado de Zalazar, exultante por el resultado.
El joven Zalazar respiró hondo, miró a su padre y exclamó: “Ahora sí, por primera vez en tres años me siento tranquilo”. Sánchez Toranzo se presentó a declarar ante el juez correccional Daniel Leppen con una carpeta en mano. Sus hijos lo escucharon entre el público. Miró a Zalazar sonriendo y le ofreció “retirar los cargos”. Causó asombro entre quienes lo escuchaban, en la pequeña sala de audiencias de los Tribunales de Morón, que él mismo tratara de minimizar el hecho que había denunciado definiéndolo como “un intercambio de opiniones” entre su esposa y el acusado.
Hace tres años fue objeto de dos escraches en la Universidad de Morón, donde se desempeñaba como profesor de la carrera de Turismo. Cuatro meses después, envió una carta documento a las organizaciones que habían armado los escraches para exigirles que se rectificaran por haberlo llamado “torturador” en los planfletos convocantes. H.I.J.O.S. Zona Oeste decidió responderle con otra carta pero pública. “Ratificamos que usted es uno de los tantos torturadores de la dictadura y haremos que la verdad de su miserable historia se sepa”, fue uno de los párrafos que le dedicaron. La agrupación decidió llevar la misiva al domicilio de Toranzo, y hacia allí se dirigió el joven Zalazar el 1° de setiembre de 2000. Cuando la estaba dejando en el buzón se produjo un entredicho con la esposa del coronel. Apenas comenzó a alejarse apareció la policía y lo detuvo. Y en la comisaría le explicaron que Toranzo le había iniciado una causa por amenazas.
Ayer, durante su declaración, el militar esgrimió que con el gobierno de Carlos Menem había obtenido un desagravio respecto de su participación en la represión. El argumento había sido la baja que le dio el Ejército en 1980 por su “falta de compromiso con la filosofía de la institución”, según explicó al comentar la expulsión resuelta por el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri. En ese momento calificó de ignorante al defensor de Zalazar por “desconocer su historia”, por lo cual el letrado pidió la palabra para replicarle y comenzó a interrogarlo. Sus respuestas dejaron en evidencia que estuvo en la cárcel de Devoto cumpliendo funciones ejecutivas de alto rango y de comando, y que conoció al sobreviviente de La Noche de los Lápices en la Unidad 9 de La Plata. Incluso dijo que cuando se encontró con el ex detenido y ex concejal Alvaro Aragón le manifestó que se alegraba de verlo “en otra condición”. Sánchez Toranzo reconoció también que cuando estuvo a punto de asumir un cargo en la Municipalidad de Hurlingham se generó un movimiento en su contra encabezado por Aragón.
“Lo terminamos enjuiciando a él”, opinó el abogado Jalil. Zalazar quedó absuelto porque el fiscal de juicio Bernardo Kiper desistió de formular la acusación al interpretar que las discusiones existieron pero no tuvieron entidad suficiente como para infundirle temor a nadie, es decir, no llegaron a constituir el delito de “amenazas”. El único testigo que aportó el militar acusador no había sido tenido en cuenta por los policías, que en su momento no actuó como si estuvieran frente a un delito. Tambiénquedó establecido que el altercado no se produjo con Toranzo sino con su esposa.
Anulados los argumentos técnicos, el abogado Jalil expuso un enfoque político del caso. “El escrache o el corte de ruta son mecanismos que encuentran los que luchan cuando el sistema no responde con justicia”, afirmó. Con respecto al pasado de Toranzo, el letrado indicó que “se pueden modificar muchas cosas pero no la letra de la historia”. Y destacó que “si la Justicia sigue tratando de criminalizar las nuevas formas de luchar por derechos negados, los únicos castigados serán los que las crean”. Asimismo, señaló la paradoja del militante de H.I.J.O.S. que estuvo tres años sometido a proceso por haber intentado buscar “algo de justicia”. A su tiempo, Zalazar expresó ante el juez que la lucha de su agrupación “no es por venganza sino por la verdad”.
El juzgado correccional 1° de Morón había sido rodeado por un operativo de la magnitud de un Boca-River. Además de numerosos efectivos policiales, se apostaron en la calle Carlos Pellegrini carros de asalto cuyos ocupantes vigilaron al centenar de militantes del Bloque Piquetero, Barrios de Pie, APDH Matanza e H.I.J.O.S., entre otras organizaciones, que se habían congregado en la calle y esperaron durante más de seis horas el resultado del juicio. Sánchez Toranzo –que figura en la galería de represores del Nunca Más y fue subsecretario de Seguridad Interior en la primera etapa del gobierno menemista, además de colaborador del ex intendente Juan Carlos Rousselot– fue llevado a las nueve de la mañana desde la fiscalía hasta Tribunales en un patrullero. “Por esto son efectivos los escraches, ni siquiera como acusador puede entrar caminando al Palacio de Justicia”, comentó Jalil.
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